Sobre
el suicidio inducido de los pueblos blancos.
Manu
Rodríguez. Desde Europa (26/11/16).
*
*Testigos
del final de nuestros pueblos europeos, de nuestras culturas, de nuestras
naciones… Esto somos.
Pueblos
blancos decadentes. Pueblos ya sin destino, sin futuro. Pueblos que caminan hacia
la extinción. Como quieras que lo veas, es absurdo, y es trágico también, todo
lo que nos está sucediendo.
No
veo futuro para nuestros pueblos. Han conseguido deslegitimarnos, privarnos de
razones, de fuerza, de coraje moral, de derecho… Pueblos desnortados,
confundidos, como hechizados… Nuestros pueblos no quieren seguir siendo.
Voluntariamente, parece, han escogido el camino de la extinción. Pero es un
suicidio inducido: Los discursos dominantes, éticos y políticos principalmente,
que censuran (castigan) todo instinto de supervivencia, de defensa del territorio,
de amor por los hermanos, y que elogian (premian), por contra, el altruismo,
las fronteras abiertas, el multiculturalismo y demás, han conseguido modificar
la conducta de nuestras poblaciones. Nuestra gente son ya ‘gentes’ del
‘sistema’; son los ‘individuos-tipo’ que éste requiere y produce. La actitud
general de nuestras poblaciones es un logro de la ingeniería social del
‘sistema’ –de su poder conformador de opiniones, de ‘conciencias’, de
‘personalidades’…
Valga esta analogía con la
técnica de los trasplantes de órganos: Se debilita la defensa de nuestras
claves étnicas y culturales con la
intención de evitar el rechazo del injerto de población extranjera. Los discursos
y slogans, trans-étnicos y trans-culturales, que difunde el ‘sistema’ operan como
inmunodepresores.
No sólo
se consigue con estas estrategias la indiferencia ciudadana ante la ingente entrada
de población extranjera. Hay jóvenes que pertenecen a diversas ONG
europeas que colaboran con las flotillas
de pateras que salen de África o Asia y que avisan a las guardias costeras española,
italiana, o griega de las salidas hacia Europa de éstas. Y las guardias costeras
se limitan a recoger a estos intrusos y llevarlos a tierras europeas. Todos los
días, todas las semanas… Un flujo incesante, y masivo.
Estas
actitudes se premian, se incentivan, se ‘pagan’. Los jóvenes implicados en
estas ‘gestas’ alardean de ello, y reciben su galardón (en medios de
comunicación…). Estos vanos, insensatos, necios, inconscientes traidores a su
gente… son elogiados.
El
‘sistema’ somete a nuestra población a un ‘condicionamiento operante’ del que apenas
nadie escapa. Comienza en nuestras
escuelas infantiles, en la educación que recibe nuestra gente desde que nace. Se
prolonga en toda ‘nuestra’ cultura de masas (cine, televisión, internet,
prensa, literatura…). Y es eficaz –logra sus fines.
Nuestra
situación es lamentable; terminal, diría yo. Y nuestra gente no puede estar más
desviada, más despistada; más lejos de sí y de sus reales circunstancias.
Los
movimientos sociales trans-nacionales, trans-étnicos, trans-culturales (tipo
‘mundo sin fronteras’), a cual más ‘revolucionarios’, y que pululan, resultan
ser la vanguardia de la globalización que requiere el ‘sistema’. Fijate hasta
que punto estamos confundidos. Militamos en las filas de quien procura nuestro
mal.
Nuestros
‘rebeldes’ anti-sistemas y anti-fascistas son las fuerzas intimidatorias, los
dóberman del ‘sistema’; los nuevos ‘dominicos’, los nuevos ‘perros del señor’.
Sus víctimas preferidas son los nacionalistas, los indigenistas, los
identitarios… –las partes sanas del organismo biocultural; los lúcidos; los
‘puros’.
Ya
sabemos, es malo ser nacionalista, identitario… No puedes defender tu tierra y
tu gente. Si lo haces te señalan. Un miembro de nuestra comunidad señalado de
nacionalista o identitario puede ser insultado, molestado, agredido… “es un
fascista, o un nazi”. No se trata tan sólo de que esté mal visto, socialmente,
ser identitario. Hay carta blanca para tratarle como a un perro. La muchedumbre,
la bestia ‘anti-fascista’.
