Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

sábado, 26 de noviembre de 2016

142) Sobre el suicidio inducido de los pueblos blancos


Sobre el suicidio inducido de los pueblos blancos.


Manu Rodríguez. Desde Europa (26/11/16).


*
 

*Testigos del final de nuestros pueblos europeos, de nuestras culturas, de nuestras naciones… Esto somos.
Pueblos blancos decadentes. Pueblos ya sin destino, sin futuro. Pueblos que caminan hacia la extinción. Como quieras que lo veas, es absurdo, y es trágico también, todo lo que nos está sucediendo.
No veo futuro para nuestros pueblos. Han conseguido deslegitimarnos, privarnos de razones, de fuerza, de coraje moral, de derecho… Pueblos desnortados, confundidos, como hechizados… Nuestros pueblos no quieren seguir siendo. Voluntariamente, parece, han escogido el camino de la extinción. Pero es un suicidio inducido: Los discursos dominantes, éticos y políticos principalmente, que censuran (castigan) todo instinto de supervivencia, de defensa del territorio, de amor por los hermanos, y que elogian (premian), por contra, el altruismo, las fronteras abiertas, el multiculturalismo y demás, han conseguido modificar la conducta de nuestras poblaciones. Nuestra gente son ya ‘gentes’ del ‘sistema’; son los ‘individuos-tipo’ que éste requiere y produce. La actitud general de nuestras poblaciones es un logro de la ingeniería social del ‘sistema’ –de su poder conformador de opiniones, de ‘conciencias’, de ‘personalidades’…
Valga esta analogía con la técnica de los trasplantes de órganos: Se debilita la defensa de nuestras claves étnicas y culturales  con la intención de evitar el rechazo del injerto de población extranjera. Los discursos y slogans, trans-étnicos y trans-culturales, que difunde el ‘sistema’ operan como inmunodepresores.
No sólo se consigue con estas estrategias la indiferencia ciudadana ante la ingente entrada de población extranjera. Hay jóvenes que pertenecen a diversas ONG europeas  que colaboran con las flotillas de pateras que salen de África o Asia y que avisan a las guardias costeras española, italiana, o griega de las salidas hacia Europa de éstas. Y las guardias costeras se limitan a recoger a estos intrusos y llevarlos a tierras europeas. Todos los días, todas las semanas… Un flujo incesante, y masivo.
Estas actitudes se premian, se incentivan, se ‘pagan’. Los jóvenes implicados en estas ‘gestas’ alardean de ello, y reciben su galardón (en medios de comunicación…). Estos vanos, insensatos, necios, inconscientes traidores a su gente… son elogiados.
El ‘sistema’ somete a nuestra población a un ‘condicionamiento operante’ del que apenas nadie escapa.  Comienza en nuestras escuelas infantiles, en la educación que recibe nuestra gente desde que nace. Se prolonga en toda ‘nuestra’ cultura de masas (cine, televisión, internet, prensa, literatura…). Y es eficaz –logra sus fines.
Nuestra situación es lamentable; terminal, diría yo. Y nuestra gente no puede estar más desviada, más despistada; más lejos de sí y de sus reales circunstancias.
Los movimientos sociales trans-nacionales, trans-étnicos, trans-culturales (tipo ‘mundo sin fronteras’), a cual más ‘revolucionarios’, y que pululan, resultan ser la vanguardia de la globalización que requiere el ‘sistema’. Fijate hasta que punto estamos confundidos. Militamos en las filas de quien procura nuestro mal.
Nuestros ‘rebeldes’ anti-sistemas y anti-fascistas son las fuerzas intimidatorias, los dóberman del ‘sistema’; los nuevos ‘dominicos’, los nuevos ‘perros del señor’. Sus víctimas preferidas son los nacionalistas, los indigenistas, los identitarios… –las partes sanas del organismo biocultural; los lúcidos; los ‘puros’.
Ya sabemos, es malo ser nacionalista, identitario… No puedes defender tu tierra y tu gente. Si lo haces te señalan. Un miembro de nuestra comunidad señalado de nacionalista o identitario puede ser insultado, molestado, agredido… “es un fascista, o un nazi”. No se trata tan sólo de que esté mal visto, socialmente, ser identitario. Hay carta blanca para tratarle como a un perro. La muchedumbre, la bestia ‘anti-fascista’.
La ciega, la manipulada, la instrumentalizada masa anti-identitaria  –la suicida, la enemiga de sí. Usada como arma contra los suyos.
Este comportamiento autolesivo, suicida,  es el resultado de años de propaganda antinacionalista y anti-identitaria en Europa (y en países con ascendencia europea). Es malo, es vergonzoso, es ridículo… ser nacionalista e identitario. Éstas son las consignas que constantemente se repiten desde los medios de manipulación de masas del ‘sistema’ (prensa, radio, televisión, literatura, cine, internet…). Y desde hace decenios.
Se acaba con los pequeños focos de resistencia identitaria tildándolos públicamente de neo-fascistas, grupos de extrema derecha, xenófobos… Estos términos están siendo usados para deshonrar, para denigrar. Nadie quiere ser acusado públicamente de nacionalista o identitario, ser señalado de esa manera. Es lo peor.
