Genogramas
LXVII.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (10/10/21).
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1.
El
‘hombre’ es el problema, no la solución.
Son los
últimos tiempos del ‘hombre’,
son los
últimos ‘hombres’. Esto vivimos.
Guerra
al hombre. A sus delirantes mundos,
a sus
delirantes querellas… A sus arrogantes
iniciativas,
a su pertinaz antropocentrismo.
A su
vanidad.
Vaciedad
del hombre, de su cariotipo,
de la
criatura… Mero cuerpo de la sustancia
genética,
mero vehículo, mero instrumento…
2.
El
espacio de la vida. El agua,
la
tierra, las rocas, el aire;
la
temperatura, la presión,
la
gravedad… Lo no viviente,
lo
abiótico. La cuna, el lecho,
la
morada de la vida.
Nuestra
morada.
Así la
morada, así el hombre.
Así la
morada, así la vida.
3.
La vida
confundida, ciega,
maniatada,
alienada… Sin voz.
La
ilusión antropocéntrica (el mundo
de los
‘hombres’) domina el planeta.
La
impostura de la criatura. La usurpación.
El
esclavo, el siervo, ha devenido señor
de las
criaturas. El instrumento, el medio.
El
fenotipo.
El
hombre se ha tomado a sí mismo,
durante
demasiado tiempo, como
el
vértice de la evolución. Sobre
todo el
hombre del neolítico
–el que
aún predomina y domina.
Este
hombre impone su visión
antropocéntrica
a todas las criaturas
y a todo
el entorno –al entorno biótico
y al
abiótico. Explota y contamina
sin
cesar el hogar de la vida. Lo altera
y lo
hace dañino para la vida.
Ese
hombre es un peligro para la vida.
Ese
siervo enloquecido. Hay que hacerle
la
guerra a ese hombre, a sus mundos,
a sus
ideologías, a sus credos
(religiosos,
políticos, científicos,
filosóficos…),
a sus delirios;
a su
megalomanía y a su narcisismo.
El
camino errado, errático…
La
deriva catastrófica. La huida
hacia
delante de ese hombre;
de esa
criatura enloquecida.
La vida
cruje, estalla en mil clamores.
Peligra
el agua, el aire, la luz tamizada…
La
morada está sucia, rota, deshecha…
violada,
mancillada.
Ese
hombre tiene el poder.
Y hace
lo que quiere. Ahora
pretende
gobernar el planeta
entero.
Llega ya esa hora,
según
algunos. La hora
del
dominio sobre el planeta
entero.
¿Quién lo logrará?
¿Qué
cultura, qué grupo,
qué
nación…?
Ese
hombre es el gran obstáculo
para la
vida. Sus delirantes
y
descentrados mundos, su proceder
nocivo…
Su locura (su antropocentrismo,
su
megalomanía, su narcisismo…).
Ese
hombre ha de desaparecer;
ha de
ser vencido. La vida lo vencerá.
Lo
triturará, lo convertirá en polvo
y
cenizas –en materia para el olvido.
El
hombre que no es –que nunca
fue ni
será. La ilusión antropocéntrica.
La vida
vencerá al final.
Se
impondrá su palabra,
su voz.
Su verdad.
4.
La vida
que decide, dirige, conduce…
La vida
que está al frente como
vanguardia
del pensamiento
y de la
acción. La vida poderosa;
la vida
que manda.
Sea la
vida en nuestras palabras,
en
nuestros pensamientos,
y en
nuestras acciones.
5.
El mundo
del cariotipo humano
está
determinado por su propia
morfología
–su particular fenotipo.
La
perspectiva humana esta
predeterminada
pos sus propios
receptores.
Su ‘subjetividad’,
su
‘mirada’, su mundo interno
es
relativo a su ‘constitución’.
¿Cómo
pasar desde la perspectiva
específica
a la perspectiva de la misma vida?
¿Es
posible? Mirar, ver, oír… comprender
el mundo
desde la posición de la vida.
Desde
ese lugar. El origen. El centro.
Saber,
mundo, horizonte, perspectiva…
Espacio,
lugar. Los humanos no estamos
ya donde
estábamos hace apenas cien años.
Los
humanos hemos adquirido una comprensión
y un
saber acerca de la naturaleza entorno
que ha
modificado sustancialmente nuestra
mirada,
nuestro mundo. Pese a las determinaciones
constitutivas
de nuestro ser, algo más en nuestro
ser nos
ha permitido aproximarnos a la misma
vida,
incluso reconocernos como la misma vida
–la
sustancia genética, la sustancia viviente única.
El ser
inteligente y reflexivo de la misma vida.
Las
facultades o ‘potencias’ de la misma
vida
subyacen en nosotros de manera
natural
porque nosotros somos la vida.
La vida
piensa y habla en nosotros,
se
expresa, inquiere, interroga…
con las
armas, o los medios,
del
cariotipo humano.
La vida
quiere saber,
quiere
saberse.
El mundo
de los humanos ha cambiado
sustancialmente.
La información que hoy
se
metaboliza acerca del mundo entorno
es otra;
el ‘mundo’ es otro. Los signos
son
otros. Todo ha cambiado. Hemos
cambiado
de ‘mundo’; de perspectiva.
La nueva
‘visión’ se ha producido
inadvertidamente,
poco a poco.
La nueva
visión, la nueva posición,
el nuevo
lugar… Procesos irreversibles.
La
perspectiva esencial,
centrada,
genocéntrica
6.
No hay
otro observador reflexivo
que la
misma vida. Es la vida
la que
reflexiona desde sus variados
somas.
No hay otro que reflexione.
Es el
único sujeto…
Es la
vida la que en todos y cada uno
de los
organismos mide, pondera, evalúa…
el mundo
entorno. Lo hace a través de los
peculiares
receptores de cada organismo.
Tantos
cariotipos, tantos mundos.
La vida
se protege a sí misma en cada
organismo.
Cuida, vela por sí.
Cuida de
su delicado y frágil ser.
Desde
los (posibles) coacervados,
desde
las primeras cápsulas protectoras.
No la
criatura ataca
o se
defiende, sino la misma vida.
A través
de sus somas la sustancia
genética
palpa, contempla… percibe
de
innumerables formas el mundo entorno.
Más allá
de esa multiplicidad de miradas.
Un mundo
físico-químico único.
Tal vez
alcancemos esa visión
en el
cariotipo humano. El cariotipo
humano
posee instrumentos
que
multiplican la potencia
de sus
receptores… microscopios,
telescopios…
La pulsión cognoscitiva
es la de
la vida –el deseo de saber
de la
misma vida. Hemos alcanzado
un mundo
que trasciende el mundo
de los
humanos (las peculiaridades
y
limitaciones de sus receptores).
Poseemos
medios e instrumentos
que nos
proporcionan un mundo
total,
podríamos decir. Más allá
de
nuestro soma específico.
No ha de
preocuparnos ya el lugar
del
hombre… Todo parece indicar
que es
el lugar elegido por la propia
vida
para emerger, para salir a la luz,
para
hacerse reconocer…
No es una
excepción el ‘hombre’,
también en
el cariotipo humano
es la vida la que se apercibe de sí…
*****
Hasta la próxima,
Manu
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