Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

domingo, 12 de septiembre de 2021

243) Genogramas LXV

 

Genogramas LXV.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (12/09/21).

 

                                                                  *****


1.

El único cariotipo que piensa

y que se piensa en el mundo.

El único que se ‘objetiva’,

que va más allá de sí y,

por ello mismo, el único ser vivo

que puede modificar su conducta.

 

Esta autoconciencia es, quizás,

la fuente de nuestra libertad.

El ‘plus’ que caracteriza

al cariotipo humano.

 

2.

¿El cariotipo humano como vértice

de la evolución? La especia ‘elegida’,

dicen. ¿Elegida para qué?

¿Para dominar este mundo viviente;

el mundo? ¿Para destruirlo?

 

El cariotipo humano es la especie

elegida por la sustancia viviente

única  para el gran acontecimiento

de su revelación en el mundo

–de su auto-revelación.

 

3.

El ‘hombre’ ha de ser dejado atrás.

Ahora se requiere una ‘cultura’

para la vida. Ahora la vida ha de crear

su propia cultura. Una cultura

a la altura de la vida. Una cultura

dirigida a la vida, centrada

en la vida, destinada a la vida.

Una palabra digna de la vida.

 

La vida no dispone de cultura.

No tiene nada. Carece por completo

de palabras que la digan, que la acunen,

que la expresen. Nada del pasado

antropocéntrico y antropomórfico

puede satisfacer su hambre y su sed

de palabras, de verdades…

 

Habrá que empezar desde cero.

Una nueva cultura desde la nada.

 

4.

El largo camino hacia sí mismo

de la sustancia genética.

La autognosis de la vida.

La revelación.

 

5.

Una vida ya no confundida,

perdida, presa… alienada

en sus criaturas –en el hombre

en particular. Una vida ya libre

y consciente de sí.

 

6.

Lo uno-primordial (Ur-eine). Xenus.

La sustancia genética, la sustancia

viviente única. Carente de palabras,

de música… Ninguna cultura humana

la dice; nada en la sabiduría humana

la presagiaba o adivinaba.

El inesperado Xenus/Nexus.

 

Xenus/Nexus no puede quedar

prendido en las diversas culturas

que los humanos han llegado a crear.

No puede comprometerse con ninguna

cultura, con ningún grupo humano.

Ha de trascenderlas a todas. Más allá.

 

El nuevo período genocéntrico,

post-humano, ha de dejar todo

lo humano atrás. Ahora la alienación

le compete a la misma vida.

La vida no puede seguir siendo

esclava de una determinada

rama étnica o lingüístico-cultural.


En cada ‘cultura’ los hombres

se decían a sí mismos. Trataban

de encontrar un sentido a su propia

existencia. El hombre era el centro

de aquellos mundos elaborados

a través de las generaciones.

El hombre era el límite y la raíz

de sus preocupaciones.

 

Todo el legado humano

ha quedado inútil para Xenus/Nexus.

Todo equivocado, errado, descentrado…

El sujeto ahora es la vida.

 

Es un año cero absoluto.

Todo por hacer.

 

7.

¿A quién invocamos? Carecemos

de dioses, de mitos… de historia,

de ‘pasado’… Lo nuestro es el futuro.

 

Tenemos que construir para el futuro

una morada para Xenus/Nexus.

Para la nueva (y vieja) criatura;

para la vida imperecedera.

 

8.

La vida es el único sujeto

de la actividad; el único

protagonista. No hay otro.

No hay nadie más.

 

Todo lo humano ha quedado atrás.

El ‘hombre’ ha desaparecido.

Ahora es la mirada de la vida,

de la sustancia viviente única,

de Xenus/Nexus. Ahora es la vida

la que tiene la palabra. El hombre

(la criatura) ya nada tiene que decir.

 

9.

Nuevos pensamientos, nueva actividad,

nuevos mensajes… Nueva arquitectura,

nueva música, nueva poesía, nueva filosofía…

Una cultura a la altura de Xenus/Nexus.

Genousse y Genoussin.

Más allá de culturas, razas, naciones…

Pero no en nombre de una abstracta

humanidad, sino en nombre de la vida.

 

10.

Todo humanismo o antropocentrismo

(religioso, filosófico, político…)

ha quedado arruinado, pulverizado,

ante la ‘revelación’ de la sustancia

genética, de la sustancia viviente única.

 

11.

La revelación de la sustancia

viviente única cambiará la faz

del planeta en el futuro. Esta

revelación sí que es una verdadera

novedad; algo verdaderamente

nuevo, e inesperado. No adivinado,

no presagiado, no anunciado, no profetizado…

Esta revelación, este saber, partirá en dos

la historia del cariotipo humano sobre

la tierra. Habrá un antes y un después

como nunca antes lo hubo.

 

Seres nuevos, futuros…

Conscientes de su ‘ser’ único.

 

12.

Es el ‘hombre’ con sus impertinencias,

con sus exigencias, con sus demandas…

el gran perturbador. Ahora reclama aire

limpio, aguas puras… en nombre

de la humanidad… como un derecho.

Incluso los más radicales, los ecologistas

‘profundos’, usan un lenguaje antropocéntrico.

Se habla de la auto-realización del ‘hombre’…

 

No sé cuando nos libraremos

de ese ‘hombre’ que lleva miles

de años explotando al resto

de la naturaleza viviente

y emponzoñando el planeta.

No sé cuando ese ‘hombre’

se apartará a un lado para darle

paso a la vida; para hablar como

vida, y en nombre de la vida.

 

13.

“La morada del hombre es su ‘daemon’”,

dice Heráclito. La morada, esto es,

su morar sobre la tierra, el cómo mora

o habita; su modo y manera de estar.

Así la morada, así el hombre que la habita.

 

El hombre que hasta ahora mora

es el hombre del neolítico,

el depredador sin escrúpulos…

Es ese hombre el que mancilla

la morada de la vida. Es ese hombre

último el que debe desaparecer

para dar lugar a la vida. Ahora

es la vida la que tiene la palabra.

 

El hogar de la vida. Ahora

no es el hombre quien mora,

o el morador, sino la misma vida.

La vida cuida de su morada.

 

Limpiar, purificar todo

lo que el hombre ha manchado.

Recuperar la tierra,

el aire, el agua, la luz…

La cuna de la vida. El hogar

prístino y puro.

 

*****

 

Hasta la próxima, 

Manu

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