Sangre, sudor, y lágrimas.
Manu Rodríguez. Desde Europa. (05/12/09)
*
*Se ama lo que nos viene bien, lo que nos hace bien. Se odia lo que nos viene mal, lo que nos hace mal. Esto vale para individuos, y para culturas.
Tiene que ver con la preservación y cuido del propio ser. Del propio ser natural, y del propio ser simbólico.
El ser natural procede, como todos sabemos, de nuestros padres biológicos; el ser simbólico procede de nuestros padres simbólicos, y aquí interviene todo el pueblo, toda la cultura.
*Cada pueblo tiene su bien y su mal. Es el genio de los pueblos el que genera los mundos simbólicos, y su deriva. Es por nuestro genio europeo que somos demócratas hoy día, podríamos decir.
Los pueblos deben defender sus tradiciones, su vínculo con el pasado, con su propio pasado. La memoria colectiva y ancestral de su propio pueblo. Tiene que ver con su identidad, con su ser simbólico.
Lo que atenta contra su ser natural, o su ser simbólico, es malo. Lo que pone en peligro, lo que es una amenaza.
*Hablemos de Europa entonces, de la Europa milenaria, de la Europa nuestra, la de nuestros ancestros. ¿Queremos que esa Europa desaparezca? ¿Qué haremos para que esa Europa sobreviva y sobrenade en las ondas del tiempo? Hablemos de nuestro bien y de nuestro mal.
Es malo para nosotros, los europeos, el impresionante número de musulmanes asiáticos y africanos en nuestras tierras. La Europa europea desaparece, dejará de ser. Es una estrategia de dominio por parte del islam. La desnaturalización. El sustrato étnico milenario desaparece. La Europa que fue durante milenios. La Europa nuestra.
No es sólo la presencia, es también la ideología musulmana. Sus pretensiones de dominio universal. El absolutismo, el totalitarismo islámico. Violento, cruel, destructor. Nada bueno nos trae la presencia del islam en nuestras tierras. Anuncia males.
Gente mala y tenebrosa hemos permitido que entre en nuestra casa, en nuestro hogar milenario. Gente animada de malas intenciones, gente que quiere nuestro mal. Gente que con el tiempo se ha convertido en una fuerza amenazante. Astutos y pacientes, se reservan la violencia para el final. De momento, y allí donde pueden, intimidan, amenazan. Nuestros males apenas han comenzado.
¿Cómo se ha consentido? ¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Quién?
Es necesario que los pueblos pongan un límite al número de extranjeros en sus tierras. Estos, además, no tendrían acceso ni a la tierra, ni a la nacionalidad.
*Nuestra debilidad, cobardía, negligencia, dejación, confusión… son óptimas para los musulmanes, por supuesto. Hay una serie de condiciones que les viene bien para su propagación en Europa (y en el mundo). Estados democráticos, por ejemplo, que no pongan freno a su masiva entrada. Ideales humanitarios, tolerancia, solidaridad… nacionalidad, voto… son puertas por donde entra el islam. Numerosas ‘kerkaporta’.
Lo bueno para unos, lo bueno para otros.
*Nos destruirá el islam, destruirá nuestra cultura. Nuestros gobiernos democráticos desaparecerán. Nuestro status cultural, político, social… Nuestro pasado, que en su momento se habrá olvidado. Nuestra presencia, nuestro ser. Habremos sido. Un futuro perfecto.
*Es preciso establecer la distinción entre unos y otros. Tal y como el mismo islam la establece. Nosotros, los europeos, y el islam. Distinguirnos. Autóctonos y alóctonos. El huésped y el anfitrión.
El islam nos reta en nuestra propia casa, en nuestro propio hogar. Los huéspedes. Ésta es su osadía, ésta es su arrogancia. A tal punto han llegado.
Perdemos el suelo, el agua, el aire, la luz. La tierra y el cielo. Peligra nuestra libertad, peligra nuestra vida (la de nuestros descendientes), peligra todo. Nuestro pasado, nuestro presente, y nuestro futuro.
El mito del combate se perpetúa. Ésta es la nueva batalla que ha de librar el pueblo europeo. Este escollo en el camino. Esta amenaza. Este mal.
Europa es luz, es nuestra luz. Será una batalla de la luz contra las tinieblas. Será la batalla contra Tánato, contra Tifón, contra Surt, contra Vritra, contra Ahriman. Será la batalla de las batallas para nosotros los europeos, e indoeuropeos.