La
ciega, la manipulada, la instrumentalizada masa anti-identitaria –la suicida, la enemiga de sí. Usada como
arma contra los suyos.
Este
comportamiento autolesivo, suicida, es
el resultado de años de propaganda antinacionalista y anti-identitaria en Europa
(y en países con ascendencia europea). Es malo, es vergonzoso, es ridículo… ser
nacionalista e identitario. Éstas son las consignas que constantemente se
repiten desde los medios de manipulación de masas del ‘sistema’ (prensa, radio,
televisión, literatura, cine, internet…). Y desde hace decenios.
Se
acaba con los pequeños focos de resistencia identitaria tildándolos públicamente
de neo-fascistas, grupos de extrema derecha, xenófobos… Estos términos están
siendo usados para deshonrar, para denigrar. Nadie quiere ser acusado públicamente
de nacionalista o identitario, ser señalado de esa manera. Es lo peor.
Esta
propaganda –constante, omnipresente, y agresiva–, que es contraria a nuestros
intereses más vitales (existenciales incluso, está en juego nuestro ‘ser’), está
resultando letal para nuestra gente. Promueve la auto-extinción de los pueblos
blancos. Es un suicidio inducido, como
digo.
Es
una propaganda inspirada, como se sabe, en las historias que nos cuenta el
‘sistema’ acerca de la IIGM (sobre el nazismo y el periodo nazi
fundamentalmente). Pero estas historias que difunde el ‘sistema’ han resultado
ser manifiestamente falsas. Se requiere, pues, una revisión y una reescritura
de todo ese período (que en parte ya han sido realizadas). Téngase en cuenta
que, sin la satanización del nacionalismo étnico o identitarismo (tras los Juicios
de Núremberg), esta insidiosa y nociva propaganda, que impregna toda nuestra
vida cotidiana, carecería de sentido y de legitimidad.
Es
propaganda de guerra lo que padecemos. Es una guerra de aniquilación contra
nuestro ser étnico y cultural.
Cambiar
la actitud y el sentir de las poblaciones agredidas o invadidas, hacerlas
favorables al invasor o al agresor, éste es el principal cometido de la
propaganda de guerra –de las ‘operaciones psicológicas’, como ahora se las
llama. La ingeniería social. Las técnicas de modificación de la conducta. Los
‘medios’, los poderes del ‘sistema’.
Toda
esta incesante, y costosa, ofensiva ideológica, propagandística, jurídica… contra
el nacionalismo étnico (desde su mismo nacimiento, pero sobre todo desde
finales de la IIGM) viene a decirnos que éste es el único y verdadero enemigo
del ‘sistema’; que es su mera existencia
la que supone una amenaza para el ‘sistema’. De ahí todo el empeño de
éste en desprestigiarlo, en destruirlo, en erradicarlo. De ahí también la
persecución (en los juzgados y en las calles) a la que se ve sometido.
El
modelo cosmopolita, universal, contrario a todo nacionalismo e identitarismo,
es el que se difunde por doquier desde los poderosos medios de manipulación de
masas de que dispone el ‘sistema’. Esa ideología. La mezcla, la mixtura, lo
‘multi’… Eso es lo excelente, lo mejor. El nomadeo, el desarraigo generalizado.
Ciudadanos del mundo. Sin rostro, sin identidad definida (étnica y cultural).
Elementos homologados, indiferenciados, sustituibles. Es el futuro social,
político, económico… que persiguen, desde hace más de un siglo, tanto la
‘izquierda’ como la ‘derecha’ (los ‘usufructuarios’) del ‘sistema’. Las
diferentes fuerzas (aliadas) del ‘sistema’ trabajan en la misma dirección. Ninguna
discute sus postulados ideológicos universalistas (‘globales’).