Esta propaganda –constante, omnipresente, y agresiva–, que es contraria a nuestros intereses más vitales (existenciales incluso, está en juego nuestro ‘ser’), está resultando letal para nuestra gente. Promueve la auto-extinción de los pueblos blancos.  Es un suicidio inducido, como digo.
Es una propaganda inspirada, como se sabe, en las historias que nos cuenta el ‘sistema’ acerca de la IIGM (sobre el nazismo y el periodo nazi fundamentalmente). Pero estas historias que difunde el ‘sistema’ han resultado ser manifiestamente falsas. Se requiere, pues, una revisión y una reescritura de todo ese período (que en parte ya han sido realizadas). Téngase en cuenta que, sin la satanización del nacionalismo étnico o identitarismo (tras los Juicios de Núremberg), esta insidiosa y nociva propaganda, que impregna toda nuestra vida cotidiana, carecería de sentido y de legitimidad.
Es propaganda de guerra lo que padecemos. Es una guerra de aniquilación contra nuestro ser étnico y cultural.
Cambiar la actitud y el sentir de las poblaciones agredidas o invadidas, hacerlas favorables al invasor o al agresor, éste es el principal cometido de la propaganda de guerra –de las ‘operaciones psicológicas’, como ahora se las llama. La ingeniería social. Las técnicas de modificación de la conducta. Los ‘medios’, los poderes del ‘sistema’.
Toda esta incesante, y costosa, ofensiva ideológica, propagandística, jurídica… contra el nacionalismo étnico (desde su mismo nacimiento, pero sobre todo desde finales de la IIGM) viene a decirnos que éste es el único y verdadero enemigo del ‘sistema’; que es su mera existencia  la que supone una amenaza para el ‘sistema’. De ahí todo el empeño de éste en desprestigiarlo, en destruirlo, en erradicarlo. De ahí también la persecución (en los juzgados y en las calles) a la que se ve sometido.
El modelo cosmopolita, universal, contrario a todo nacionalismo e identitarismo, es el que se difunde por doquier desde los poderosos medios de manipulación de masas de que dispone el ‘sistema’. Esa ideología. La mezcla, la mixtura, lo ‘multi’… Eso es lo excelente, lo mejor. El nomadeo, el desarraigo generalizado. Ciudadanos del mundo. Sin rostro, sin identidad definida (étnica y cultural). Elementos homologados, indiferenciados, sustituibles. Es el futuro social, político, económico… que persiguen, desde hace más de un siglo, tanto la ‘izquierda’ como la ‘derecha’ (los ‘usufructuarios’) del ‘sistema’. Las diferentes fuerzas (aliadas) del ‘sistema’ trabajan en la misma dirección. Ninguna discute sus postulados ideológicos universalistas (‘globales’).
El ‘sistema’ tiene sus usufructuarios o beneficiarios.  Los beneficiarios del ‘sistema’ son sus creadores. Si antaño fueron los sacerdotes y/o los guerreros los que establecían el ‘sistema’, hoy (desde la Revolución Francesa) son la clase económica y/o la clase política las que establecen el marco ideológico (las reglas de juego) en el que se desarrollarán las actividades todas de la comunidad –ponen las bases económicas, políticas y jurídicas. El ‘sistema’ es, principalmente, un sistema de poder, de dominio, que se le impone al conjunto de la población. Únicamente sus beneficiarios (el poder económico, la clase política, las instituciones del Estado…) viven, y gozan, del ‘sistema’, disfrutan de su uso. El resto de la población lo padece, lo soporta…
Las ideologías (religiosas, filosóficas, o políticas) han servido siempre para fundamentar y legitimar el régimen de poder, el ‘sistema’ de dominio (de unos sobre otros) –cualquiera fuese éste.
El ‘sistema’ son sus beneficiarios. ¿‘Cui bono’?
El discurso del ‘sistema’ es, hoy, netamente antipatriótico, antinacionalista, multicultural, multiétnico, internacionalista, universalista, cosmopolita… trans-nacional, post-nacional… Nuestras ‘izquierdas’ y nuestras ‘derechas’ son rostros del ‘sistema’. El mismo internacionalismo, el mismo post-nacionalismo…
No nos dejemos engañar por las llamadas a la patria, o a la nación, de las derechas y de las izquierdas del ‘sistema’. Se trata, en ambos casos, de un nacionalismo y un patriotismo espurios, no ligados a la sangre y al suelo. La patria o nación que postulan es una ‘entidad’ jurídica y política que se pliega a los requerimientos (al discurso) del ‘sistema’. Pretenden convertir las naciones ancestrales en una suerte de  ideología al que cualquiera (venga de donde venga) puede adherirse o afiliarse. Ahora cualquiera puede ser francés, alemán, español, vasco, o catalán… (así como cualquiera puede ser cristiano, demoliberal, o comunista). Con este nacionalismo se desposee a los autóctonos de un patrimonio geográfico, étnico, y lingüístico-cultural que sólo a ellos pertenece. Los nacionalismos que promueven los políticos del ‘sistema’ no tienen otra finalidad que la disolución de las patrias carnales, de las patrias genuinas.