Convoco a todos los pueblos europeos e indoeuropeos. Contra el islam. Contra la sumisión, contra la muerte y el olvido.
Ahora es el islam el padre de la mentira, de la violencia, de la miseria y de la muerte. Las tinieblas se propagan. Cada vez hay menos luz; cada vez más noche, más frio.
No podemos permitir que triunfe, que prolongue su imperio.
Europeo, decídete por la luz. Opta, elige. Apréstate a la batalla, ármate de luz. Ocupa tu puesto.
Tendrás que tomar partido, europeo. Entre la vida y la muerte. Ésta es la disyuntiva que tarde o temprano tendrás que enfrentar. Tú, tus hijos, y tus nietos.
Es legítima nuestra lucha, preservamos nuestra tierra, y nuestro ser. No queremos desaparecer, queremos seguir siendo.
Caro nos costará el ‘querer seguir siendo’; sangre, sudor, y lágrimas.
*La ofensiva ‘pacífica’ del islam en todo el planeta, obligará a disolver la ONU. Los ideales de la ONU no valen ante la estrategia de expansión del islam. La tercera oleada, como dicen. Su infiltración ideológica y demográfica en las diversas naciones. Desnaturalizará los hábitats ancestrales de numerosos pueblos. Estos desaparecerán. Las naciones se desvirtuarán con la numerosa población extranjera y musulmana. El planeta será otro.
Los propios derechos humanos universales que emanan de la ONU (la ‘Carta…’) les abre esa posibilidad. El asentamiento en los diversos países. Estos ideales universales no pueden evitar la futura aniquilación de los pueblos. No contaban con la agresiva estrategia de expansión del islam. Es lucha biocultural. Semejante a la biológica. Como la ‘lucha’ entre el árbol huésped (el caso de la higuera estranguladora) con el árbol anfitrión, o esas algas ‘asesinas’ cuya expansión está acabando con el ecosistema milenario del Mediterráneo.
La ONU tiene que disolverse o reformarse desde ya. Con los ideales actuales, es inútil frente al islam. De momento está siendo instrumentalizada por el grupo de los países islámicos. Estos pretenden, desde la ONU, y en virtud de la libertad democrática, que el islam sea intocable en todo el planeta, evitar toda crítica o censura al islam; la estrategia es acusar de racista, islamófobo, anti-islamista, o anti-demócrata, cualquier oposición a la ideología islámica; pretenden además, que sus consignas comiencen a operar en los países (europeos, por ejemplo) con suficiente población musulmana.
La guerra de Ahriman contra el resto del mundo ha comenzado ya. La tercera oleada. Contra las naciones y los pueblos. Se pretende la gran nación islámica y el califato universal.
El islam tiene que ser destruido. Vencido hasta su aniquilación. Es, hoy por hoy, el mal.
*El escenario ahora es planetario. El área islámica cuenta con un numeroso componente humano en el resto del planeta, en las tierras de infieles. Un número que crece cada día. La ‘quinta columna’, como decimos por aquí. Por lo demás, sigue expandiéndose por Asia y África; cada vez son más.
Europa puede ser la primera en caer. Su larga frontera con el islam. Nos inundarán. Todas las estrategias. Económica, bélicas… La población musulmana se hará con zonas. No hay que olvidar los enclaves musulmanes (Albania, Kosovo, Croacia). Tendrán armas, medios de comunicación… Avanzarán. Dispondrán de aeropuertos, traerán ingente tropa de asiáticos y africanos deseosos de entrar en combate. Las poblaciones pusilánimes e indefensas caerán como moscas. Es la próxima guerra. Aquí, en nuestra Europa. Seremos la primera víctima.
*El islam es un severo problema para todas las culturas o civilizaciones del planeta. La china, la japonesa, la india hinduista, la europea moderna y contemporánea… Y, por supuesto, para las culturas de los cazadores-recolectores supervivientes (‘animistas’, tradiciones arcaicas). La luz de esas culturas. Luz antigua, milenaria. El tenebroso islam amenaza con devorar, con destruir esa luz.
Todos los pueblos tendrán que enfrentarse al islam en su momento. Ponerle freno. Aniquilarlo. Todos los pueblos están convocados. Será un combate contra el no-ser, contra las tinieblas y el olvido.