El ‘sistema’ tiene sus
usufructuarios o beneficiarios. Los
beneficiarios del ‘sistema’ son sus creadores. Si antaño fueron los sacerdotes
y/o los guerreros los que establecían el ‘sistema’, hoy (desde la Revolución
Francesa) son la clase económica y/o la clase política las que establecen el
marco ideológico (las reglas de juego) en el que se desarrollarán las
actividades todas de la comunidad –ponen las bases económicas, políticas y
jurídicas. El ‘sistema’ es, principalmente, un sistema de poder, de dominio,
que se le impone al conjunto de la población. Únicamente sus beneficiarios (el poder
económico, la clase política, las instituciones del Estado…) viven, y gozan,
del ‘sistema’, disfrutan de su uso. El resto de la población lo padece, lo
soporta…
Las ideologías (religiosas,
filosóficas, o políticas) han servido siempre para fundamentar y legitimar el
régimen de poder, el ‘sistema’ de dominio (de unos sobre otros) –cualquiera
fuese éste.
El ‘sistema’ son sus
beneficiarios. ¿‘Cui bono’?
El
discurso del ‘sistema’ es, hoy, netamente antipatriótico, antinacionalista,
multicultural, multiétnico, internacionalista, universalista, cosmopolita…
trans-nacional, post-nacional… Nuestras ‘izquierdas’ y nuestras ‘derechas’ son
rostros del ‘sistema’. El mismo internacionalismo, el mismo post-nacionalismo…
No
nos dejemos engañar por las llamadas a la patria, o a la nación, de las derechas
y de las izquierdas del ‘sistema’. Se trata, en ambos casos, de un nacionalismo
y un patriotismo espurios, no ligados a la sangre y al suelo. La patria o
nación que postulan es una ‘entidad’ jurídica y política que se pliega a los
requerimientos (al discurso) del ‘sistema’. Pretenden convertir las naciones
ancestrales en una suerte de ideología
al que cualquiera (venga de donde venga) puede adherirse o afiliarse. Ahora
cualquiera puede ser francés, alemán, español, vasco, o catalán… (así como
cualquiera puede ser cristiano, demoliberal, o comunista). Con este
nacionalismo se desposee a los autóctonos de un patrimonio geográfico, étnico,
y lingüístico-cultural que sólo a ellos pertenece. Los nacionalismos que promueven
los políticos del ‘sistema’ no tienen otra finalidad que la disolución de las
patrias carnales, de las patrias genuinas.
Hay
que cuidarse, pues, del nacionalismo, o el independentismo, que difunden estos
beneficiarios del ‘sistema’. Promueven naciones abiertas, plurales,
multiétnicas, multiculturales… Naciones que acabarán perdiendo sus ancestrales
señas de identidad étnicas y lingüístico-culturales. Se pretende, claramente,
lo contrario de lo que se predica. Tendremos finalmente naciones étnica y
culturalmente heterogéneas que no se diferenciarán en nada unas de otras, y nacionalismos
ociosos, superfluos. Véase el caso de España, no sólo en nuestras derechas,
atiéndase al poco o nada fiable patriotismo o nacionalismo de partidos o grupos
como Podemos, la CUP, ERC, las Mareas y otros. No se trata de nacionalismos o
patriotismos equivocados, o confundidos, sino de nacionalismos y de
patriotismos deliberadamente engañosos, fraudulentos, tramposos. Son trampas.
Confunden, embrollan, desvirtúan… Conducen a la extinción.
Llamo
la atención sobre algunos líderes de partidos independentistas catalanes (ERC,
CUP…), que ni siquiera son catalanes (de sangre). Una Cataluña que no los
considere ‘extranjeros’ parece que construyen, que no los insulte, que no
los llame charnegos (perros); una Cataluña plural, diversa, otra (la actual es demasiado
catalana); una Cataluña para foráneos, a su medida (y a la medida también del
‘sistema’). Disponen, estos alóctonos, del destino de una nación a la que no
pertenecen, y que no les pertenece. Usurpan la palabra, la voz de los genuinos
catalanes. Los catalanes de pura cepa no deberían tolerar esta intromisión,
esta impostura.
Se diría que estos foráneos
se vengan de la nación de acogida desrealizándola. Se vengan de los insultos y
menosprecios recibidos. Y esto recuerda a los casos que se han dado o se dan en
nuestras tierras europeas con otros grupos étnicos o culturales extranjeros (judíos,
musulmanes asiáticos y africanos…). Todos estos no europeos (vistos desde el
‘jus sanguinis’) son partidarios del Estado multicultural y multiétnico (y del
‘jus solis’) –como es lógico (no miran sino por su bien).
Una
Europa plural, diversa, otra (la actual es demasiado europea); una Europa para
los no europeos, para los extranjeros... Los planes del ‘sistema’.
