Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

jueves, 25 de julio de 2019

192) Genogramas XIV


Genogramas XIV.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (25/07/19).

 

                                                                  *****

 
1.

Aquí, acurrucados en la noche,
mujer, quiero decirte lo mucho
que te quiero. Oscura tú también,
incierta; como un sueño. Múltiple.
Desdibujada. Incognoscible.
Impenetrable. Inasible. Casi nada.
¡Si con una palabra te tuviera!
¡Si te tuviera como a mí mismo
me tengo! ¡Si conmigo te tuviera!
Si justo conmigo estuvieras.

Estas mujeres. Estas compañeras.
Estas rosas nuevas. Tan tristes,
tan amables, tan bellas. El temor
y el temblor son tan sólo lo incierto
de los nuevos días.

Paso el manto y la corteza, llego
hasta el núcleo, y tú lo sabes.
Te palpa mi ojo, mi oído, mi voz.
Te huelo y te aspiro. Te saboreo.
Debes saber cuando llego al fondo;
he burlado todas las barreras
y he logrado tocarte; ya resuenas.
Ya respondes. Desde el núcleo
sensible del ser. Desde donde
se ama. Desde donde eres amada.
Sólo en la amistad y en el amor
se toca fondo. Dulce compañera.

2.

Ciertamente, para los otros, no somos
nunca el mismo. Cada uno nos conceptúa
a su manera. Cada uno se hace una idea
de nosotros. Y cuando se nos dirige
la palabra es con esa idea (o imagen)
con la que se habla. Nadie nos capta.
El que creemos ser. La diana
que creemos ser. Ese centro.

Uno tiene a veces que descentrarse
para hablar con otro, para responder.
¿A quién habla éste? Se dirige a mí,
pero no me habla a mí. Habla a otro
supuesto. Tengo que salir de mí,
desplazarme a ese lugar en el que me sitúa.
Responderle desde ahí. Ocupar ese lugar.
Ser ése. Acomodarme a su visión
(que me manifiesta con su trato).

Al otro lo suponemos. Suponemos un otro
con el cual hablamos. No apuntamos.
No vamos directamente al sub-jectum,
al soporte, al centro de la diana.
Al que subyace.

Por lo general nadie habla con nosotros.
Nadie nos conoce. Nadie nos reconoce.
Nadie habla conmigo. Nadie me habla a mí.
Ocupo el margen de la conversación.
Ventrílocuo.

Interacciones erráticas. Diálogos de ciegos,
de sordos. Nadie habla con nadie.
Escenario social. Personajes sociales.
Sujetos yacentes, al margen, al fondo,
ignorados; allí. Ni aún aparecen.
¿Dónde están los sujetos?
¿Quiénes son los interlocutores?
¿Quiénes ‘son’ los que hablan?

3.

Sujeto nudo, nucléico, básico. ¿Lo hay?
¿Está tras las máscaras-personas? ¿Se protege?
¿Se oculta? ¿Se confunde? ¿Se ignora?
¿Con quién hablo?

La cifra genética, el genouma.
El más pobre; el ignorado;
el no tenido en cuenta; el no percibido.
Ni siquiera intuido o buscado.
 
Núcleo del ser. Soporte, sostén. Los que
subyacen. Los diferentes genoumas.
 
El sujeto básico ignorado, confundido
por su rol o status. Desconocido para él mismo.
A sí mismo se ignora. ¿Cómo espera o quiere
que se le trate, que alguien se dirija a él?

Aquí entran las ficciones culturales,
los ‘yoes’ culturales, la conciencia
meramente cultural.

No sabemos nada acerca de nosotros
mismos, de los nucleosomas digo.
Acerca de la sustancia viviente única,
del sujeto único que somos.

No podemos ignorar al único sujeto.
Un centro perceptivo, volitivo e intelectivo.
La sustancia viviente única que subyace
en cada uno de nosotros.

Cómo advertir al que subyace tras
la personalización social, cultural,
histórica… Cómo puede advenir
a pesar de su alienación por el ámbito
lingüístico-cultural. La relatividad
tempo-espacial de los sujetos simbólicos;
de los contenidos mentales, de la conciencia.

Alcanzar el nivel esencial,
genouménico. El genouma
instruido acerca de su condición.
El homo Xenus/Nexus.

4.

Corregir dentro es corregir fuera.
Corrección exterior y corrección interior.
Lograr fuera, lograr dentro.
Relaciones externas, relaciones internas.

A una van siempre el ser y el aparecer;
el genoúmeno y el fenómeno; el sujeto único.

5.

El estado de ánimo, el humor, las ideas…
del genouma, de la sustancia viviente,
sin lenguaje, no se materializarían,
no devendrían ‘cosas’ perceptibles.
Concebimos ideas que son movimientos
del genouma; sensaciones y emociones.
Traducciones del deseo, del querer;
del estado de ánimo; del genofondo.
Del ser único, del sujeto único.

No el ser aparece sino el ser se traduce.
El ser, el fondo íntimo, el genouma,
se expresa. Se dice, se traduce.
Habla, dice, comunica, da a ver…

6.

El genouma es soporte primitivo.
Homogéneo. Puro. Uno. Sujeto
de todo hacer y de todo decir.
De toda actividad.
 
Nosotros somos la base, el fondo,
el sub-jectum. La vieja alma.
El genouma. Afecto, pasión pura.
Intelecto puro.
 
Uno y el mismo en todas
y cada una de nuestras células.
 
Uno es el que piensa, siente, y quiere.
Uno el que percibe, concibe, y ama.
El genofondo coordinado y sincronizado,
el uno que somos. Una unidad de unidades
idénticas. Un sujeto plural y unificado.
Orientado, dirigido cual vector.
Consustancial a la sustancia viviente
única; sustancia creadora. Alma, ser
de toda cosa viva en este planeta.
Luz de toda cosa viva.

Somos el genouma mismo. Luz pura.
Potencia plástica pura; motor,
primer principio de toda criatura.
Ser único. Alma de todo lo viviente.

7.

Estado interno y salida. Sin elementos,
términos, alfabetos… no podríamos
dar salida, decir-nos, expresar-nos, componer.

Se necesita el alfabeto, la entrada de elementos;
disponer de elementos, materia, términos;
de tal manera que podamos salir al exterior,
exteriorizarnos, dar salida.
Es preciso recuperar el concepto ‘sujeto’.
Incluso en su sentido más fuerte. La sustancia
viviente única. El sujeto único. Nos.
El que siente, el que vive, el que quiere,
el que piensa, el que inventa…

El sujeto fuerte, el genouma,
el genofondo, el alma, el espíritu,
forma-clave-cifra del aparecer;
sujeto que no aparece sino
en la forma de los alfabetos sociales.
Semejante también a las células
del sistema inmunitario, que tienen
que aprender la lengua-clave
del cuerpo al que pertenece.

8.

La invención necesita material…
pero es la sustancia genética
la que inventa, dice, escribe,
compone… se expresa.

¿Quién? Sujetos necesariamente
socializados, cultivados, históricos…
Genoumas instruídos.

 
*****

Saludos,

Manu

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