Manu Rodríguez. Desde Europa. (05/12/09)
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*Se ama lo que nos viene bien, lo que nos hace bien. Se odia lo que nos viene mal, lo que nos hace mal. Esto vale para individuos, y para culturas.
Tiene que ver con la preservación y cuido del propio ser. Del propio ser natural, y del propio ser simbólico.
El ser natural procede, como todos sabemos, de nuestros padres biológicos; el ser simbólico procede de nuestros padres simbólicos, y aquí interviene todo el pueblo, toda la cultura.
*Cada pueblo tiene su bien y su mal. Es el genio de los pueblos el que genera los mundos simbólicos, y su deriva. Es por nuestro genio europeo que somos demócratas hoy día, podríamos decir.
Los pueblos deben defender sus tradiciones, su vínculo con el pasado, con su propio pasado. La memoria colectiva y ancestral de su propio pueblo. Tiene que ver con su identidad, con su ser simbólico.
Lo que atenta contra su ser natural, o su ser simbólico, es malo. Lo que pone en peligro, lo que es una amenaza.
*Hablemos de Europa entonces, de la Europa milenaria, de la Europa nuestra, la de nuestros ancestros. ¿Queremos que esa Europa desaparezca? ¿Qué haremos para que esa Europa sobreviva y sobrenade en las ondas del tiempo? Hablemos de nuestro bien y de nuestro mal.
Es malo para nosotros, los europeos, el impresionante número de musulmanes asiáticos y africanos en nuestras tierras. La Europa europea desaparece, dejará de ser. Es una estrategia de dominio por parte del islam. La desnaturalización. El sustrato étnico milenario desaparece. La Europa que fue durante milenios. La Europa nuestra.
No es sólo la presencia, es también la ideología musulmana. Sus pretensiones de dominio universal. El absolutismo, el totalitarismo islámico. Violento, cruel, destructor. Nada bueno nos trae la presencia del islam en nuestras tierras. Anuncia males.
Gente mala y tenebrosa hemos permitido que entre en nuestra casa, en nuestro hogar milenario. Gente animada de malas intenciones, gente que quiere nuestro mal. Gente que con el tiempo se ha convertido en una fuerza amenazante. Astutos y pacientes, se reservan la violencia para el final. De momento, y allí donde pueden, intimidan, amenazan. Nuestros males apenas han comenzado.
¿Cómo se ha consentido? ¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Quién?
Es necesario que los pueblos pongan un límite al número de extranjeros en sus tierras. Estos, además, no tendrían acceso ni a la tierra, ni a la nacionalidad.
*Nuestra debilidad, cobardía, negligencia, dejación, confusión… son óptimas para los musulmanes, por supuesto. Hay una serie de condiciones que les viene bien para su propagación en Europa (y en el mundo). Estados democráticos, por ejemplo, que no pongan freno a su masiva entrada. Ideales humanitarios, tolerancia, solidaridad… nacionalidad, voto… son puertas por donde entra el islam. Numerosas ‘kerkaporta’.
Lo bueno para unos, lo bueno para otros.
*Nos destruirá el islam, destruirá nuestra cultura. Nuestros gobiernos democráticos desaparecerán. Nuestro status cultural, político, social… Nuestro pasado, que en su momento se habrá olvidado. Nuestra presencia, nuestro ser. Habremos sido. Un futuro perfecto.
*Es preciso establecer la distinción entre unos y otros. Tal y como el mismo islam la establece. Nosotros, los europeos, y el islam. Distinguirnos. Autóctonos y alóctonos. El huésped y el anfitrión.
El islam nos reta en nuestra propia casa, en nuestro propio hogar. Los huéspedes. Ésta es su osadía, ésta es su arrogancia. A tal punto han llegado.
Perdemos el suelo, el agua, el aire, la luz. La tierra y el cielo. Peligra nuestra libertad, peligra nuestra vida (la de nuestros descendientes), peligra todo. Nuestro pasado, nuestro presente, y nuestro futuro.
El mito del combate se perpetúa. Ésta es la nueva batalla que ha de librar el pueblo europeo. Este escollo en el camino. Esta amenaza. Este mal.
Europa es luz, es nuestra luz. Será una batalla de la luz contra las tinieblas. Será la batalla contra Tánato, contra Tifón, contra Surt, contra Vritra, contra Ahriman. Será la batalla de las batallas para nosotros los europeos, e indoeuropeos.