Los
pueblos son comunidades étnicas y lingüístico-culturales asentadas desde
antiguo en un determinado espacio. Son comunidades ancestrales. La patria es el
territorio que fundaron los ‘padres’, los antepasados. No cualquiera puede ser
europeo, chino, o japonés… La patria o nación es herencia, legado, patrimonio
centenario, milenario. La patria no se adopta, se hereda. Es una herencia de
sangre. Es la sangre (la casta, la raza…) la que aquí hereda.
Los
nacionalismos que postulan los políticos (de izquierda y de derecha) del
‘sistema’, vienen a devaluar, a depreciar los lazos de sangre que una población
tiene con su territorio ancestral, a restarle importancia (cualquiera puede ser
catalán…). Parecen construidos adrede para desvirtuar, para desnaturalizar las
naciones genuinas. Como un primer paso hacia su desintegración. Son
nacionalismos que, por lo demás, ignoran y ofenden gravemente a los naturales,
a los ‘nacionales’, los cuales devienen uno más en estas nuevas naciones en las
que todos, vengan de donde vengan, tienen cabida.
Estos
nuevos nacionalismos, que sostienen tanto las derechas como las izquierdas del
‘sistema’, resultan, claro está, inocuos, inofensivos, para éste. Sólo el nacionalismo étnico puro,
de casta, puede hacerle frente al ‘sistema’ y frenar la disolución de nuestros
pueblos. Es la revolución que queda –la rebelión de los nativos europeos contra el ‘imperio’, contra el ‘sistema’
(contra sus beneficiarios).
Desintegrar
a los pueblos y proletarizar a las masas resultantes. Las ambiciones, los
sueños del ‘sistema’.
Los
sueños del ‘sistema’ son la pesadilla de los pueblos.
Nuestros
viejos pueblos y sus demarcaciones territoriales son un estorbo para los planes
de dominio del ‘sistema’. El ‘sistema’ requiere masas proletarizadas, no
pueblos. Este ‘sistema’ es, por naturaleza, hostil a los pueblos.
Las fuerzas aliadas del
‘sistema’. Los cocreadores. Los beneficiarios. Los poderosos. Los ‘aliados’. El
‘sistema’ mismo. Todas las fuerzas o élites hostiles a los pueblos. Todos los
universalismos (religiosos, filosóficos, políticos…) del pasado.
Un mundo trans-nacional,
post-nacional; un mundo sin naciones, y sin fronteras. Las utopías del
‘sistema’. El ‘sistema’ crea, adopta, y difunde utopías universales (a
‘diestro’ y ‘siniestro’) que no entran en pugna con sus planes de dominio
‘global’.
La
destrucción de pueblos, naciones, y culturas ancestrales es lo que viene. La
homologación de la población del planeta. La homologación social, cultural,
étnica (racial, mediante el mestizaje)… La destrucción de las diferencias, de
aquello que nos distingue a unos de otros –sea en la naturaleza, sea en la
cultura.
Es
un genocidio étnico y cultural a gran escala lo que viene; lo que ya es. Parece
planificado. ¿Quién, quiénes son los ingenieros sociales de esta catástrofe
biocultural? ¿De qué medios se vale el ‘sistema’ para imponer su ‘ley’, su
‘orden’; cuáles son sus fuerzas, sus instrumentos?
Son
decenas, cientos ya, las etnias en nuestras ciudades más pobladas (Londres,
París, Berlín…). Un grave problema, ético incluso, la educación de sus
pequeños. ¿Qué instrucción, qué historia…; la francesa, la inglesa, la
alemana…? Etnias africanas, asiáticas, amerindias… Sus niños y adolescentes
serán formados en una historia que no es la suya, la de su pueblo; en un
entorno lingüístico-cultural que no es el suyo, el de su propio pueblo.
Millones de personas desarraigadas. Lejos de su tierra, de su hogar, de su
gente, de sus ancestros… de su propia historia.