Hay que cuidarse, pues, del nacionalismo, o el independentismo, que difunden estos beneficiarios del ‘sistema’. Promueven naciones abiertas, plurales, multiétnicas, multiculturales… Naciones que acabarán perdiendo sus ancestrales señas de identidad étnicas y lingüístico-culturales. Se pretende, claramente, lo contrario de lo que se predica. Tendremos finalmente naciones étnica y culturalmente heterogéneas que no se diferenciarán en nada unas de otras, y nacionalismos ociosos, superfluos. Véase el caso de España, no sólo en nuestras derechas, atiéndase al poco o nada fiable patriotismo o nacionalismo de partidos o grupos como Podemos, la CUP, ERC, las Mareas y otros. No se trata de nacionalismos o patriotismos equivocados, o confundidos, sino de nacionalismos y de patriotismos deliberadamente engañosos, fraudulentos, tramposos. Son trampas. Confunden, embrollan, desvirtúan… Conducen a la extinción.
Llamo la atención sobre algunos líderes de partidos independentistas catalanes (ERC, CUP…), que ni siquiera son catalanes (de sangre). Una Cataluña que no los considere ‘extranjeros’ parece que construyen, que no los insulte, que no los llame charnegos (perros); una Cataluña plural, diversa, otra (la actual es demasiado catalana); una Cataluña para foráneos, a su medida (y a la medida también del ‘sistema’). Disponen, estos alóctonos, del destino de una nación a la que no pertenecen, y que no les pertenece. Usurpan la palabra, la voz de los genuinos catalanes. Los catalanes de pura cepa no deberían tolerar esta intromisión, esta impostura.
Se diría que estos foráneos se vengan de la nación de acogida desrealizándola. Se vengan de los insultos y menosprecios recibidos. Y esto recuerda a los casos que se han dado o se dan en nuestras tierras europeas con otros grupos étnicos o culturales extranjeros (judíos, musulmanes asiáticos y africanos…). Todos estos no europeos (vistos desde el ‘jus sanguinis’) son partidarios del Estado multicultural y multiétnico (y del ‘jus solis’) –como es lógico (no miran sino por su bien).
Una Europa plural, diversa, otra (la actual es demasiado europea); una Europa para los no europeos, para los extranjeros... Los planes del ‘sistema’.
Los pueblos son comunidades étnicas y lingüístico-culturales asentadas desde antiguo en un determinado espacio. Son comunidades ancestrales. La patria es el territorio que fundaron los ‘padres’, los antepasados. No cualquiera puede ser europeo, chino, o japonés… La patria o nación es herencia, legado, patrimonio centenario, milenario. La patria no se adopta, se hereda. Es una herencia de sangre. Es la sangre (la casta, la raza…) la que aquí hereda.
Los nacionalismos que postulan los políticos (de izquierda y de derecha) del ‘sistema’, vienen a devaluar, a depreciar los lazos de sangre que una población tiene con su territorio ancestral, a restarle importancia (cualquiera puede ser catalán…). Parecen construidos adrede para desvirtuar, para desnaturalizar las naciones genuinas. Como un primer paso hacia su desintegración. Son nacionalismos que, por lo demás, ignoran y ofenden gravemente a los naturales, a los ‘nacionales’, los cuales devienen uno más en estas nuevas naciones en las que todos, vengan de donde vengan, tienen cabida.
Estos nuevos nacionalismos, que sostienen tanto las derechas como las izquierdas del ‘sistema’, resultan, claro está, inocuos, inofensivos, para éste. Sólo el nacionalismo étnico puro, de casta, puede hacerle frente al ‘sistema’ y frenar la disolución de nuestros pueblos. Es la revolución que queda –la rebelión de los nativos europeos  contra el ‘imperio’, contra el ‘sistema’ (contra sus beneficiarios).
Desintegrar a los pueblos y proletarizar a las masas resultantes. Las ambiciones, los sueños del ‘sistema’.
Los sueños del ‘sistema’ son la pesadilla de los pueblos.
Nuestros viejos pueblos y sus demarcaciones territoriales son un estorbo para los planes de dominio del ‘sistema’. El ‘sistema’ requiere masas proletarizadas, no pueblos. Este ‘sistema’ es, por naturaleza, hostil a los pueblos.
Las fuerzas aliadas del ‘sistema’. Los cocreadores. Los beneficiarios. Los poderosos. Los ‘aliados’. El ‘sistema’ mismo. Todas las fuerzas o élites hostiles a los pueblos. Todos los universalismos (religiosos, filosóficos, políticos…) del pasado.
Un mundo trans-nacional, post-nacional; un mundo sin naciones, y sin fronteras. Las utopías del ‘sistema’. El ‘sistema’ crea, adopta, y difunde utopías universales (a ‘diestro’ y ‘siniestro’) que no entran en pugna con sus planes de dominio ‘global’.
La destrucción de pueblos, naciones, y culturas ancestrales es lo que viene. La homologación de la población del planeta. La homologación social, cultural, étnica (racial, mediante el mestizaje)… La destrucción de las diferencias, de aquello que nos distingue a unos de otros –sea en la naturaleza, sea en la cultura.
Es un genocidio étnico y cultural a gran escala lo que viene; lo que ya es. Parece planificado. ¿Quién, quiénes son los ingenieros sociales de esta catástrofe biocultural? ¿De qué medios se vale el ‘sistema’ para imponer su ‘ley’, su ‘orden’; cuáles son sus fuerzas, sus instrumentos?
