Genocentrismo III.
Manu Rodríguez. Desde Gaiia
(14/03/17).
*
*¿Qué se puede decir acerca
de la vida? La vida es la esencia, el ser de toda forma viva; de toda criatura.
La vida es sustancia viviente; la única sustancia viviente en este planeta. La sustancia
genética. Es una y la misma en todas las criaturas. Es lo único vivo en las
criaturas. Nosotros somos la vida.
Todo aquello que predicamos
de las criaturas, de la vida lo predicamos. Astucia, inteligencia, apetito
(deseo, voluntad…)… La intelección, la volición… las pasiones y afectos. El amor, el odio…
En todo momento es la vida
(la sustancia viviente única) la que piensa, siente, y quiere.
La esencia de la vida… La
vida es esencia. La vida es el ser, el único ser. Nosotros somos la vida.
Amar a la vida es amarnos a
nosotros mismos.
El ‘hombre’, el particular
cariotipo que somos. No hemos de interrogarnos como seres humanos, sino como
vida.
¿Qué preguntas puede hacerse
la misma vida? La vida en el cosmos. El ser del cosmos; el ser de la vida.
La pregunta acerca del ser
–por qué hay ser en lugar de nada–, la pregunta filosófica que promueve
Heidegger.
Nosotros somos el ser vivo,
el único ser vivo en este planeta –la vida en este planeta. Somos en todas y
cada una de las criaturas que pueblan este planeta. La misma esencia, el mismo
ser.
Las diferencias específicas
(entre las innumerables criaturas) no ocultan nuestra común y única esencia.
Este conocimiento –la esencia
compartida por todas las criaturas– apenas cuenta un siglo. Sus corolarios están por pensar, por
vivir…
El hombre desaparece. El
futuro del cariotipo humano cambiará radicalmente en cuanto esta conciencia,
este saber cierto, se extienda.
Nos, la vida.
No el hombre cobrará
conciencia acerca de su ser, sino la misma vida. Es un proceso de autognosis
–la vida se torna consciente de sí. No como esta o aquella criatura, sino como
la misma vida.
Lo otro de la vida –de lo
vivo, de lo viviente; de la sustancia viviente única.
En los años que llevo con
este saber apenas si he podido añadir algo de lo ya dicho más arriba. No sé qué
decir. Es el hecho más significativo, más revolucionario, más sublime. Y apenas
si puedo decir. No sirvo; no tengo facultades. Insuficiencia. Aquí se requiere
al poeta y al filósofo; al creador, al visionario.
Esta conciencia que digo dará
a lugar a nuevas culturas, a nuevas civilizaciones. Todo aquello que hemos
sido, como humanos, capaces de concebir y de crear –todas las tradiciones
culturales– cambiarán radicalmente.
Nada nos satisface ya de las antiguas
culturas. Ni su arte ni su pensamiento. Todo insuficiente. Nada nos dice; nada
satisface. Carecemos por completo de palabras y de obras.
Somos los primeros. Tendremos
que crear de la nada un mundo nuevo. A la altura de la sustancia genética, de
la sustancia viviente única.
Decirnos. Decir la nueva
mirada. El ser recobrado; recién descubierto. Nuestra verdad.
Heidegger es el último
filósofo. El hombre le preocupaba. El ser y el hombre. El lenguaje. El hombre y
el lenguaje. El lenguaje como morada del ser. El hombre como pastor del
ser.… El hombre y la técnica. La futura dominación del planeta –en ‘quién es el
Zarathushtra de Nietzsche’, por ejemplo. Seguía girando alrededor del ‘hombre’.
Pese a su grandeza, nada nos dice; no nos alcanza. Lenguaje humano, demasiado
humano. Mundo pre-genocéntrico (como ptolemaico); ido.
No tenemos nada. Xenus/Nexus
no tiene nada que le acune. Ni una palabra, ni un poema… Nada. Ni siquiera las
ciencias biológicas más recientes se han percatado de su venida. No encontramos
nada para nosotros.
