Genogramas
XXVII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (09/02/20).
*****
1.
No
como hombres sino como vida,
no
como soma sino como genouma
padecemos
la voluntad de poder.
De
no ser por la pulsión de dominio
no
hubiéramos sobrevivido.
La
supervivencia es secundaria, derivada.
Se
quiere la supervivencia cuando
no
se tiene o se ha perdido el dominio.
La
adaptación o la supervivencia
son
derivadas con relación al dominio.
Los
somas no son meros diseños
supervivientes.
Lo que se advierte
es
el derroche, la sobreabundancia,
el
plus… Las variaciones son
potencialmente
infinitas. Las formas
fenotípicas
tienen mucho de gratuito,
de
lujo, de alegría, de riesgo, de valor,
de
apuesta… de burlarse del peligro,
de
situarse en el límite,
en
los bordes, de probar…
La
imaginación, la invención, los ensayos…
Calcular,
ponderar, evaluar, interpretar…
La
capacidad de lenguaje,
de
expresión, del genouma.
El
soma ya es expresión,
ya
expresa, y con el soma
–el
fenotipo– se comunica,
emite
señales, atemoriza,
repele,
atrae, seduce, indica…
Las
señales engañosas…
Desde
la creación del soma
hasta
la conducta de ese soma.
Sus
modos y maneras.
No
hay otro sujeto que el genouma.
El
soma es ya estrategia de dominio.
Su
apariencia, su ‘potencia’… Todas
sus
‘virtudes’ son las del genouma,
no
del soma.
El
genouma avanza enmascarado
(‘larvatus
prodeo’) en todo momento.
Tras
la apariencia, tras lo que aparece,
tras
el fenotipo, tras el soma.
Pero
también en el soma.
2.
Que
no debemos hablar como fenotipos
–como
seres humanos– sino como
genotipos,
como sustancia viviente.
Que
tenemos un nuevo mundo.
Que
el fenocentrismo –antropocentrismo–
está
tras toda nuestra hybris con respecto
al
resto de la naturaleza viviente.
Que
este antropocentrismo es el principio
fundamental
en las religiones de salvación
(aquellas
que mancillan la vida), y en todas
las
tradiciones culturales del neolítico
(el
período en el que aún vivimos).
Que
el antropocentrismo es el causante
del
engreimiento, la vanidad, la soberbia
de
los seres humanos, de ese cariotipo.
Que
hemos de lograr la victoria sobre
las
tradiciones religioso/culturales
del
neolítico (su antropomorfismo,
su
fenocentrismo, su superficialidad,
su
daño, su monstruosidad, su perversión…).
Que
hemos de dejar atrás el período medio.
Que
la naturaleza viva ha de verse desde
el
genouma, desde la sustancia genética.
Que
el genocentrismo, y la genómica,
han
de ser el futuro.
Que
ha habido un malentendido, y que
ha
sido en esta época cuando hemos podido
resolverlo
–hemos llegado a nosotros mismos.
El
auto-descubrimiento. La autognosis
que
supone el haber llegado a la sustancia
viviente
única; al saber qué, quiénes somos.
Que
no debemos consentir, ni permitir,
ni
tolerar, que nadie se apropie de este
conocimiento
–las empresas farmacéuticas,
los
laboratorios ‘privados’, que pretenden
adueñarse
del más grande descubrimiento
que
nos sea dable concebir. Esta monstruosidad
es
signo bien claro de nuestro antropocentrismo
(fenocentrismo),
de nuestra enajenación,
de
nuestro descentramiento, del ‘lugar’
en
el nos encontramos, aún.
Que
no acabamos de salir del neolítico.
Que
nos es vital el dejar atrás
el
antropocentrismo; que tenemos
que
acabar con la ilusión antropocéntrica
–con
la aberración antropocéntrica.
Que
lo que está en juego no es el futuro
del
hombre, sino el de la vida.
3.
Todas
las formas, todos los modos,
todos
los procedimientos… debemos
retrotraerlos
a la sustancia viviente única.
Nosotros
somos lo viviente. Un fragmento
de
la sustancia única. Toda la violencia,
toda
la astucia, toda la crueldad incluso
que
advertimos en el resto de las formas
vivas,
podemos atribuírnosla a nosotros.
Nosotros
somos el espíritu, el genio
de
toda cosa viva, de todo lo viviente.
La
inteligencia es heurística –capacidad
de
cálculo y estrategias de dominio.
Superar
el medio, sobrevolar, danzar…
Lograr
ligereza, más que dominio.
Superdominio.
Dejar atrás dificultades.
Es
una finta, una burla a todo obstáculo.
Nos
reímos de los obstáculos y dificultades.
Una
pirueta sobre un mar agitado,
erizado
de dificultades. Superando
toda
constricción. Más aún. Buscamos
los
obstáculos, la disciplina, la dureza, el rigor…
Y
gozamos ante toda dificultad vencida.
En
cada triunfo, en cada victoria.
El
espíritu poderoso. El espíritu que es
en
todo momento pulsión de dominio,
ímpetu
puro, fuerza pura. Siempre
dirigida,
orientada... hacia la victoria.
Todos
los diseños somáticos, así como
toda
estrategia de dominio, nos tienen
que
resultar familiares, naturales, lógicos…
(dadas
las circunstancias).
Podemos.
Somos creadores, fuertes,
inteligentes.
Nuestra fragilidad la superamos
mediante
nuestros diseños somáticos.
Creador
en todo momento, y criatura, en tanto
que
ha de aprender, ha de adquirir dominio.
Dominio
de sí, de sus miembros, de sus virtudes,
de
su poder. Ha de hacerse uno. Mediante
repeticiones,
insistencia, disciplina. Devenir
agudo,
resistente, flexible. Como un filamento
vibrante,
ardiente, encendido.
4.
Verdadero
en todo momento
lo
que pasa a nuestro alrededor.
El
alma a flor de piel.
No
hay nada oculto.
5.
La
mujer, temible y llena de vida.
La
compañera. Vida plena. La plenitud
de
la vida. La alegría de la vida.
La
faz amable y temible. La más
sutilmente
poderosa. La belleza.
La
atracción. La seducción femenina.
El
pozo más profundo. El abismo más
hermoso.
Silenciosa potencia. Muda.
Callada.
Callado poder. Inquietante.
Temor
y el más piadoso amor suscita
la
hermosa compañera.
¿Y
tú, qué dices, compañera, acerca
del
varón; acerca de todo esto;
acerca
de lo nuestro?
La
condición sexual divide, escinde
a
la vida misma. Unidades que
mutuamente
se deben. Pero unidades,
al
cabo, de vida. Esto enfrenta
a
las unidades sexuadas incluso
en
el acto de la regeneración.
La
cópula es rendición. ¿Se rinden
armas?
¿Se rinde la mujer en todo
encuentro
amoroso? La rendición
femenina
es una treta, una estrategia
de
dominio. Es el varón el que se desarma
ante
la mujer, queda indefenso;
esto
es, se entrega –se rinde.
*****
Hasta
la próxima,
Manu
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