Más cosas de España.
Manu Rodríguez. Desde Europa
(03/11/16).
*
*‘Podemos’ se retrata, se
destapa. Ha mostrado ser lo que es: una marioneta en manos de los
independentistas en el Parlamento nuestro, en la cosa de todos.
El apoyo explícito a los independentistas,
incluso a los más radicales (Bildu y ERC), del grupo parlamentario de ‘Podemos’
es un claro indicio de su naturaleza (de su ADN, como les gusta decir). El
apoyo a los ‘matutes’ y a los ‘rufianes’.
Los independentistas cuentan
con un grupo parlamentario extra introducido en el parlamento de tapadillo, de
manera disimulada.
‘Podemos’ ha conseguido
engañosamente los votos de extremeños, de andaluces, de castellanos… para
ponerlos al servicio del independentismo vasco y catalán. Su grupo parlamentario
es una fuerza más de los independentistas.
Pero, ¿qué tienen que ver los
andaluces, los murcianos, los castellanos… con las pretensiones independistas
de vascos y catalanes? ¿Por qué van a contribuir a ello?
No ese Estado plurinacional que
nos venden (semejante al ‘bolivariano’) será el fin. Los independentistas no
quieren pertenecer a ningún Estado plurinacional por muy bonito que se lo
pinten. Quieren su propio y único Estado. Y esto debería estar ya más que
claro, a estas alturas.
No sé qué pensar de los
líderes de ‘Podemos’, sobre todo de P. Iglesias. No sé si es un mentiroso (un
zorro), o un necio, un estúpido (un asno). No sé si su verdadera intención es
cargarse definitivamente a España, o está siendo usado para el caso por los
nacionalismos internos (de su propio grupo) y externos, o, sencillamente, no
sabe lo que hace. Lo que a todas luces parece es que la coalición ‘Podemos’
está aliada con todas las fuerzas disolutivas del Parlamento. Forma parte de
las fuerzas disolutivas.
¿Qué pensarán los abogados,
jueces, militares… que militan o simpatizan con ‘Podemos’ acerca del descarado
apoyo del grupo parlamentario a los radicales independentistas vascos y
catalanes? En todo este apoyo es P. Iglesias el que toma la iniciativa y
arrastra a los demás.
P. Iglesias, y su grupo, manifiestan
siempre simpatías para con los radicales independentistas vascos y catalanes –y
no sólo desde su ‘cheka’ mediática. P.
Iglesias, y los suyos, recuerdan a esos personajes cobardes y serviles que se
solidarizan, se congracian con los violentos para no resultar ellos mismos una
de sus víctimas. Les dan la razón; se ponen de su parte. Les corean, les aplauden,
incluso. Se ven así libres de los insultos, amenazas y golpes de estos matones;
fuera de su punto de mira. Hay mucha bajeza en esta actitud, hay que decirlo.
*Hemos podido escuchar en
esta última sesión de investidura los ladridos y gruñidos de los radicales.
Hemos podido observar también cómo el odio y la violencia (verbal, de momento) han
entrado en el Parlamento.
Es el estilo de los radicales
de izquierda. La violencia y el terror en la política es el patrimonio de la
izquierda (desde la Rev. Francesa; desde Marx, Lenin, Trotsky…). Puede
recorrerse el siglo pasado. Todas las técnicas –desde ‘reventar’ los mítines,
discursos, o conferencias de los ‘otros’, hasta el uso de la intimidación, la
violencia armada y el terror… No hay nada nuevo.
Estos nuevos radicales traen consigo
aquel viento ceniciento que mencionaba M. Hernández. Traen vientos cenicientos
llenos de odio, de rencor, de violencia, de muerte. Siembran la discordia. Como
buenos instrumentos del ‘sistema’ –del ‘amo’.
*Me gustaría decir unas
palabras acerca de los recientes ataques de los radicales (Podemos, Bildu, ERC)
al PSOE. Se le acusa de traidor a los ideales de izquierda, de no ser
progresista… No cabe duda de que es la oposición del PSOE a los intereses
independentistas la causa de tales ataques –no se busque otra causa. Lo
‘progresista’ es ser favorable a los independentistas. Si estás con ellos eres
‘bueno’, ‘progresista’ y todo lo demás, si no, eres ‘malo’, ‘reaccionario,
‘facha’… He aquí los fundamentos ‘ideológicos’ de esta retórica maniquea. Las
injurias que se sostienen ahora contra el Partido forma parte de una estrategia
política que tiene como finalidad quitar de en medio a ese PSOE adverso. Eso es
todo. Se procura avergonzarlo, humillarlo, castigarlo por no ceder a las
pretensiones de los independentistas (ellos no son de ‘izquierda’, ellos no son
‘progresistas’, ellos no son ni siquiera socialistas). En último término estos
dardos envenenados van dirigidos contra la militancia, la base; se piensa de
este modo afectar a los militantes… confundirlos, e incluso ponerlos a su favor
–alterar la ‘esencia’ del Partido, por así decir; transformarlo desde su base,
hacerlo otro. Se dirige, pues, arteramente, a la dignidad de los militantes
socialistas, que no soportarán el verse tildados de la noche a la mañana de
reaccionarios o fachas –a despecho de toda su historia. Los militantes y
votantes no deben caer en esa burda trampa. Apelo a su inteligencia y a su
dignidad. No tienen más que advertir las circunstancias. Sucede que estos
radicales e independentistas necesitan claramente un PSOE (otro) que les
favorezca. Quieren un PSOE dócil, manejable (como el muy ‘izquierdista’ y muy
‘progresista’ ‘Podemos’). Son estrategias y tácticas en la lucha política de
cada día adecuadas al momento presente. Mañana serán otras. Ni los militantes
ni los diputados del grupo parlamentario deberían concederle la menor atención
a esos ataques.