Son decenas, cientos ya, las etnias en nuestras ciudades más pobladas (Londres, París, Berlín…). Un grave problema, ético incluso, la educación de sus pequeños. ¿Qué instrucción, qué historia…; la francesa, la inglesa, la alemana…? Etnias africanas, asiáticas, amerindias… Sus niños y adolescentes serán formados en una historia que no es la suya, la de su pueblo; en un entorno lingüístico-cultural que no es el suyo, el de su propio pueblo. Millones de personas desarraigadas. Lejos de su tierra, de su hogar, de su gente, de sus ancestros… de su propia historia.
Es un mal para todos (autóctonos y alóctonos) estos flujos migratorios incontrolados. El final será una indistinta masa universal proletarizada y apátrida (el sueño del ‘sistema’; el sueño de Marx); una nueva raza de esclavos a disposición de las izquierdas y las derechas del ‘sistema’ –como fuerza de trabajo,  como carne de cañón, como ‘votante’…; en cualquier caso, como arma, como instrumento, como útil…
Se priva a nuestros pueblos del legítimo derecho que tienen a defender las tierras heredadas, las tierras de sus ancestros. ¿Por qué nuestros pueblos no pueden defender su territorio ancestral, su etnia, su cultura…?
Les recuerdo a los lectores que el único Estado étnico en la actualidad es el Estado Nacional del Pueblo Judío (Israel). ¿Por qué los judíos pueden tener su Estado étnico y el resto de los pueblos no; por qué el resto de los Estados estamos obligados a convertirnos en Estados multiétnicos y multiculturales? ¿A qué viene este privilegio? ¿Qué relación tienen los judíos y el Estado de Israel con el ‘sistema’? Los judíos son cocreadores y cofundadores del ‘sistema’, son por tanto uno de sus beneficiarios.
Antes de la existencia del Estado de Israel los judíos contribuyeron a la creación de los Estados democráticos y plurales que hoy tenemos. Fueron los primeros en beneficiarse de la situación jurídica y política que les proporcionaban los nuevos Estados nacidos tras la Revolución francesa. No sólo los judíos, obviamente, todos los extranjeros, todos los no franceses, o los no ingleses, o los no alemanes podían adquirir estas nacionalidades y gozar de los derechos y libertades de los nacionales. En estas circunstancias nace el ‘ciudadano’, el ‘ente social’… Más allá de etnias y culturas.
Los judíos, hay que decir, son los más celosos defensores del Estado multiétnico y multicultural. Es su medio óptimo para operar, y prosperar, política, cultural, económicamente… aquí o allá. Ese Estado abierto y plural lo quieren para los otros, claro está.
Dicho sea de paso, si a cualquier de nuestros Estados se le ocurriera denominarse a partir de cierto momento “Estado Nacional del Pueblo ‘X’”, sería acusado inmediatamente por el ‘sistema’, desde sus medios (mass media, ONU…), y a escala internacional, de fascista o nazi. Téngase esto por seguro.
Las nuevas naciones que pergeña el ‘sistema’ son buenas para todos menos para los nacionales. Los Estados multiétnicos y multiculturales (plurales, democráticos, abiertos…), los Estados nacidos tras la Rev. Francesa, supusieron el principio del fin de nuestros pueblos. Con tales fundamentos políticos y jurídicos, era cuestión de tiempo el que se dieran las circunstancias presentes (el caos étnico y cultural, la desintegración).
El único intento de revertir la situación, el nacionalismo étnico germano, fue militarmente derrotado, como se sabe. Frente al ‘sistema’ enemigo de los pueblos se abría otra posibilidad, los Estados étnicos. Conservar la homogeneidad étnica y cultural. Neta separación entre autóctonos y alóctonos. Los alóctonos están privados de derechos políticos, de derechos de propiedad… Se evitaba de este modo la injerencia política, cultural, social, o económica de los extranjeros en las cosas propias, en las cosas de los nacionales (de los indígenas, de los nativos). Era una salida; era la salida.
El nacionalismo étnico (indigenismo, identitarismo…) es el único camino de un pueblo hacia el futuro; es para un pueblo su única garantía de futuro. Sólo los pueblos centrados en sí, conscientes de sí, tienen futuro.
La pésima, la horrible imagen del nazismo elaborada por el ‘sistema’, tras los Juicios de Núremberg, es el pretexto que éste usa para arremeter contra todo nacionalismo o identitarismo; es el arma total contra el nacionalismo étnico. Paraliza. Enmudece. Es también la única arma de que dispone el ‘sistema’. No lograremos la victoria si primero no desmontamos públicamente ese dispositivo paralizador –sería tanto como desarmarlo; privarlo de derecho, de argumentos, de razón…
El ‘sistema’ ha construido un muro de infamias, de mentiras, de calumnias… alrededor del nacionalismo étnico. Éste es el muro que tenemos que derribar.
El nacionalismo étnico (de origen europeo) es el ‘mal’ para el ‘sistema’. Es el único adversario del ‘sistema’ (de sus beneficiarios).  Hace tiempo que éste le declaró la guerra. El ‘sistema’ se limita a combatir su mal con todos los medios a su alcance, a remover los obstáculos, a acabar definitivamente con la única fuerza que se le opone.