Es
un mal para todos (autóctonos y alóctonos) estos flujos migratorios
incontrolados. El final será una indistinta masa universal proletarizada y
apátrida (el sueño del ‘sistema’; el sueño de Marx); una nueva raza de esclavos
a disposición de las izquierdas y las derechas del ‘sistema’ –como fuerza de trabajo, como carne de cañón, como ‘votante’…; en
cualquier caso, como arma, como instrumento, como útil…
Se priva a nuestros pueblos
del legítimo derecho que tienen a defender las tierras heredadas, las tierras de
sus ancestros. ¿Por qué nuestros pueblos no pueden defender su territorio
ancestral, su etnia, su cultura…?
Les recuerdo a los lectores
que el único Estado étnico en la actualidad es el Estado Nacional del Pueblo
Judío (Israel). ¿Por qué los judíos pueden tener su Estado étnico y el resto de
los pueblos no; por qué el resto de los Estados estamos obligados a
convertirnos en Estados multiétnicos y multiculturales? ¿A qué viene este
privilegio? ¿Qué relación tienen los judíos y el Estado de Israel con el
‘sistema’? Los judíos son cocreadores y cofundadores del ‘sistema’, son por
tanto uno de sus beneficiarios.
Antes de la existencia del
Estado de Israel los judíos contribuyeron a la creación de los Estados
democráticos y plurales que hoy tenemos. Fueron los primeros en beneficiarse de
la situación jurídica y política que les proporcionaban los nuevos Estados
nacidos tras la Revolución francesa. No sólo los judíos, obviamente, todos los
extranjeros, todos los no franceses, o los no ingleses, o los no alemanes
podían adquirir estas nacionalidades y gozar de los derechos y libertades de
los nacionales. En estas circunstancias nace el ‘ciudadano’, el ‘ente social’…
Más allá de etnias y culturas.
Los judíos, hay que decir,
son los más celosos defensores del Estado multiétnico y multicultural. Es su
medio óptimo para operar, y prosperar, política, cultural, económicamente… aquí
o allá. Ese Estado abierto y plural lo quieren para los otros, claro está.
Dicho sea de paso, si a
cualquier de nuestros Estados se le ocurriera denominarse a partir de cierto
momento “Estado Nacional del Pueblo ‘X’”, sería acusado inmediatamente por el
‘sistema’, desde sus medios (mass media, ONU…), y a escala internacional, de
fascista o nazi. Téngase esto por seguro.
Las nuevas naciones que
pergeña el ‘sistema’ son buenas para todos menos para los nacionales. Los
Estados multiétnicos y multiculturales (plurales, democráticos, abiertos…), los
Estados nacidos tras la Rev. Francesa, supusieron el principio del fin de
nuestros pueblos. Con tales fundamentos políticos y jurídicos, era cuestión de
tiempo el que se dieran las circunstancias presentes (el caos étnico y cultural,
la desintegración).
El único intento de revertir
la situación, el nacionalismo étnico germano, fue militarmente derrotado, como
se sabe. Frente al ‘sistema’ enemigo de los pueblos se abría otra posibilidad,
los Estados étnicos. Conservar la homogeneidad étnica y cultural. Neta
separación entre autóctonos y alóctonos. Los alóctonos están privados de
derechos políticos, de derechos de propiedad… Se evitaba de este modo la
injerencia política, cultural, social, o económica de los extranjeros en las
cosas propias, en las cosas de los nacionales (de los indígenas, de los
nativos). Era una salida; era la salida.
El nacionalismo étnico (indigenismo,
identitarismo…) es el único camino de un pueblo hacia el futuro; es para un
pueblo su única garantía de futuro. Sólo los pueblos centrados en sí,
conscientes de sí, tienen futuro.
La pésima, la horrible imagen
del nazismo elaborada por el ‘sistema’, tras los Juicios de Núremberg, es el pretexto
que éste usa para arremeter contra todo nacionalismo o identitarismo; es el
arma total contra el nacionalismo étnico. Paraliza. Enmudece. Es también la
única arma de que dispone el ‘sistema’. No lograremos la victoria si primero no
desmontamos públicamente ese dispositivo paralizador –sería tanto como desarmarlo;
privarlo de derecho, de argumentos, de razón…
El ‘sistema’ ha construido un
muro de infamias, de mentiras, de calumnias… alrededor del nacionalismo étnico.
Éste es el muro que tenemos que derribar.
El nacionalismo étnico (de
origen europeo) es el ‘mal’ para el ‘sistema’. Es el único adversario del ‘sistema’
(de sus beneficiarios). Hace tiempo que éste
le declaró la guerra. El ‘sistema’ se limita a combatir su mal con todos los
medios a su alcance, a remover los obstáculos, a acabar definitivamente con la
única fuerza que se le opone.
