Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

jueves, 24 de marzo de 2022

256) Genogramas LXXVIII

 

Genogramas LXXVIII.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (24/03/22).

 

                                                                  *****

 

1.

La comunidad de amantes

de la vida. La escuálida,

la mínima, la diminuta

comunidad. Débiles, pobres;

sin poder, sin fuerza.

 

2. 

No se vive o mora de manera

consciente y plena. Apenas nadie

se estremece ante el fenómeno ‘vida’.

 

3.

Ser conscientes de nuestro papel,

de nuestro estado, de nuestra situación,

de nuestro contexto, de nuestro entorno…

Com-portarse, cohabitar, convivir,

con-templar lo otro.

 

4. 

No ya cómo vivir, sino cómo con-vivir.

Nosotros no vivimos sino con-vivimos

(con otros miembros de la especie,

con otras especies, con un entorno

físico-químico…).

 

5. 

Piénsate como vida. Considérate

como vida y no como ‘hombre’,

o criatura. Comienza desde

este punto. Parte de ahí.

  

6. 

Es como vida que debemos vivir;

y es como vida que debemos elegir

lo que es bueno para la vida –para Nos.

 

7.

Si fuéramos educados e instruidos

desde la sustancia viviente única,

como sustancia viviente única,

y no como miembros de tal etnia,

tal nación, o tal cultura…

 

Las discordias entre etnias,

entre culturas, entre naciones…

Las consecuencias letales.

La locura y el horror.

La pérdida de tiempo,

de vidas, de luz…

 

El planeta está lleno de tales

estupideces. La alienación

étnica, nacional, cultural,

religiosa, política… de las masas.

Colectivos poseídos, dirigidos,

instrumentalizados…

 

La vida alienada,

extrañada de sí;

detenida, paralizada.

 

El desvío, el extravío.

El olvido, el soterramiento

del ser único que somos.

 

Individuos que cifran su dignidad

y su contento en ser de aquí o de allá,

y sólo de aquí o de allá.

En este planeta viviente.

 

Patrias, naciones… ideologías…

cosas muertas, idas… Residuos

del neolítico; fantasmas del pasado,

de los tiempos más sombríos.

Que siguen moviendo, agitando

a los colectivos humanos,

desviándolos de sí, apartándolos

de su íntima naturaleza, de su ser

y de su sentido; fabricando 'yoes',

conciencias, 'identidades' asesinas.


Retardan, obstruyen la salida

del neolítico estos movimientos

colectivos. Lastran, dificultan

el destino de la especie humana,

de la especie elegida.

 

No hay otra salida de este desnortado

periodo, que se resiste a desaparecer,

que el genocentrismo. Necesitamos

una nueva ‘paideia’, una nueva

instrucción para los recién llegados

que les inicie, desde que nacen,

en su ser genético único; un nuevo

comienzo o principio (‘arkhé’),

un nuevo ‘éthos’, y una nueva

excelencia (‘areté’).

 

8.

Los malos caminos para la vida se unen.

El insaciable, el ciego deseo de oro,

de poder, de placer. Todo contribuye

a su degradación. Las aguas, la atmósfera,

el suelo productivo… la flora y la fauna…

los colectivos humanos… Todo contaminado,

mancillado, impuro.

 

Ésta es la civilización que vivimos.

La corona de las prácticas depredadoras

y destructivas del entorno físico-químico

y del mundo nuestro viviente; la corona

del neolítico. Destruimos un mundo

cuyas condiciones físico-químicas

(atmósfera, temperatura, salinidad

de los océanos…) la vida ha ido

modificando hasta hacerlo cada vez

más habitable. El ecosistema planetario

es obra también de la vida. La misma

vida ha colaborado en sus propias

condiciones de existencia.

 

¿Quién es el sujeto de tales pésimas

actuaciones; en nombre de quién…?

Es el ‘hombre’, es la ‘humanidad’…

El ‘hombre’ o la ‘humanidad’

son el fetiche o la coartada, la excusa…

 

9. 

La vida alienada, esclavizada…

subordinada a una especie

determinada, a una etnia,

a una cultura… No gira

alrededor de sí misma.

No piensa en sí. Se ignora.

La ignorancia fatal.

 

Liberar a la vida, a la sustancia

viviente única, de toda servidumbre.

 

10.

Tiempos finales. Decisivos. Batalla final.

Las catástrofes de todo tipo (humanas

y medioambientales) que nos envuelven;

que ponen en peligro a la misma vida.

Nunca tan cerca del final.

 

El caos, la destrucción como nunca antes.

En todo el planeta. La ciega violencia,

la ciega explotación… Las malas prácticas

–el mal hacer. Todo el planeta afectado

–no hay rincón que se libre.

 

Sujetar, vencer, dominar… Es la vida

la que ha de poner freno a la vida.

La vida que se lamenta, la vida que ‘ve’,

ha de proyectar luz sobre nuestras acciones.

 

Corregir el rumbo. Cambiar de camino

–de costumbres, de hábitos. Habitar,

morar de otro modo.

 

11.

¿Cómo, conoces lo mejor

y eliges lo peor?

¿Has perdido el juicio?

 

Hoy no cabe

alegar ignorancia.

 

12. 

La vida que a sí misma se explota,

se agrede, se destruye, se arruina…

La vida mala, la vida enferma…


13. 

La buena fe, las buenas intenciones,

la buena conciencia… nada pueden

contra esta turbia lucha por la hegemonía

entre los diversos sistemas de poder.

Omnipresente. Ubicua. No hay rincón

del planeta libre de la querella por el poder

entre los codiciosos. Las banderas,

las facciones enfrentadas (las masas

manipuladas, instrumentalizadas…

la carne de cañón).

 

La lucha, absurda, incongruente,

por el dominio del ‘mundo’ de unos

contra otros. Un dominio que ya la vida

ejerce. Porque  la vida es poderosa

en sí misma. Y la vida en el cariotipo

humano tanto más. ¿A qué buscar

y codiciar un poder que ya se tiene?

 

14. 

El tiempo apremia. Hay procesos

irreversibles. Perdida de flora y fauna.

Contaminación del suelo, del aire,

de las aguas… La hambruna, la miseria,

la violencia, la guerra… –endémicas,

enquistadas, eternas. Dolor, dolor, dolor…

¿Cómo saldremos de ésta? Son los últimos

tiempos, sin duda. Como nunca antes.

Nunca más necesitados de una salida.

 

*****

 

Hasta la próxima,

Manu

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