Para reducir a los identitarios europeos el ‘sistema’ se vale de la ilegalización del nacionalismo étnico (tras los Juicios de Núremberg); del constante bombardeo de consignas contrarias al nacionalismo étnico (democracia universal, derechos humanos universales… altruismo, multiculturalismo, fronteras abiertas…) en la enseñanza y desde los ‘mass media’; del incesante flujo migratorio de asiáticos y africanos hacia nuestras tierras todas; de la pública satanización de la resistencia identitaria ante la masiva entrada de extranjeros (de intrusos); de la intimidación, la persecución, la violencia contra los resistentes, contra los irreductibles…
Alterar (hacer otra) las señas de identidad étnica y cultural de un pueblo. Para ello se deprimen, se debilitan sus naturales, sus legítimos instintos defensivos, al tiempo que se reprime su derecho a la defensa, al rechazo del invasor.
El ‘sistema’ premia y castiga públicamente las conductas favorables y desfavorables a sus intereses; usa técnicas de modificación de la conducta (a escala social) mediante el condicionamiento operante.
El condicionamiento comienza ya en las edades tempranas. Los ‘principios’ universales éticos, jurídicos y políticos del ‘sistema’ (con los relatos sobre las bondades del ‘sistema’ (de los ‘aliados’), y las maldades del enemigo único del ‘sistema’) están implementados en todos los aspectos de la vida escolar de nuestros niños y adolescentes –asignaturas, trabajos escolares, juegos… Los omnipresentes ‘mass media’, a los que nuestros pequeños tienen acceso desde que se levantan, hacen lo demás.
El ‘sistema’ juega con ventaja. Sabe lo que hace. La ilegalización y la pública satanización del nacionalismo étnico nos dejan inermes ante cualquier ataque. Nos paralizan. Nos enmudecen. Hacen imposible la defensa pública de nuestros intereses étnicos y culturales; nos privan del derecho a la legítima defensa de nuestro territorio ancestral. Nos dejan atados de pies y manos; nos cierran la salida –nuestra única salida.
La guerra de las fuerzas aliadas del ‘sistema’ contra los pueblos europeos no ha terminado. Es una guerra de aniquilación, insisto, y la estamos perdiendo.
Nuestra madre patria, Europa, se hunde, se arruina sin remedio. Cada día hay algo que lamentar; algo irreversible pasa… Cada día más cerca del final.
Europa es una víctima más del ‘sistema’. Nuestros pueblos europeos milenarios están siendo engañados, desposeídos, manipulados y, finalmente, sacrificados.
Quizás la conciencia de este más que probable final haga revolverse a los europeos contra el estado de cosas. Ya se atisban movimientos de liberación  –pese a los ‘media’, las masas anti-identitarias, y las amenazas (políticas, económicas, jurídicas…) de Bruselas. La resistencia identitaria está perdiendo el miedo a aparecer públicamente.
Tal vez nuestros pueblos tengan aún una posibilidad de futuro; tal vez podamos aún recuperar la fisonomía que nuestras ciudades tenían hasta no hace muchos años… Tal vez quede aún tiempo para salvar a Europa; para salvarnos a nosotros mismos.
*Nuestro drama histórico me recuerda una vez más el Ragnarök escandinavo. No faltan entre nosotros los traidores conscientes, y los inconscientes –los ‘Loki’ y los ‘Holder’ del relato. Cuando deberíamos estar festejando el retorno de Balder resulta que estamos como al principio, en pleno ‘invierno supremo’, y bajo el fuego de Surt.
Parecía que salíamos de aquel Ragnarök que sufrimos cuando la cristianización de nuestros pueblos. Parecía que vivíamos el fin del ‘invierno supremo’, que la estirpe de Líf (la vida) y Lífthrasir (el que ama o desea la vida) proliferaba. Parecía que renacíamos. Pero he aquí que Surt ataca de nuevo, y con nuevos recursos (con nuevas armas). Se trata ahora del ‘sistema’; del polimorfo, del policéfalo, del todopoderoso ‘sistema’. De aquel que surge cuando la Revolución Francesa.
Desde su nacimiento este ‘sistema’ avanza y logra victorias en nuestras tierras. Tras la IIGM impera sin oposición. Nuestros pueblos yacen caídos, postrados, sometidos. El nuevo ‘orden’ universal que los ‘aliados’ imponen nos priva de auténtica soberanía, de autonomía real… Nuestro futuro nunca fue tan incierto.
Este nuevo universalismo es ahora el ‘derecho’, la ‘ley’. El que vence impone su discurso, su historia, su bien y su mal, simplemente; dicta la ‘ley’, dice lo que ha de ser. El ‘derecho’ está, como de costumbre, en las manos de quien va ganando la partida. El adversario único, el mal único del ‘sistema’ (de este Surt redivivo) está, por supuesto, fuera de la ‘ley’ –satanizado y prohibido; arrojado a las tinieblas exteriores. Hoy como ayer. Ayer como ‘pagano’, hoy como nacionalista étnico (‘nazi’).
Se repiten las condiciones del Ragnarök. Es una guerra total (étnica, territorial, cultural…) la que se sostiene contra nuestros pueblos. La derrota militar del nacionalismo étnico germano fue un episodio en esta guerra en la que nos lo jugamos todo (la herencia territorial y la cultural; incluso nuestro ser –nuestro seguir siendo). La guerra no ha terminado. Si resultáramos definitivamente derrotados no habría más auroras para nuestros pueblos, sería nuestro último ocaso.
*
Hasta la próxima,
Manu