Para reducir a los
identitarios europeos el ‘sistema’ se vale de la ilegalización del nacionalismo
étnico (tras los Juicios de Núremberg); del constante bombardeo de consignas
contrarias al nacionalismo étnico (democracia universal, derechos humanos
universales… altruismo, multiculturalismo, fronteras abiertas…) en la enseñanza
y desde los ‘mass media’; del incesante flujo migratorio de asiáticos y
africanos hacia nuestras tierras todas; de la pública satanización de la
resistencia identitaria ante la masiva entrada de extranjeros (de intrusos); de
la intimidación, la persecución, la violencia contra los resistentes, contra
los irreductibles…
Alterar (hacer otra) las
señas de identidad étnica y cultural de un pueblo. Para ello se deprimen, se
debilitan sus naturales, sus legítimos instintos defensivos, al tiempo que se
reprime su derecho a la defensa, al rechazo del invasor.
El ‘sistema’ premia y castiga
públicamente las conductas favorables y desfavorables a sus intereses; usa
técnicas de modificación de la conducta (a escala social) mediante el
condicionamiento operante.
El condicionamiento comienza
ya en las edades tempranas. Los ‘principios’ universales éticos, jurídicos y
políticos del ‘sistema’ (con los relatos sobre las bondades del ‘sistema’ (de
los ‘aliados’), y las maldades del enemigo único del ‘sistema’) están
implementados en todos los aspectos de la vida escolar de nuestros niños y
adolescentes –asignaturas, trabajos escolares, juegos… Los omnipresentes ‘mass
media’, a los que nuestros pequeños tienen acceso desde que se levantan, hacen
lo demás.
El ‘sistema’ juega con
ventaja. Sabe lo que hace. La ilegalización y la pública satanización del
nacionalismo étnico nos dejan inermes ante cualquier ataque. Nos paralizan. Nos
enmudecen. Hacen imposible la defensa pública de nuestros intereses étnicos y
culturales; nos privan del derecho a la legítima defensa de nuestro territorio
ancestral. Nos dejan atados de pies y manos; nos cierran la salida –nuestra
única salida.
La guerra de las fuerzas
aliadas del ‘sistema’ contra los pueblos europeos no ha terminado. Es una
guerra de aniquilación, insisto, y la estamos perdiendo.
Nuestra
madre patria, Europa, se hunde, se arruina sin remedio. Cada día hay algo que
lamentar; algo irreversible pasa… Cada día más cerca del final.
Europa
es una víctima más del ‘sistema’. Nuestros pueblos europeos milenarios están
siendo engañados,
desposeídos, manipulados y, finalmente, sacrificados.
Quizás la conciencia de este
más que probable final haga revolverse a los europeos contra el estado de
cosas. Ya se atisban movimientos de liberación
–pese a los ‘media’, las masas anti-identitarias, y las amenazas (políticas,
económicas, jurídicas…) de Bruselas. La resistencia identitaria está perdiendo
el miedo a aparecer públicamente.
Tal vez nuestros pueblos tengan
aún una posibilidad de futuro; tal vez podamos aún recuperar la fisonomía que
nuestras ciudades tenían hasta no hace muchos años… Tal vez quede aún tiempo
para salvar a Europa; para salvarnos a nosotros mismos.
*Nuestro drama histórico me
recuerda una vez más el Ragnarök escandinavo. No faltan entre nosotros los
traidores conscientes, y los inconscientes –los ‘Loki’ y los ‘Holder’ del
relato. Cuando deberíamos estar festejando el retorno de Balder resulta que
estamos como al principio, en pleno ‘invierno supremo’, y bajo el fuego de Surt.
Parecía que salíamos de aquel
Ragnarök que sufrimos cuando la cristianización de nuestros pueblos. Parecía
que vivíamos el fin del ‘invierno supremo’, que la estirpe de Líf (la vida) y
Lífthrasir (el que ama o desea la vida) proliferaba. Parecía que renacíamos. Pero
he aquí que Surt ataca de nuevo, y con nuevos recursos (con nuevas armas). Se
trata ahora del ‘sistema’; del polimorfo, del policéfalo, del todopoderoso
‘sistema’. De aquel que surge cuando la Revolución Francesa.