Obsérvese, por ejemplo, en el
derecho ambiental, donde dicen cosas como: "Todos los hombres gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto
para el desarrollo humano y para que
las actividades productivas
satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones
futuras; y tienen el deber de preservarlo…” El ‘hombre’ sigue siendo la preocupación, el
centro, no la vida.
Las viejas culturas, las
viejas historias, los viejos mundos antropocéntricos, fenocéntricos… Todo ha
perdido su brillo, su esplendor… la sabiduría, la gnómica… No para nosotros.
Pobreza inaudita. Apenas si
contamos con materiales para construir. Desnudos aparecemos.
Sólo las ciencias de la vida
pueden instruirnos. Genómica, ecología…
*La técnica acompaña al
hombre desde su origen, desde el paleolítico. El uso de herramientas, de
útiles, de métodos… en el curtido de pieles, en el trabajo de la piedra, en la
de los pigmentos y en la pintura, en la construcción de viviendas, en la preparación
de los alimentos, en la fabricación de armas y utensilios, en la caza…
El hombre ‘moderno’, el
cariotipo humano que prevalece y perdura hasta nuestros días.
Las consecuencias de las
técnicas del paleolítico tuvieron un mínimo impacto en el resto de la
naturaleza. Si bien hoy sabemos de la extinción de especies debido a la caza
descontrolada en las Américas y en Europa. La llegada del hombre al continente
americano fue un desastre ecológico.
No podemos apelar al hombre
primitivo. La conducta de los grupos humanos fue siempre explotadora e
indiferente a las consecuencias medio ambientales o ecológicas de su actividad
super-depredadora.
El neolítico supuso otro
avance en las técnicas de explotación de la naturaleza –la agricultura, la cría
y domesticación de otras especies, la minería… (obsérvese el antropocentrismo
en el Génesis judío).
Por lo demás, los nichos
ecológicos son frágiles e inestables. Basta la más mínima alteración climática,
orográfica, o biológica para acabar con estos. Hay siempre un relativo
equilibrio o un equilibrio inestable en los ecosistemas. No son eternos.
No es sólo el hombre el
perturbador (de los ecosistemas). Pero es el hombre la única especie que es
consciente de sus actos, y de las consecuencias de sus actos.
El único cariotipo que piensa
y que se piensa en el mundo. El único que se ‘objetiva’, que va más allá de sí
y, por ello mismo, el único ser vivo que puede modificar su conducta.
Esta autoconciencia es,
quizás, la fuente de nuestra libertad. El ‘plus’ que caracteriza al cariotipo
humano.
¿El cariotipo humano como
vértice de la evolución? La especia ‘elegida’, dicen. ¿Elegida para qué? ¿Para
dominar este mundo viviente; el mundo? ¿Para destruirlo?
El cariotipo humano es la
especie elegida por la sustancia viviente única
para el gran acontecimiento de su revelación en el mundo –de su
auto-revelación.
La sustancia genética es el
señor de la creación (en lo que concierne a las formas vivas). El ‘uno’, el
‘único’; la sustancia viviente única.
El cariotipo humano es un medio,
un recipiente, un vehículo… desde el cual la sustancia viviente única accede al
mundo.
No como hombres sino como
sustancia viviente única hemos de vernos y pensarnos a partir de ahora.
El largo camino hacia sí
mismo de la sustancia genética. La autognosis de la vida. La revelación.
No podemos decir si ha sido
la intención o el azar. La rama de los homínidos surgida de la rama de los
primates… hasta culminar en el cariotipo específico humano.
En el cariotipo humano la
sustancia viviente única cuenta con ojos y oídos y manos para llegar a sí
misma. Es en el cariotipo específico humano que la sustancia genética adviene a
la luz, llega a ser consciente de sí.