Convoco a todos los pueblos europeos e indoeuropeos. Contra el islam. Contra la sumisión, contra la muerte y el olvido.
Ahora es el islam el padre de la mentira, de la violencia, de la miseria y de la muerte. Las tinieblas se propagan. Cada vez hay menos luz; cada vez más noche, más frio.
No podemos permitir que triunfe, que prolongue su imperio.
Europeo, decídete por la luz. Opta, elige. Apréstate a la batalla, ármate de luz. Ocupa tu puesto.
Tendrás que tomar partido, europeo. Entre la vida y la muerte. Ésta es la disyuntiva que tarde o temprano tendrás que enfrentar. Tú, tus hijos, y tus nietos.
Es legítima nuestra lucha, preservamos nuestra tierra, y nuestro ser. No queremos desaparecer, queremos seguir siendo.
Caro nos costará el ‘querer seguir siendo’; sangre, sudor, y lágrimas.
*La ofensiva ‘pacífica’ del islam en todo el planeta, obligará a disolver la ONU. Los ideales de la ONU no valen ante la estrategia de expansión del islam. La tercera oleada, como dicen. Su infiltración ideológica y demográfica en las diversas naciones. Desnaturalizará los hábitats ancestrales de numerosos pueblos. Estos desaparecerán. Las naciones se desvirtuarán con la numerosa población extranjera y musulmana. El planeta será otro.
Los propios derechos humanos universales que emanan de la ONU (la ‘Carta…’) les abre esa posibilidad. El asentamiento en los diversos países. Estos ideales universales no pueden evitar la futura aniquilación de los pueblos. No contaban con la agresiva estrategia de expansión del islam. Es lucha biocultural. Semejante a la biológica. Como la ‘lucha’ entre el árbol huésped (el caso de la higuera estranguladora) con el árbol anfitrión, o esas algas ‘asesinas’ cuya expansión está acabando con el ecosistema milenario del Mediterráneo.
La ONU tiene que disolverse o reformarse desde ya. Con los ideales actuales, es inútil frente al islam. De momento está siendo instrumentalizada por el grupo de los países islámicos. Estos pretenden, desde la ONU, y en virtud de la libertad democrática, que el islam sea intocable en todo el planeta, evitar toda crítica o censura al islam; la estrategia es acusar de racista, islamófobo, anti-islamista, o anti-demócrata, cualquier oposición a la ideología islámica; pretenden además, que sus consignas comiencen a operar en los países (europeos, por ejemplo) con suficiente población musulmana.
La guerra de Ahriman contra el resto del mundo ha comenzado ya. La tercera oleada. Contra las naciones y los pueblos. Se pretende la gran nación islámica y el califato universal.
El islam tiene que ser destruido. Vencido hasta su aniquilación. Es, hoy por hoy, el mal.
*El escenario ahora es planetario. El área islámica cuenta con un numeroso componente humano en el resto del planeta, en las tierras de infieles. Un número que crece cada día. La ‘quinta columna’, como decimos por aquí. Por lo demás, sigue expandiéndose por Asia y África; cada vez son más.
Europa puede ser la primera en caer. Su larga frontera con el islam. Nos inundarán. Todas las estrategias. Económica, bélicas… La población musulmana se hará con zonas. No hay que olvidar los enclaves musulmanes (Albania, Kosovo, Croacia). Tendrán armas, medios de comunicación… Avanzarán. Dispondrán de aeropuertos, traerán ingente tropa de asiáticos y africanos deseosos de entrar en combate. Las poblaciones pusilánimes e indefensas caerán como moscas. Es la próxima guerra. Aquí, en nuestra Europa. Seremos la primera víctima.
*El islam es un severo problema para todas las culturas o civilizaciones del planeta. La china, la japonesa, la india hinduista, la europea moderna y contemporánea… Y, por supuesto, para las culturas de los cazadores-recolectores supervivientes (‘animistas’, tradiciones arcaicas). La luz de esas culturas. Luz antigua, milenaria. El tenebroso islam amenaza con devorar, con destruir esa luz.
Todos los pueblos tendrán que enfrentarse al islam en su momento. Ponerle freno. Aniquilarlo. Todos los pueblos están convocados. Será un combate contra el no-ser, contra las tinieblas y el olvido.
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