Genogramas
LXXIX.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (10/04/22).
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1.
Xenus/Nexus es la vida
en el cariotipo humano
–la vida consciente de sí.
Recuperada la conciencia,
la memoria, el ser…
Reavivada, renacida.
Creador, artífice, demiurgo,
señor de las criaturas…
La materia viviente.
La sustancia viviente única.
Nos. Genousse y
Genoussin.
La vida que cuida de sí;
que se protege,
que se prodiga,
que se ama.
2.
El
‘éthos’ biocéntrico, genocéntrico.
Es la
vida la que ha de gestionar
este
planeta viviente, y gestionarlo
en su
provecho. Pensando en sí,
en lo
que es bueno o malo
para la
vida (para sí).
3.
Los
renacidos a la vida apenas
si
contamos con algo que llevarnos
a la
boca. Algo que satisfaga nuestro
gusto
nuevo. Una vez probado el nuevo
‘sabor’,
poco, muy poco del pasado
humano
nos satisface en lo tocante
a
palabras, a cultura… Artistas
del
hambre consumados parecemos.
Los
renacidos crearán culturas
nuevas,
nuevas palabras y nuevas
obras
dignas de la vida.
Es todo
un reto para los futuros.
4.
Un
inesperado saber, una autognosis
que no
fue anunciada, predicha
o
profetizada. Los colectivos
humanos
aún no han asimilado
este
conocimiento cierto; esta
llegada
al núcleo de los seres
vivos, a
lo viviente mismo.
La
llegada a lo Uno, al ser
viviente
único que somos.
El nuevo
saber esclarece
nuestra
posición, y nos abre
un
camino nuevo, ignoto,
inesperado,
luminoso, fecundo…
La
transformación, el paso
a la
otra orilla, el puente
que nos
separa…
El
conocimiento cierto acerca
de
nuestro ser es el transporte,
la nave
que nos conduce
a la
otra orilla. Basta poner
el pie
en esta nave…
No es un
credo
esto que
digo,
es un
saber.
4.
La
‘tierra’, es la morada de la vida.
Es una
morada construida, o mejor,
optimizada
–la atmósfera que ‘hoy’
respiramos
es en buena medida
obra
nuestra. El comportamiento
ciego,
irracional, de nuestra especie
está
poniendo en peligro
este ‘paraíso’ nuestro.
5.
La caricaturización, la deformación,
la estigmatización del otro
La siembra del odio; del odio
que ciega, que aturde,
que confunde, que embrutece.
En el juego de la vida los tramposos
y los violentos ganan la partida.
Es un mundo (el de los humanos)
donde la mentira y la violencia
triunfan una y otra vez, y donde
los veraces y los pacíficos
llevan siempre las de perder.
Toda la historia de los humanos,
al menos desde que tenemos memoria,
desde comienzos del neolítico histórico
(hace unos seis mil años), está plagada
de engaños y violencias colectivas.
Los engañados y violentados son
constantemente usados como fuerza
de trabajo, o como brazo armado.
Los ‘amos’ se suceden y todo sigue igual.
No hay cambios, ni perspectiva alguna
de cambio. ‘La noche se amontona
sin esperanzas de día’. Es siempre
la misma historia. De un lado los menos
dirigiendo, urdiendo, maquinando,
del otro los más (las masas) movilizados,
dirigidos, manipulados, instrumentalizados.
Los ‘listos’ y los ‘tontos’. Los instrumentos
de movilización (los engaños colectivos):
ayer la ideología religiosa, o la fe común,
hoy las ideologías políticas ‘liberadoras’
(el comunismo o el socialismo, la democracia…),
o la patria o nación. Las muchedumbres,
una vez adoctrinadas, se dejan conducir,
hacen lo que se les dice que hagan
–para conseguir la ‘libertad’, la ‘justicia’,
la ‘democracia’, la ‘nación’… En el calor
de las movilizaciones no advierten su calidad
de instrumentos, de útiles en manos
de los menos –los verdaderos amos
de la situación. Los únicos responsables
son aquellos que siembran la división, el odio,
el resentimiento, el enfrentamiento…
los únicos que sacan algo de la contienda
–los ‘listos’, los poderosos, los menos…
Los menos y los más, los pocos
y los muchos. Entre unos y otros
es preciso encontrar un espacio,
un lugar otro donde vivir, lejos
de la mentira y de la violencia.
Lejos de los listos, de los formadores
de opiniones colectivas, y de las masas
alienadas, idiotizadas, enloquecidas.
Desviar la vista de la penumbra,
de la oscuridad, de la noche.
Es una vida absurda la que nos
hacen vivir, una vida sumida
en la estupidez, en la violencia,
en el engaño… Perdemos el tiempo,
perdemos la vida. Necesitamos
un lugar fuera, un lugar aparte
de la locura y del horror.
Un lugar lo más cerca posible
de la creación, y de la verdad.
¿Dónde ese lugar? Necesitamos
luz, claridad, vida.
No la interface, sino lejos, fuera.
Otro lugar, otro espacio, otra vida.
Hay un espacio ya construido,
ya habitado, donde la verdad
y la belleza gobiernan las vidas.
Hay una humanidad creativa
y luminosa que ama el conocimiento
y la sabiduría. Hablo de los aislados,
de los solos; de los excluidos
de la contienda; de los no vistos,
de los no seguidos,
de los no escuchados.
Una sabiduría
fundamentada
en las ciencias de la vida
es el conocimiento que más
nos concierne, pues nosotros
somos la vida. Es un saber
que nos habla del ser que somos,
y nos habla de la unidad de la vida.
No hay sino una sola vida. Una sola
sustancia viviente, una sola esencia;
una y la misma en el árbol
y en el ave… Es una unidad,
es un Uno.
¿Por qué no somos uno?
¿Qué nos divide y nos enfrenta?
Ideas y palabras probadamente
engañosas nos dividen y nos enfrentan;
desgarran nuestra esencial unidad;
desgarran lo Uno que somos.
Así andamos, dentro y fuera,
en lo grande y en lo pequeño,
divididos y enfrentados.
Por nada, por naderías;
por cosas inexistentes;
por graves ficciones,
por mitos, por mentiras.
Camino de la verdad y de la belleza;
del conocimiento, del arte, de la creación.
El camino de los solos, de los unos.
Unos con el cosmos, unos con la vida.
El camino de la unidad. No lejos, ni fuera,
sino dentro de la vida, del cosmos, del ser.
*****
Saludos,
Manu
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