La política es el arte de la
mentira, dicen. Pero yo prefiero la definición de E. Haeckel: “La política es biología
aplicada”. En la política tienen cabida todos los medios que advertimos en la
naturaleza viviente para prevalecer, para dominar, para vencer: la violencia,
la amenaza, la mentira, el disimulo, el camuflaje, la ‘mimesis’…
Pedro Sánchez es el otro problema
del PSOE. El momento de confusión con respecto a sus mismas señas de identidad
que hoy vive el Partido, a P. Sánchez se le debe; la escisión política,
ideológica –la pérdida del sentido. A P. Sánchez le ciega su ambición de
dominio y su soberbia. Se hizo muy bien al apartarlo de la Secretaría General. Su
impaciencia por llegar a la presidencia
del gobierno, a la jefatura del Estado –(su intemperante codicia de poder)–, le
hubiera hecho pactar sin reticencias ni remordimientos con los independentistas
y ‘Podemos’. Él sí que era el político
de ‘izquierda’, ‘progresista’, y favorable a las políticas del ‘cambio’ que los
nacionalistas y radicales demandaban. Un Parlamento con una mayoría como la que
pretendía P. Sánchez (PSOE, Podemos, independentistas) hubiera significado el
principio del fin de nuestra comunidad nacional. Ese era el precio de su
ambición de poder.
La intención de P. Sánchez de
presentarse de nuevo como candidato a la secretaría general del Partido
dividirá y enfrentará aún más a los miembros del Comité federal y a los militantes.
Los elogios a Podemos y a su militancia por parte de P. Sánchez, así como los
mutuos elogios que en estos días se hacen P. Sánchez y P. Iglesias incidirán en
esta confusión y división. Los recientes movimientos de P. Sánchez acabarán dañando
al Partido. Parecen hechos adrede. Todo esto me suena a venganza personal. P.
Sánchez quiere hacerle daño al Partido. Está dolido, y es rencoroso. Es
fundamental para el futuro del PSOE que sus dirigentes y militantes no secunden
sus iniciativas; que no sigan ese camino; que sean inteligentes y prudentes.
*Alguna vez habrá que hablar
acerca del ‘marxismo’ y la cuestión de las nacionalidades.
¿Cómo es posible que una
ideología internacionalista y apátrida (“los proletarios carecen de patria”,
Marx) apoye los movimientos nacionales de independencia?
Téngase como ejemplo de esto
que digo el incongruente nacionalismo de la CUP en Cataluña. ¿Un partido
claramente internacionalista, anti-sistema y todo lo demás, predicando un
nacionalismo independentista? Algo huele a podrido en todo esto.
El internacionalismo del
marxismo, del comunismo, o del socialismo, tiene un interés meramente
estratégico cuando apoya a los nacionalismos en el seno de grandes unidades. La
finalidad es, siempre, debilitar, descomponer, destruir.
Naciones pequeñas y débiles
requiere el ‘sistema’. Cuanto más pequeñas e indefensas, tanto mejor. Naciones
que, además, se plieguen a los requerimientos (políticos, jurídicos,
económicos…) del ‘sistema’. Pequeñas naciones multiétnicas y multiculturales;
‘naciones’ abiertas, plurales, carentes de una personalidad definida (étnica y
cultural)
Simulacros de nación
tendremos. Para no parecer, ni de lejos, nacionalistas étnicos (se les
compararía con el nacionalismo étnico que preconizaba Hitler –se les llamaría entonces
fascistas, o nazis) los independentistas vascos y catalanes se manifiestan
favorables a los flujos migratorios de asiáticos y africanos hacia nuestras
tierras. Les dan la bienvenido. Se han convertido, incluso, en defensores de
estos millones de extranjeros. Los partidos independentistas en Cataluña (ERC,
CUP…) cuentan entre sus filas con subsaharianos, magrebíes, pakistaníes… muestran
de este modo su ‘apertura’, su
multiculturalismo –su docilidad al ‘sistema’.
Resulta que no son sólo los
catalanes ‘de toda la vida’ los que reclaman la independencia de Cataluña del
Estado español, también la reclaman los andaluces, castellanos, extremeños… indios,
pakistaníes, magrebíes, subsaharianos… que votan a (e incluso militan en) estos
partidos independentistas que digo.
