Genogramas
LXXXIII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/06/22).
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1.
El par naturaleza-cultura,
el par voluntad-representación,
el par Dioniso-Apolo…
El ser natural y el ser
cultural –simbólico.
Lo Uno primordial
y el ‘principio individuationis’…
Más allá del ser cultural y del ser
individual… hacia lo Uno primordial.
Nuestro ser cultural contingente, histórico
(las ficciones
culturales), y nuestro ser
individual nos alejan o nos ocultan
nuestra pertenencia a lo Uno primordial
–lo único viviente, existente
(en lo que concierne a la vida).
La materia viviente a sí misma
se piensa, se conoce, se sabe, se vive,
se habla… se siente vivir, se siente ser.
Más allá de la individualidad,
de la cultura, de la historia,
del tiempo, del espacio…
Disolución de la individualidad,
del sujeto cultural…
Las ficciones, los artificios culturales
–las falsas identidades (nacionales,
culturales, étnicas…). Todo lo superpuesto
a nuestro ser natural y único –lo eventual,
lo circunstancial,
lo histórico…
Todo lo que nos distrae de nuestra
identidad primordial.
La desnudez. Despojarnos de todo.
Al cariotipo humano le es dable tener
la experiencia de la unidad esencial
de todo lo viviente –la experiencia dionisíaca.
Nosotros somos la sustancia viviente
única; nosotros somos el ser viviente único.
La sustancia genética del planeta,
la sustancia viviente única. Las especies,
los organismos, las criaturas… no son más
que máscaras del ser único y primordial.
Lo Uno primordial escindido, fragmentado,
repartido en sus criaturas. El dolor de la escisión,
de la separación… de la individuación.
El camino de vuelta, de retorno a lo Uno.
El goce, la alegría que sobreviene tras
la experiencia misteriosa, tras el instante de la unión.
Desaparece el yo lingüístico-cultural;
el ser simbólico se disuelve, se volatiliza…
Y adviene lo Uno primordial, lo único existente.
Éste es ahora el único ‘yo’, el único ‘sujeto’.
2.
El conocimiento que hoy poseemos
acerca de la naturaleza de lo viviente
nos acerca definitivamente a nuestra esencia,
nos pone frente a frente con nuestro ser.
La difusión de este conocimiento cierto
cambiará la faz del planeta, nuestras
culturas y civilizaciones serán otras.
Más allá de los individuos y de las especies.
Criaturas nuevas seremos, criaturas renovadas
nunca antes vistas en este planeta.
Las viejas culturas antropocéntricas
desaparecerán. Crearemos nuevas culturas
a la altura del saber recién adquirido.
Seremos otros. Por primera vez
estableceremos culturas fundamentadas
en el ser viviente único. Todo cambiará.
Entonces seremos conscientes de que es
el ser viviente único, lo Uno primordial,
la sustancia viviente única, el/la/lo único
que sub-yace (el/la/lo sujeto único)
en nuestro obrar –para bien
y para mal de la vida en este planeta.
3.
No crean o poetizan los humanos,
sino la sustancia viviente única.
No hay otro ‘poeta’, otro creador.
Los modos y maneras del ser viviente único.
Todos los comportamientos que advertimos
en la naturaleza viviente son manifestaciones
de lo Uno primordial.
No hay otro sujeto que la sustancia viviente
única. En todo organismo, en toda criatura,
en todo ser vivo… No hay otro ‘actante’
tras las máscaras. Es el emisor y es el receptor,
el héroe y el oponente, la presa y el depredador…
Todas las actitudes, todas las pasiones,
todos los ‘personajes’.
4.
La causa del malestar radica
en la separación de la unidad original
–la separación que
se da en la individuación.
Los seres individuales padecen el desgarro…
Son los individuos, fragmentos de lo Uno,
los que se duelen. Y por ello mismo
es lo Uno quien se duele.
El malestar, el dolor de la separación;
el goce, la alegría de la reunión.
Es lo Uno, en último término,
quien se duele en la individuación,
y quien se goza en la unión.
No hay sino Uno.
Lo Uno es la mónada de mónadas.
5.
El error del cariotipo humano ha sido
el creerse autosuficiente y un ser ajeno
al resto de la naturaleza viviente.
Sí, la autosuficiencia y el extrañamiento
de la naturaleza. Especialmente en las culturas
del neolítico (en el que aún vivimos).
6.
Hacerse una idea del mundo entorno,
tener (‘poseer’) una representación
satisfactoria… la interpretación
del devenir… la ‘creación’ de un mundo.
Desde las bacterias y arqueas…
¿Cómo es posible operar sobre
un mundo (un entorno) ideado,
interpretado, o representado?
¿Cómo son posibles la adaptación
y la adaptabilidad? Es un mundo
que no es, es un mundo inventado…
¿Cómo es posible…?
7.
Multiplicidad, pluralidad de genoumas
(plásmidos, transposones, ADN víricos…)
en cualquier organismo. Composición.
Heterogeneidad. Y cada parte
actúa por sí y para sí.
Sujeto múltiple, plural. Multitud
de ‘yoes’, de agentes, de sujetos.
Se requiere la jerarquización.
La lucha interior… de voliciones,
de interpretaciones…
Voliciones, fuerzas, impulsos…
y agentes, sujetos.
Nuestro ser es uno y múltiple…
8.
La sustancia genética es el fundamento
sobre el que descansará el nuevo mundo
a crear (los nuevos mundos).
La perspectiva genocéntrica.
El carácter vinculante del nuevo saber.
Su fuerza. La nueva existencia
post-humana, trans-específica.
9.
Cultura genocéntrica, la cultura que viene.
Cultura universal, planetaria.
Los pueblos, las razas, las naciones,
las ideologías… los ‘mundos’ del neolítico…
se esfumarán, palidecerán… desaparecerán
–los laberintos y las pesadillas del neolítico.
La unidad de la humanidad bajo
la perspectiva genocéntrica.
La nueva ‘humanidad’.
10.
Nuestro ser natural múltiple, complejo,
jerarquizado… El metagenouma de todos
y cada uno de los seres vivos que pueblan
este planeta. Un ‘yo’ de ‘yoes’ –un Nos.
El hologenouma del planeta viviente,
lo Uno primordial. El acervo génico
del planeta. La materia viviente,
la sustancia viviente única.
Nuestra existencia particular (aquella
de la que somos conscientes) es ciertamente
efímera, pero la materia viviente que nos
constituye es virtualmente imperecedera,
y la compartimos con todos los seres vivos
que han sido, que son, y que serán. Vivimos
intemporalmente. Y vivimos dentro y fuera.
Estamos en todas las criaturas que nos rodean.
Estamos (somos), estuvimos (fuimos),
y estaremos (seremos). Vivimos (en el pasado
y en el presente) y viviremos –no dejamos
de vivir desde hace millones de años. La vida
que somos no cesa de vivir.
Sin solución de continuidad.
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Saludos,
Manu
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