Genocentrismo IV.
Manu Rodríguez. Desde Gaiia
(25/03/17).
*
*No es el hombre el que se
expresa, es la vida –en todo momento, en toda criatura.
*La última alienación, la
alienación del cuerpo, de la carne, de la animalidad. Ahora es la carne, la
piel, el ‘soma’. Puro fenocentrismo. No hay sino ‘psykhé’ (en su sentido
aristotélico, como el ánima de todo lo viviente, lo que da vida, la vida, la sustancia
viviente única).
El soma es mero agregado de
la sustancia genética; un vehículo, una armadura…
El soma protege al genoma. Lo
aísla. Es a través del soma que el genoma se hace una idea del entorno (el
‘umwelt’). Es en la piel, en la membrana, donde se encuentran los receptores.
Lo que le llega al genoma es una ‘transducción’ de lo que ‘recibe’ la membrana.
Es un conocimiento diferido. No muy diferente de las transducciones que
realizan nuestros sensores (foto, quimio, mecano… receptores).
Las señales químicas llegan
al núcleo, y es en el núcleo donde se gestan las variadas respuestas. Y todo
sucede en milisegundos.
Tanto en los monocelulares
como en los metazoos, éste es el proceso. En todo momento es el genoma el que
recibe información y el que responde en consecuencia. En lo grande como en lo
pequeño.
El genoma ‘usa’ su cuerpo
para aprehender el exterior. Lo dota de sensores.
La información que llega al
núcleo de las células (y de nuestras neuronas) es una traducción de los que
sucede a su alrededor. Es una imagen o signo del exterior. Y son ‘signos’
universales, pues es el que todos los
seres vivientes usan. Pero esto sucede porque no hay sino una sola sustancia
viviente. Con esos signos la sustancia viviente única conoce, interpreta, (se)
representa lo exterior.
Esos signos no son los únicos
en entrar en el núcleo, otras sustancias tienen permiso para llegar hasta él
sin necesidad de transducción.
Aquí tenemos la primera
representación del mundo. La representación está, pues, en los orígenes de nuestro
ser. Ahora bien, este mundo, esta representación que se tiene a nivel celular
es único, es el único mundo-representación en el que se mueven las células, y
el que se intercambian. Es, pues, un mundo simbólico, compartido.
Un solo mundo a nivel celular.
Un lenguaje físico-químico. Las células se intercambian un material semiótico
universal.
La genómica y la biosemiótica
conocen ya esto. Los procesos de aprehensión del mundo exterior de las
diferentes criaturas son análogos, estructuralmente análogos. Se correlacionan,
son equiparables.
En los organismos complejos
el mundo representado es función de su morfología, de su peculiar sistema sensorial (sus
foto-receptores, quimio-receptores, mecano-receptores…). Cada cariotipo posee
su propia representación del mundo –su propio mundo. Hay una transducción
específica para cada especie.
Otra cosa a tener en cuenta
en el mundo celular es la semejanza que se da entre el modo de recibir y emitir
señales, y el modo de nutrición. La ‘entrada’ y la ‘salida’ de material.
Los procesos metabólicos
(anabólicos, catabólicos…) en el proceso de información y en la nutrición.
Procesos paralelos, análogos.
Las fases analíticas y
sintéticas en el ‘pensamiento’.
En los seres humanos se
produce una traducción de la traducción (el lenguaje hablado). Un signo sonoro
responde a lo percibido, traduce lo percibido (que es también transducción).
El mundo producido por
nuestro peculiar sistema sensorial no puede ser sino el mismo. ¿Por qué
nuestras palabras, nuestros conceptos no son los mismos?
El cariotipo humano no puede
tener sino un solo ‘mundo’. ¿A qué se debe, entonces, la pluralidad de
‘mundos’?
Cada grupo etnolingüístico
genera su propia representación. Responde de distinta manera a los mismos
signos percibidos. La pluralidad de lenguajes-mundos.
Un ejemplo, los
quimio-receptores usan las mismas transducciones para cada estímulo olfativo.