2 comentarios:

  1. Magistral entrada. Magníficos los símiles con el Ragnarök. Por cierto, los "neopaganos" estos de nuevo cuño, pogres hasta el tuétano, muñecos diseñados por los ingenieros sociales,suponen un insulto a nuestros ancestros, a nuestras raices, no tienen ni idea de lo que significa el término pagano, y viven una religión carente de sentido, muy lejos de la herencia biosimbólica de los pueblos germánicos a los que ellos dicen pertenecer.
    Los pocos que quedamos, que captamos del verdadero significado y la importancia del resurgimiento de la nación arya del siglo pasado, cada uno de nosotros, valemos más que cientos de miles de ellos o que todos ellos juntos, incluyendo en el paquete a todo progre o rojeras y por extensión a todo aquel que alardee o presuma de la democracia.
    Indudablemente que en este suicidio inducido de los pueblos blancos tienen mucho que ver nuestros enemigos, los innombrables, esos a los nadie se puede referir ni nombrar sopena penas de privación de libertad.
    Y desde los púlpitos de las iglesias católicas se nos dice, dentro del buenismo reinante, que no tenemos enemigos, frase muy socorrida desde las instancias de poder, cuando son ellos, iglesia y estado, los principales causantes de que esto esté aconteciendo. Esos poderes fácticos que permiten y propician la situación actual.