El ‘hombre’ ha de ser dejado
atrás. Ahora se requiere una ‘cultura’ para la vida. Ahora la vida ha de crear
su propia cultura. Una cultura a la altura de la vida. Una cultura dirigida a
la vida, centrada en la vida, destinada a la vida. Una palabra digna de la
vida.
La vida no dispone de
cultura. No tiene nada. Carece por completo de palabras que la digan, que la
expresen, que la acunen. Nada del pasado antropocéntrico y antropomórfico puede
satisfacer su hambre y su sed de palabras, de verdades…
Habrá que empezar desde cero.
Una nueva cultura desde la nada.
Ya no se trata del hombre,
sino de la vida, de la sustancia genética, de la sustancia viviente única.
Una vida ya no confundida,
perdida, presa… alienada en sus criaturas –en el hombre en particular. Una vida
ya libre y consciente de sí.
El uno-primordial (Ur-eine).
Xenus. La sustancia genética, la sustancia viviente única. Carente de palabras,
de música… Ninguna cultura humana la dice; nada en la sabiduría de los hombres
la presagiaba o adivinaba. El inesperado Xenus/Nexus.
Incluso la rama del saber más
relacionada con la vida (biología) sigue siendo antropocéntrica –humana,
demasiado humana. Tendrá que comenzar de nuevo.
El centro ahora es la vida.
La historia de la vida. Desde sus orígenes. Desde los protobiontes. Desde las
primeras señales de vida en el planeta. La evolución de sus máquinas de supervivencia,
de sus modos de dominio –la heurística de la vida. La ocupación del agua, de la
tierra, del aire… La expansión de la vida.
Xenus/Nexus no puede quedar
prendido en las diversas culturas que los humanos han llegado a crear. No puede
comprometerse con ninguna cultura, con ningún grupo humano. Ha de trascenderlas
a todas. Más allá.
El nuevo período
genocéntrico, post-fenocéntrico (post-antropocéntrico), ha de dejar todo lo
humano atrás. Ahora la alienación le compete a la misma vida. La vida no puede
seguir siendo esclava de una determinada rama étnica o lingüístico-cultural.
En cada ‘cultura’ los hombres
se decían a sí mismos. Trataban de encontrar un sentido a su propia existencia.
El hombre era el centro de aquellos mundos elaborados a través de las
generaciones. El hombre era el límite y la raíz de sus preocupaciones.
Todo el legado humano ha
quedado inútil para Xenus/Nexus. Todo equivocado, errado, descentrado… El
sujeto ahora es la vida.
El camino que inicia Darwin
es el que nos ha conducido aquí. A la esencia de la vida. A Nos –a ‘genous’.
Es un año cero absoluto. Todo
por hacer.
¿A quién invocamos? Carecemos
de dioses, de mitos… de historia, de ‘pasado’… Lo nuestro es el futuro.
Tenemos que construir para el
futuro una morada para Xenus/Nexus. Para la nueva (y vieja) criatura; para la
vida imperecedera.
La vida es el único sujeto de
la actividad; el único protagonista. No hay otro. No hay nadie más.
Es en el cariotipo humano que
se produce el nacimiento de Xenus/Nexus. La especie elegida (por la sustancia
viviente única). En algún momento de la historia del cariotipo humano se
produciría esta ‘revelación’. Y el momento ha llegado.
Todo lo humano ha quedado
atrás. El ‘hombre’ ha desaparecido. Ahora es la mirada de la vida, de la
sustancia viviente única, de Xenus/Nexus. Ahora es la vida la que tiene la
palabra. El hombre (la criatura) ya nada tiene que decir.
Las nuevas sociedades
post-humanas: genocéntricas, ecológicas…
Bases biocéntricas de la nueva cultura.
Nuevos pensamientos, nueva
actividad, nuevos mensajes… Nueva arquitectura, nueva música, nueva poesía,
nueva filosofía… Una cultura a la altura de Xenus/Nexus. Genouss y Genoussin.
Más allá de culturas, razas,
naciones… Pero no en nombre de una abstracta humanidad, sino en nombre de la
vida.