No sé si los identitarios de
pura cepa advierten cómo se les escamotea la nación cuando estos ‘independentistas’
se la ofrecen a todos –vengan de donde vengan. Es una manera de desposeerlos de
un patrimonio (de una ‘herencia’) que sólo a ellos les pertenece y del cual
sólo ellos pueden disponer. Otros, venidos de fuera incluso, disponen ahora acerca
del futuro de la ‘nación’ catalana (algo que no les pertenece), y construyen
una nación a su medida, aunque también al gusto del ‘sistema’ (heterogénea,
plural…).
¿Qué nación nos venden; que
nación les venden los políticos independentistas catalanes a sus connacionales?
Una nación en la que caben todos. Una nación no ligada a la etnia ancestral, a
las tradiciones milenarias de un determinado pueblo… ¿Qué sentido tiene tal nación?
¿Qué sentido tienen naciones no ligadas a ningún pueblo en particular?
Si cualquiera, venido de
donde fuera, puede llegar a ser francés, inglés, ruso, gallego, catalán… ¿Qué valor, qué sentido tiene entonces el
serlo…?
Pequeñas naciones multiétnicas
y multiculturales que no se diferenciarán en nada unas de otras. La misma
población (heterogénea, plural…), la misma ideología… ¿Para qué fronteras,
pues? ¿Qué necesidad tendremos de naciones?
Pérdida de significación, de
sentido. De los conceptos, de las palabras… de la geografía humana ancestral. Asiáticos,
africanos, amerindios, chinos… que dicen ser franceses, italianos, ingleses,
suecos… catalanes.
Estos son los nacionalismos
que promueven los radicales de izquierda. Pero también el ‘sistema’.
Naciones superfluas. Sin
sentido, sin personalidad… sin rostro definido. Ya circula el concepto
‘post-nacional’. Vivimos tiempos post-nacionales, dicen. Dan ya por
finiquitadas las ancestrales naciones. Es sólo cuestión de tiempo.
Otro cariz que puede tomar
ese futuro post-nacional (esa Matrix/Nueva Sión que nos están construyendo) es
el de las discordias internas en las poblaciones. Una heterogeneidad en
discordia. Los diferentes grupos étnicos y culturales lucharán entre sí –por las
mejores tierras, por las materias primas… Zonas en guerra permanente. El
territorio ancestral de los europeos se rediseñará. Tendremos nuevos
territorios, nuevas fronteras. Las ‘nacionalidades’ que nos vienen (de África,
de Asia…) ya se están agrupando en nuestros Estados. Ya tenemos territorios (en
nuestras grandes ciudades) habitados casi exclusivamente por argelinos, o
pakistaníes, o somalíes… Es territorio europeo ocupado por población extranjera.
Son territorios europeos perdidos.
En cualquier caso, es la ruina
de los pueblos ancestrales lo que viene,
el fin de las milenarias patrias carnales.
Libre flujo de capital y mano
de obra. Un mundo sin fronteras. Es la finalidad –el futuro deseable. Para unos y para
otros. Los pueblos y patrias ancestrales son un estorbo, hay que desvirtuarlos,
difuminarlos, hacerlos desaparecer…
Estos radicales de
‘izquierda’ (ácratas, anti-sistemas, y anti-fascistas incluidos) son también
fuerzas del ‘sistema’. Lo sepan o no lo sepan. Lo quieran o no.
Ciertamente, instrumentos del
‘sistema’ son todos ellos. Esenciales, fundamentales. Su papel, su ‘rol’.
Disolviendo, desvirtuando… confundiendo… amedrentando… Los radicales, los
‘fundamentalistas’ del ‘sistema’. Los dóberman del ‘sistema’. Los ‘perros’ del
señor.
*
Hasta la próxima,
Manu
Así es, los perros del amo. Y no se puede decir nada en contra, no se puede comunicar una opinión que difiera de ese discurso multiétnico, multiracial, pues inmediatamente te tildan de racista, xenófobo, reaccionario, nostálgico. En cambio, ellos si pueden lanzar sus proclamas y escupir por su boca toda clase de improperios contra lo que llaman ellos "el fascismo"; y nosotros debemos guardar silencio. En el vocablo "fascista" meten a todo aquel que no piensa como ellos, lo señalan, le ponen la letra escarlata, por no decir lo persiguen, lo agreden o le hacen la vida imposible.
ResponderEliminarQue tenemos frente a ellos? La nada más aboluta. Pues los pocos Valientes que existem, entre ellos Pedro Varela (el librero), estàm absorbidos,absortos, engañados y perdidos por la otra ideologia del sistema, madre de todas las demàs, y de la cuál derivan el resto de las concepciones o visiones del mundo, políticas, económicas y sociales; como el marxismo, o el internacionalismo; me refiero al judeomesianismo, "alias" cristianismo.