Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 9 de abril de 2021

233) Genogramas LV

 

Genogramas LV.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/04/21).

 

                                                                  *****


1.

Un gran ciclo ha comenzado.

No para la humanidad, sino

para la vida. Para Nos, la vida.

Para Genousse y Genoussin.

 

La humanidad es trascendida,

dejada atrás –el antropomorfismo,

el antropocentrismo. Es un nuevo

mundo, un nuevo día, una nueva aurora.

 

¿Cuánto tiempo tardará la luz

de esta estrella, de este amanecer,

en iluminarnos plenamente?

¿Para cuándo esa ilustración?

 

Es renovación, transformación,

evolución, mutación simbólica.

Es un saber nuevo y universal.

 

Es una nueva razón. Se cambia

la mirada, el lugar. Es otro lugar,

otro espacio. El lugar desde el cual

se mira; no como individuo, no como

humanidad, sino como vida.

Desde la misma vida.

 

Nuestro ser impalpable,

diminuto; nuestro ser último;

nuestro ser genético.

 

2. 

Los mitos acerca del origen

del hombre que se produjeron

durante el neolítico, vengan

de donde vengan, no nos dicen nada.

 

Como seres genéticos tenemos

la edad de la vida. Millones de años.

El ser genético es nuestro ser primordial,

nuestro ser único (nuestro genouma).

Tiene la edad de la vida. Es una razón,

un fragmento ordenado y sexuado

de la sustancia viviente única,

virtualmente imperecedera.

 

La vida se perpetúa a sí misma.

A sí misma se sucede. Generación

tras generación. En la tierra

y en el cielo.

 

Nos, la vida; nos, la luz.

 

3.

Como vida hemos de argumentar,

desde la misma vida; desde la sustancia

viviente única. Con el lenguaje adecuado

(el bioquímico o el ecológico).

Las razones de la vida.

 

4.

Sigue sonando el silbo tenebroso.

Sigue su discurso, su voz.

Sus antropologías, sus teologías,

sus sociologías… sus mundos.

 

No tienen ya nada que decir vuestros

‘hombres’, o vuestros ‘mundos’.

Habláis en vano. Todas vuestras

concepciones del hombre o de la vida

han sido ampliamente refutadas

por la revelación del genouma,

por la lógica de lo viviente.

Habéis quedado definitivamente

atrás. Nada tienen que decirnos

ya las teorías de la naturaleza

o del hombre que surgieron

a lo largo del neolítico histórico

–desde Sumer, y hasta casi nuestros

días. No nos dicen.

Ni siquiera se nos aproximan.

 

Hoy el cariotipo humano queda

plenamente parametrizado

en la naturaleza y en la cultura.

De modo nuevo nos sabemos,

y nos decimos. En nuestras escuelas,

en nuestras calles. Estamos fuera

de aquellos discursos.

 

Este saber nuevo se irá integrando

más y más en nuestro ser simbólico.

Nos transformaremos. Seremos otros.

 

Seres biosimbólicos, seres futuros.

Los pocos que hoy circulan aquí

y allá en el planeta. Seres renovados,

nuevos; semillas de futuro.

 

Más allá del hombre, en verdad.

Las criaturas del nuevo período.

 

5.

Mediante el ser simbólico la sustancia

genética, la sustancia viviente única,

ha logrado acceder a sí misma.

No ha sido fácil el camino. Desde

donde la memoria simbólica alcanza

hasta nuestros días podemos seguir

las incidencias del camino aquí y allá.

Las diversas culturas, y los diversos ‘hombres’.

 

No es una nueva ética lo que necesitamos,

sino toda una cultura, una mirada nueva;

un mundo nuevo. Previa autognosis.

No salimos del antropocentrismo

(los ‘humanismos’ pululan), ni siguiera

en las corrientes  más próximas a nuestros días

como el ecologismo y el post-modernismo.

 

Período neolítico, período antropocéntrico,

fenocéntrico; lejos del sol, del centro,

del genocentro. Lejos de nosotros mismos. 

Lejos de la verdad, de nuestra verdad.

 

No nos sabemos aún como sustancia

viviente única. No somos aún

el verdadero sujeto. El ‘hombre’

usurpa el lugar del centro;

el fenotipo usurpa o ignora

al genotipo, la criatura al creador.

No hablamos aún como sustancia

viviente única. No somos aún

lo que somos.


En nosotros habla la vida, aunque

confundida y alienada (en una

de sus criaturas). No ha sido fácil

el camino hacia nosotros mismos.

La revelación del ser genético,

de nuestro ser primordial y único.

La pulsión de conocimiento y de verdad

nos ha conducido aquí. Este saber

y esta verdad nos transformarán;

serán comunes y consustanciales,

simbólicas. Habrá seres biosimbólicos

 nuevos, distintos, otros.

 

Ése es el futuro por venir, el nuevo

período que inauguramos. Nos,

las nuevas criaturas; las criaturas

renovadas; los seres nuevos.

 

Hay ya visiones no humanas.

La genómica, la ecología, la etología…

Son los caminos nuevos hacia

la autognosis, y hacia el renacimiento.

Nuestro ser simbólico y nuestro ser

genético están descifrados. Hemos

llegado al final de este camino.

El período antropocéntrico ha terminado.

El hombre ha desaparecido.

 

La perspectiva genocéntrica es la que

ha de venir. Más allá de los planteamientos

antropocéntricos del neolítico.

Más allá del cariotipo humano.

Esto es lo que inauguramos.

El nuevo período que ya vivimos. 

Nos, la vida.

 

6.

Un amor lleno de silencio y complicidad.

El amor nuevo. Es la vida quien ama;

la sustancia viviente única. Se ama a sí misma.

Queda por vivir y por pensar este amor

nuevo. Fragmentos, cifras genéticas

sexuadas que se buscan. Ya no ciegamente.

Ahora sabemos. Es natural que este saber

nuevo transforme la vivencia del amor,

de la pasión amorosa. Se requiere un nuevo

lenguaje. Porque no habla ya el fenotipo,

el hombre, o el mero ser simbólico, sino el ser

viviente único, el ser que se sabe.


7.

La revelación del genouma pulveriza

al hombre y al mundo tal y como

los conciben las ideologías religiosas,

filosóficas, políticas… del pasado.

Los mundos del neolítico han perdido

valor, significación, sentido;

han quedado devaluados.

 

Al espejo en el que nos mirábamos

se le fue el azogue. Nada cabalmente

del pasado nos sirve. Nuestra perspectiva

es otra. Nuestro camino es nuevo.

Genocéntrico, biocéntrico.

 

Hay que empezar a producir desde ya

metabolitos simbólicos, simbolemas;

la atmósfera espiritual del futuro. 

Los seres nuevos carecemos

de literatura, de filosofía,

de cine, de música… de cultura.

Queda todo por hacer.

 

Vivimos la aurora de un nuevo período.

Son tiempos inaugurales, primeros.

Son también tiempos de transición.

Lo viejo se desmorona lentamente,

lo radicalmente nuevo es aún escaso.

Tiempos mezclados, tiempos impuros.

No acaba de amanecer del todo.

Apenas destellos, apenas luz.

Apenas nada que llevarnos

a la boca. Apenas aire nuevo.

 

*****


Saludos,

Manu

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