Todos los miembros del cariotipo humano perciben el mismo ‘olor’. Pero también
‘ven’ el mismo mundo, y los sonidos…
Nuestra aprehensión del
mundo, sin la intermediación del lenguaje, es la misma.
Sin duda el aislamiento de
los grupos humanos tiene que ver con los diferentes lenguajes simbólicos que
hemos llegado a generar.
Esto hace suponer que hubo un
lenguaje-representación primero del que derivan todos los demás. Antes de la
dispersión y del aislamiento en que vivieron los distintos grupos humanos hubo,
necesariamente, un lenguaje-mundo único.
Los lenguajes-mundos evolucionaron,
mutaron, cambiaron –las palabras (los significantes), las gramáticas, los
mundos…
No es el ‘mundo’ exterior que
nos ofrecen nuestros sensores el que usamos para movernos en el entorno (como
hacen las células, por ejemplo), sino el mundo lingüístico-cultural generado a
través de las generaciones.
El aislamiento produce
también variaciones en los trinos de una misma especie (entre las aves). La
misma especie de ave produce trinos diferentes en diferentes regiones.
Dialectos, tal vez.
La función primordial del
lenguaje es la de unir a un grupo humano, dotarle de un solo mundo. Esto
favorece la vida, la facilita. Remitiéndonos únicamente al lenguaje hablado
(obviando el lenguaje gestual, por ejemplo) no tenemos sino sonidos
significantes (simbólicos, compartidos). Equiparables de alguna manera a los
sonidos simbólicos compartidos entre las diferentes especies (gritos de
llamada, de alarma…).
No habría misterio en el
lenguaje. Sonidos simbólicos que los grupos humanos se intercambian en sus
diferentes interacciones. Las interacciones que se puedan dar entre miembros del
mismo grupo estarán mediadas por el mismo lenguaje. Esto, parece, es esencial
para la vida, para la continuidad de ese grupo. El mismo mundo (la misma
representación lingüístico-cultural).
¿Son verdaderamente tan
diferentes los diversos mundos representados? Pueden ser traducidos a otro
lenguaje. Aunque no haya coincidencia absoluta entre un término y otro, cabe
una traducción. A veces se hace necesaria una perífrasis –un término puede no
tener equivalente alguno en otra lengua y se hace necesario decirlo de otra
manera.
Las lenguas emparentadas (las
lenguas indoeuropeas, por ejemplo) tienen más fácil la traducción.
Lo que hace posible la
conformidad en el lenguaje segundo (el lenguaje hablado) es la conformidad
previa del lenguaje primero (la transducción que los sensores realizan del
mundo exterior). Es el mismo ‘árbol’, por decirlo así, el que perciben; la
misma ‘luna’, el mismo ‘sol’…
En el mundo interno los
humanos compartimos el lenguaje primero, pero no necesariamente el lenguaje
segundo (cada grupo (aislado) genera su propio mundo).
Los términos de la lengua no
han de ser vistos más que como signos eventuales, incluso arbitrarios
(cualesquiera), que no tienen otra función que la de permitir la cohesión del
grupo en cuanto al mundo lingüístico-cultural compartido. Viven, se podría
decir, en el mismo mundo (la misma representación lingüístico-cultural).
En cualquier caso, el mundo
primeramente recibido (el primer mundo, la primera representación, la que
realiza nuestro sistema nervioso), es el mismo para todos los miembros del
cariotipo humano.
No nos olvidemos que el
origen y término de la información es la sustancia genética, el genoma de la(s)
célula(s). El sistema neuronal (las neuronas) no nos debe confundir al
respecto. El núcleo de las células es el único destinatario y el único
remitente de la información –la sustancia genética en el cuerpo, la sustancia
viviente única.
El primer mundo (la primera
representación) del que dispone la sustancia genética es el que le proporciona
sus receptores de información. En lo pequeño y en lo grande.
Las neuronas son las células
específicas del sistema nervioso, pero es el genoma de las neuronas el que
recibe y el que emite ahí. El dispositivo neuronal no debe confundirnos. Hay
que ir al ingeniero del soma, que es el mismo que lo conduce o pilota. El
sujeto único, en una palabra. El Uno-Primordial (Ur-eine). El único. Xenus.
