Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

domingo, 10 de octubre de 2021

245) Genogramas LXVII

 

Genogramas LXVII.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (10/10/21).

 

                                                                  *****

 

1.

El ‘hombre’ es el problema, no la solución.

 

Son los últimos tiempos del ‘hombre’,

son los últimos ‘hombres’. Esto vivimos.

 

Guerra al hombre. A sus delirantes mundos,

a sus delirantes querellas… A sus arrogantes

iniciativas, a su pertinaz antropocentrismo.

A su vanidad.

 

Vaciedad del hombre, de su cariotipo,

de la criatura… Mero cuerpo de la sustancia

genética, mero vehículo, mero instrumento…

 

2.

El espacio de la vida. El agua,

la tierra, las rocas, el aire;

la temperatura, la presión,

la gravedad… Lo no viviente,

lo abiótico. La cuna, el lecho,

la morada de la vida.

Nuestra morada.

 

Así la morada, así el hombre.

Así la morada, así la vida.

 

3.

La vida confundida, ciega,

maniatada, alienada… Sin voz.

La ilusión antropocéntrica (el mundo

de los ‘hombres’) domina el planeta.

La impostura de la criatura. La usurpación.

El esclavo, el siervo, ha devenido señor

de las criaturas. El instrumento, el medio.

El fenotipo.

El hombre se ha tomado a sí mismo,

durante demasiado tiempo, como

el vértice de la evolución. Sobre

todo el hombre del neolítico

–el que aún predomina y domina.

 

Este hombre impone su visión

antropocéntrica a todas las criaturas

y a todo el entorno –al entorno biótico

y al abiótico. Explota y contamina

sin cesar el hogar de la vida. Lo altera

y lo hace dañino para la vida.

Ese hombre es un peligro para la vida.

Ese siervo enloquecido. Hay que hacerle

la guerra a ese hombre, a sus mundos,

a sus ideologías, a sus credos

(religiosos, políticos, científicos,

filosóficos…), a sus delirios;

a su megalomanía y a su narcisismo.

 

El camino errado, errático…

La deriva catastrófica. La huida

hacia delante de ese hombre;

de esa criatura enloquecida.

 

La vida cruje, estalla en mil clamores.

Peligra el agua, el aire, la luz tamizada…

La morada está sucia, rota, deshecha…

violada, mancillada.

 

Ese hombre tiene el poder.

Y hace lo que quiere. Ahora

pretende gobernar el planeta

entero. Llega ya esa hora,

según algunos. La hora

del dominio sobre el planeta

entero. ¿Quién lo logrará?

¿Qué cultura, qué grupo,

qué nación…? 

 

Ese hombre es el gran obstáculo

para la vida. Sus delirantes

y descentrados mundos, su proceder

nocivo… Su locura (su antropocentrismo,

su megalomanía, su narcisismo…).

 

Ese hombre ha de desaparecer;

ha de ser vencido. La vida lo vencerá.

Lo triturará, lo convertirá en polvo

y cenizas –en materia para el olvido.

El hombre que no es –que nunca

fue ni será. La ilusión antropocéntrica.

 

La vida vencerá al final.

Se impondrá su palabra,

su voz. Su verdad.

 

4. 

La vida que decide, dirige, conduce… 

La vida que está al frente como

vanguardia del pensamiento

y de la acción. La vida poderosa;

la vida que manda.

 

Sea la vida en nuestras palabras,

en nuestros pensamientos,

y en nuestras acciones.

 

5.

El mundo del cariotipo humano

está determinado por su propia

morfología –su particular fenotipo.

La perspectiva humana esta

predeterminada pos sus propios

receptores. Su ‘subjetividad’,

su ‘mirada’, su mundo interno

es relativo a su ‘constitución’.

 

¿Cómo pasar desde la perspectiva

específica a la perspectiva de la misma vida?

¿Es posible? Mirar, ver, oír… comprender

el mundo desde la posición de la vida.

Desde ese lugar. El origen. El centro.

 

Saber, mundo, horizonte, perspectiva…

Espacio, lugar. Los humanos no estamos

ya donde estábamos hace apenas cien años.

Los humanos hemos adquirido una comprensión

y un saber acerca de la naturaleza entorno

que ha modificado sustancialmente nuestra

mirada, nuestro mundo. Pese a las determinaciones

constitutivas de nuestro ser, algo más en nuestro

ser nos ha permitido aproximarnos a la misma

vida, incluso reconocernos como la misma vida

–la sustancia genética, la sustancia viviente única.

 

El ser inteligente y reflexivo de la misma vida.

Las facultades o ‘potencias’ de la misma

vida subyacen en nosotros de manera

natural porque nosotros somos la vida.

 

La vida piensa y habla en nosotros,

se expresa, inquiere, interroga…

con las armas, o los medios,

del cariotipo humano.

 

La vida quiere saber,

quiere saberse.

 

El mundo de los humanos ha cambiado

sustancialmente. La información que hoy

se metaboliza acerca del mundo entorno

es otra; el ‘mundo’ es otro. Los signos

son otros. Todo ha cambiado. Hemos

cambiado de ‘mundo’; de perspectiva.

 

La nueva ‘visión’ se ha producido

inadvertidamente, poco a poco.

La nueva visión, la nueva posición,

el nuevo lugar… Procesos irreversibles.

 

La perspectiva esencial,

centrada, genocéntrica

 

6.

No hay otro observador reflexivo

que la misma vida. Es la vida

la que reflexiona desde sus variados

somas. No hay otro que reflexione.

Es el único sujeto…

 

Es la vida la que en todos y cada uno

de los organismos mide, pondera, evalúa…

el mundo entorno. Lo hace a través de los

peculiares receptores de cada organismo.

Tantos cariotipos, tantos mundos.

 

La vida se protege a sí misma en cada

organismo. Cuida, vela por sí.

Cuida de su delicado y frágil ser.

Desde los (posibles) coacervados,

desde las primeras cápsulas protectoras.

 

No la criatura ataca

o se defiende, sino la misma vida.

 

A través de sus somas la sustancia

genética palpa, contempla… percibe

de innumerables formas el mundo entorno.

 

Más allá de esa multiplicidad de miradas.

Un mundo físico-químico único.

Tal vez alcancemos esa visión

en el cariotipo humano. El cariotipo

humano posee instrumentos

que multiplican la potencia

de sus receptores… microscopios,

telescopios… La pulsión cognoscitiva

es la de la vida –el deseo de saber

de la misma vida. Hemos alcanzado

un mundo que trasciende el mundo

de los humanos (las peculiaridades

y limitaciones de sus receptores).

 

Poseemos medios e instrumentos

que nos proporcionan un mundo

total, podríamos decir. Más allá

de nuestro soma específico.

 

No ha de preocuparnos ya el lugar

del hombre… Todo parece indicar

que es el lugar elegido por la propia

vida para emerger, para salir a la luz,

para hacerse reconocer…

 

No es una excepción el ‘hombre’,

también en el cariotipo humano

 es la vida la que se apercibe de sí…

 

 

*****

 

Hasta la próxima,

Manu

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