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  2. Excelente entrada! Mi enhorabuena por tan excelso blog.

    Efectivamente estamos asistiendo al fin del tiempo, de nuestro tiempo, del de los pueblos arios. Cada día que pasa la bestia del sistema crece y los nuestros se ven coaccionados, humillados, esclavizados moral y culturalmente por esa pseudo-cultura moderna impuesta -y auto-impuesta- del "mundo sin fronteras", del "todos somos iguales", de la decadencia en su máximo esplendor.

    Efectivamente los traidores se lucran, se enriquecen, se les premia... para eso están, para servir como los perros que son a los intereses antinacionales, los intereses del Levante, de los caminantes sin rumbo... es la venganza de éstos y la envidia de los subseres hacia los elevados, hacia los puros, hacia los autóctonos ancestrales... los que hicimos de ésta tierra, años ha hostil, un hogar para los nuestros... la tierra de los arios, Europa.

    Lo mismo deberían hacer el resto de pueblos del globo. Volver a sus raices, a sus costumbres, a sus tierras, a su sangre. Sólo así conseguiremos un mundo equilibrado, sensato y respetuoso con la naturaleza. Toda especie y raza merece y necesita de su hábitat, de su suelo, de su clima y de lo que está marcado en lo más profundo de su ser... en su sustancia genética, en la cadena de su ADN.

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