Desde su nacimiento este
‘sistema’ avanza y logra victorias en nuestras tierras. Tras la IIGM impera sin
oposición. Nuestros pueblos yacen caídos, postrados, sometidos. El nuevo ‘orden’
universal que los ‘aliados’ imponen nos priva de auténtica soberanía, de
autonomía real… Nuestro futuro nunca fue tan incierto.
Este nuevo universalismo es
ahora el ‘derecho’, la ‘ley’. El que vence impone su discurso, su historia, su
bien y su mal, simplemente; dicta la ‘ley’, dice lo que ha de ser. El ‘derecho’
está, como de costumbre, en las manos de quien va ganando la partida. El
adversario único, el mal único del ‘sistema’ (de este Surt redivivo) está, por
supuesto, fuera de la ‘ley’ –satanizado y prohibido; arrojado a las tinieblas
exteriores. Hoy como ayer. Ayer como ‘pagano’, hoy como nacionalista étnico
(‘nazi’).
Se repiten las condiciones del
Ragnarök. Es una guerra total (étnica, territorial, cultural…) la que se
sostiene contra nuestros pueblos. La derrota militar del nacionalismo étnico
germano fue un episodio en esta guerra en la que nos lo jugamos todo (la
herencia territorial y la cultural; incluso nuestro ser –nuestro seguir siendo).
La guerra no ha terminado. Si resultáramos definitivamente derrotados no habría
más auroras para nuestros pueblos, sería nuestro último ocaso.
*
Hasta
la próxima,
Manu
Magistral entrada. Magníficos los símiles con el Ragnarök. Por cierto, los "neopaganos" estos de nuevo cuño, pogres hasta el tuétano, muñecos diseñados por los ingenieros sociales,suponen un insulto a nuestros ancestros, a nuestras raices, no tienen ni idea de lo que significa el término pagano, y viven una religión carente de sentido, muy lejos de la herencia biosimbólica de los pueblos germánicos a los que ellos dicen pertenecer.
ResponderEliminarLos pocos que quedamos, que captamos del verdadero significado y la importancia del resurgimiento de la nación arya del siglo pasado, cada uno de nosotros, valemos más que cientos de miles de ellos o que todos ellos juntos, incluyendo en el paquete a todo progre o rojeras y por extensión a todo aquel que alardee o presuma de la democracia.
Indudablemente que en este suicidio inducido de los pueblos blancos tienen mucho que ver nuestros enemigos, los innombrables, esos a los nadie se puede referir ni nombrar sopena penas de privación de libertad.
Y desde los púlpitos de las iglesias católicas se nos dice, dentro del buenismo reinante, que no tenemos enemigos, frase muy socorrida desde las instancias de poder, cuando son ellos, iglesia y estado, los principales causantes de que esto esté aconteciendo. Esos poderes fácticos que permiten y propician la situación actual.
Excelente entrada! Mi enhorabuena por tan excelso blog.
ResponderEliminarEfectivamente estamos asistiendo al fin del tiempo, de nuestro tiempo, del de los pueblos arios. Cada día que pasa la bestia del sistema crece y los nuestros se ven coaccionados, humillados, esclavizados moral y culturalmente por esa pseudo-cultura moderna impuesta -y auto-impuesta- del "mundo sin fronteras", del "todos somos iguales", de la decadencia en su máximo esplendor.
Efectivamente los traidores se lucran, se enriquecen, se les premia... para eso están, para servir como los perros que son a los intereses antinacionales, los intereses del Levante, de los caminantes sin rumbo... es la venganza de éstos y la envidia de los subseres hacia los elevados, hacia los puros, hacia los autóctonos ancestrales... los que hicimos de ésta tierra, años ha hostil, un hogar para los nuestros... la tierra de los arios, Europa.
Lo mismo deberían hacer el resto de pueblos del globo. Volver a sus raices, a sus costumbres, a sus tierras, a su sangre. Sólo así conseguiremos un mundo equilibrado, sensato y respetuoso con la naturaleza. Toda especie y raza merece y necesita de su hábitat, de su suelo, de su clima y de lo que está marcado en lo más profundo de su ser... en su sustancia genética, en la cadena de su ADN.