Ahora el cariotipo humano, la
especie elegida, el vértice de la evolución, se convierte en el defensor y en
el cuidador de la vida. Ésta es su misión. Velar, cuidar, proteger…
Todo humanismo o
antropocentrismo (religioso, filosófico, político…) ha quedado arruinado,
pulverizado, ante la ‘revelación’ de la sustancia genética, de la sustancia
viviente única.
Un planeta biocéntrico,
global… Una cultura biocéntrica universal. Éste es el futuro. No un mundo en
guerra, en discordia consigo mismo –en el nombre de pueblos, credos, naciones…
Un futuro creativo,
constructivo, reparador…
La revelación de la sustancia
viviente única cambiará la faz del planeta en el futuro. Esta revelación sí que
es una verdadera novedad; algo verdaderamente nuevo, e inesperado. No anunciado,
no presagiado, no adivinado, no profetizado… Esta revelación, este saber,
partirá en dos la historia del cariotipo humano sobre la tierra. Habrá un antes
y un después como nunca antes lo hubo.
Seres nuevos, futuros…
Conscientes de su ‘ser’ único.
Nosotros somos la vida. Más
allá de los fenotipos, de las criaturas. Nosotros somos los creadores. Amor,
veneración, cuidado…
El ser único. El fuego único.
El alma de lo viviente. Y nosotros somos ese ser, ese fuego, ese alma.
Lo importante es que esta
conciencia se difunda. Se trata de una conciencia y de un saber no sectario,
sino universal. El movimiento no ha de convertirse en una secta.
No se trata de una secta de
vocación universal sino de un saber que afecta a todos los grupos humanos.
*Es el ‘hombre’ con sus
demandas, con sus exigencias, con sus impertinencias… el gran perturbador.
Ahora reclama aire limpio, aguas puras… en nombre de la humanidad… como un
derecho. Incluso los más radicales, los ecologistas ‘profundos’, usan un
lenguaje antropocéntrico. Se habla de la auto-realización del ‘hombre’… del
papel del ‘hombre’ en los nuevos tiempos ‘biocéntricos’…
No sé cuando nos libraremos
de ese ‘hombre’ que lleva miles de años explotando al resto de de la naturaleza
viviente y emponzoñando el planeta. No sé cuando ese ‘hombre’ de apartará a un
lado para darle paso a la vida; para hablar como vida, y en nombre de la vida.
*Protegiendo la vida, nos
protegemos a nosotros mismos, y a nuestra descendencia. Hablamos como vida.
Es un deber el proteger la
vida. Proteger la vida es un deber para la misma vida.
Proteger la vida es proteger,
en primer lugar, su entorno físico-químico; es proteger el hogar.
“La morada del hombre es su
‘daemon’ (divinidad, dios)”, dice Heráclito. La morada, esto es, su morar sobre
la tierra, el cómo mora o habita; su modo y manera de estar. Tal la morada, tal
el hombre que en ella mora.
El hombre que hasta ahora
mora es el hombre del neolítico, el depredador sin escrúpulos… Es ese hombre el
que mancilla la morada de la vida. Así la morada, así el hombre que la habita.
Es ese hombre último el que debe desaparecer para dar lugar a la vida. Ahora es
la vida la que tiene la palabra.
El hogar de la vida. Ahora no
es el hombre quien mora, o el morador, sino la misma vida. La vida cuida de su
morada. La tierra, el agua, el aire, la luz… La cuna de la vida. El hogar
prístino y puro.
Limpiar, purificar todo lo
que el hombre ha manchado. Recuperar la tierra, el aire, el agua, la luz…
Lo que importa desde ya no es
el futuro del hombre, sino el futuro de la vida. La vida que somos. Nuestro
futuro.
El camino hacia la vida, el
camino hacia nosotros mismos. Regreso, retorno… vuelta, giro… revolución.
Remembranza. Catarsis.
*
Hasta la próxima,
Manu
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