El lenguaje segundo tiene
funciones primordialmente socializadoras, integradoras… Posteriormente puede
tener funciones identitarias y otras para los miembros del grupo, pero su
primordial función es la de proporcionar un solo mundo a los miembros del grupo
y cohesionarlos en virtud de éste.
Las evoluciones ulteriores de
un lenguaje-mundo son impredecibles. Su sentido para los miembros del grupo que
lo vive. Se ocasionan incluso guerras entre culturas, y destrucciones de mundos
lingüístico-culturales.
Las innumerables lenguas tan
solo muestran el asombroso poder creativo de la sustancia genética.
Hemos de decir que la
culminación del ser humano se realiza a la luz del lenguaje –la humanización.
Sin lenguaje el proyecto humano no se lograría.
El lenguaje en los humanos
forma parte de su filogenia y de su ontogenia.
Todos los seres vivos usan el
mismo lenguaje primero físico-químico. El lenguaje primero es la primera
representación del mundo entorno que poseen todos los seres vivos. Tiene
millones de años.
Signos mecánicos, químicos,
eléctricos, térmicos… Un mundo entorno palpitante y unos receptores variados y
capaces.
En el genoma de la célula
hay pulsiones, percepciones
(sensaciones), ponderaciones (estimaciones, juicios), decisiones… Se mueve en
un mundo conocido, ‘nombrado’, ponderado, medido… El genoma siente, pondera
(piensa, juzga, calcula…), proyecta… El mundo interno es el mundo externo
introyectado (su transducción). Mundo interno es lenguaje interno.
La aprehensión del mundo
externo mediante un lenguaje físico-químico. La elaboración de un mundo
interior. La representación del mundo se convierte en el primer mundo interior.
Pensamiento. Reflexión. Memoria.
Es un lenguaje interno el que
se establece entre los receptores y el
genoma, un lenguaje, además, universal.
El mundo como representación
es lo natural, podríamos decir.
La ingestión es aprehensión
directa del mundo exterior, asimilación. La endocitosis, la fagocitosis…
La secreción, la exocitosis…
Procesos paralelos, análogos.
La comunicación y la nutrición.
Una interpretación de una
interpretación. Un signo de un signo. El lenguaje de los humanos. Una
representación añadida.
Un mundo representado es
esencial para la vida. Propicia la memoria, la comparación, la ponderación, el
juicio… Lo que así denominamos ha de estar ya en la sustancia genética.
Pensamiento, volición, ponderación…
La vida se mueve
inteligentemente en el mundo entorno. Las neuronas sensitivas que recorren su
soma la tienen informada cada momento. En lo grande y en lo pequeño.
Todos los conceptos
psicológicos que usamos los humanos podemos aplicarlos a la vida, a la
sustancia viviente única. Desde las formas más simples y primitivas. El
alma de todo organismo (la ‘psykhé’ de
Aristóteles), la sustancia genética, es el/la único sujeto del pensar, del
querer, del sentir…
Los humanos hemos logrado
acuñar términos concernientes a los estados de ánimo. Son estados de ánimo
distinguibles, diferenciables… Están ahí. Son padecidos por la misma vida.
Nuestro sistema de
representación de estados de ánimo se corresponde con los estados de ánimo que
afectan a la misma vida. Son nuestros estados de ánimo cuasi-inefables.
El paso del lenguaje primero
al lenguaje segundo. Del lenguaje físico-químico al lenguaje hablado. Tiene que
darse una correspondencia, una suerte de relación biunívoca (el genoma
poliglota).
La conciencia es, como decía
Nietzsche, una conciencia social, colectiva. Pero el pensar, el razonar, es
íntimo de cada uno – de cada ‘alma’ (genouma). La reflexión.
El pensamiento en el hombre
se realiza mediante el lenguaje segundo.
Pero subyace el lenguaje primero.
Querer establecer un mundo,
la necesidad de mundo… La necesidad de la representación. El mundo externo
introyectado, designado, descrito.
El lenguaje celular, el primer lenguaje. Lenguaje interno
y lenguaje externo. Con ese lenguaje la vida a sí mismo se habla, y se comunica
con la otra vida más allá de sí. Es el lenguaje universal de la vida.
La vida es inteligente en
todos los niveles.
No necesitamos el concepto de
‘voluntad de poder’ para definir a la vida. La vida es poderosa en sí misma.
El proceso reproductivo está
relacionado con la nutrición (la ingestión, la osmosis, la asimilación…). La
necesidad de integrar sustancias del entorno para poder duplicarse. Y no sólo
se duplica la sustancia genética, también se duplica el soma que lo resguarda,
que lo protege, aunque también lo aísla del mundo exterior.
El soma es un dispositivo
elaborado por la sustancia genética que tiene diversas funciones. Responde a
las demandas del ‘creador’, del ingeniero. El genoma necesita protegerse,
moverse, informarse… crecer, duplicarse…
Dominar el medio.
La representación del mundo
entorno es esencial para la vida desde sus orígenes. “En qué mundo he venido a
ser”. “¿Dónde estoy?”
La palabra ‘mundo’. El lugar.
La pregunta por el ser en el
mismo origen. “Qué cosa soy”. El verbo ser, ¿responde a un demanda que parte de
la sustancia genética? Yo soy, yo vivo…
El verbo ‘ser’, el verbo
‘vivir’… términos como ‘mundo’, o ‘lugar’… ¿Cuándo vinieron al mundo; cuando
aparecieron? ¿Qué grupo humano las acuñó?
Preguntas que la vida a sí
misma se hace. “¿Qué soy?” “¿Quién soy?” “¿Cómo he venido a ser?”
La sustancia viviente a si
misma se interroga, en sí misma. Interroga. Inquiere. Quiere saber acerca de
sí, y acerca del mundo en el que ha venido a ser.
No como ser humano, sino como
vida se interroga. La vida tiene ahora la palabra.
Hay un mundo que no soy yo
(la sustancia viviente única) –un mundo
que no es vida, que no es viviente.
La vida se reconoce como tal,
se detecta en el ‘otro’. Sabe que está en aquel soma, tras la membrana…
Pero hay cosas que no son
vida (como ‘yo’, o como ‘nosotros’). Un mundo abiótico. La tierra (el suelo),
el agua, el aire… El entorno físico-químico que rodea a la vida.
Es como vida que hemos de
interrogarnos.
La sustancia genética es el
único sujeto, el único actor. La única sustancia que hace y que dice ‘yo’. No
hay otro sujeto, no hay otro actor.
La vida piensa acerca de sí.
Filosofa. Medita. Piensa. Voluntad de saber acerca de sí. Voluntad de
conocimiento.
Pensar, querer, sentir… Todo
lo intrínseco a la misma vida.
No el hombre piensa, sino la
misma vida. Mis reflexiones son reflexiones de la misma vida. El hombre, el
fenotipo, el soma, la criatura… ha desaparecido en mí.
Es preciso adoptar esta
perspectiva. Desde la misma vida. Situarse en el centro, en el origen… Regreso
al ser primero, y único.
Retorno, autognosis… La vida
se recupera a sí misma. Ya no en otro, por otro, o para otro… Ya no alienada en
sus criaturas, sino centrada en sí misma. Colocada; en su lugar. Desde sí
misma.
Saber de sí; saberse.
Tenerse. La vida a sí misma se tiene.
Aprehenderse. Advertirse. La
conciencia esencial, primera. La conciencia de sí de la misma vida.
La vida ya nada desea porque
se tiene a sí misma. Nada deseo porque me tengo a mí mismo. El instante de la
autognosis. El instante misterioso. La revelación del ser propio; del ser que
se es.
El conocimiento de lo que
somos (de quienes somos) cambiará la faz del planeta. El período
antropocéntrico, fenocéntrico, desaparecerá. Ahora viene un período milenario,
centrado en la vida –biocéntrico,
genocéntrico.
*
Hasta la próxima,
Manu
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