Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

viernes, 5 de mayo de 2017

152) Carta a un amigo. En respuesta a un comentario


Carta a un amigo. En respuesta a un comentario al post ‘Genocentrismo I’.


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (05/05/17).


*


*Querido C., el etnicismo (el identitarismo) arya de los nacionalsocialistas no era ni etnocéntrico, ni racista, ni supremacista. Fijate, por ejemplo, en los voluntarios de la SS que provenían de todas las naciones y de todas las razas.
La mayoría de la población adopta, por pereza mental, los términos  y la imagen que la persistente e insidiosa propaganda del ‘sistema’ difunde desde hace décadas para referirse al nazismo (etnocéntrico, racista…). Pero también algunos identitarios, por desgracia, adoptan estos términos como propios del ideario identitario; adoptan la imagen negativa del identitarismo que difunde el ‘sistema’. Hay que decir, sin embargo, que el nacionalismo étnico alemán (el primer nacionalismo étnico; el primer identitarismo) no fue nunca ni etnocéntrico, ni racista, ni supremacista.
El único pueblo de la historia explícitamente etnocéntrico, racista, segregacionista, supremacista, e incluso genocida, que se conoce es el pueblo judío. Consúltense sus textos sagrados (sus textos programáticos).
Una cosa es defender las razas y los pueblos y otra cosa es permitir que otra raza u otro pueblo puedan intervenir o mandar en los asuntos de tu propio pueblo. Y esto es lo que ocurría en Alemania con los judíos y su activa presencia en todos los campos de la cultura –política, economía, prensa, literatura, cine… La presencia judía en la vida cultural del pueblo alemán era abusiva y peligrosa, como abusiva y peligrosa es la presencia que hoy tienen en la vida cultural, económica, o política de los USA. Se podría decir que, hoy día, y desde hace décadas, los judíos (Israel) dirigen el destino de los USA. Ahí tienes el último gobierno, el de Trump, con su yerno judío…
Ya sabemos que los judíos que se infiltran en nuestra vida política, económica, o cultural no velan sino por sus propios intereses, y no buscan sino promocionar a los suyos. Por lo demás, siempre procuran alterar (hacer otra) la atmósfera cultural de un pueblo –hacerla favorable a sus intereses. Los efectos devastadores que sobre la culturas de los pueblos blancos ha tenido, y tiene, la influencia judía (la ‘intelligentsia’ sionista; los intelectuales ‘orgánicos’ del sionismo) están a la vista. Véase como se desnaturalizan y desvirtúan nuestras naciones ancestrales… Atiéndase al origen de las ideologías (religiosas o políticas) que sustentan, que legitiman, que avalan… tal destrucción.
El Estado nacionalsocialista apartó a los judíos de la vida política, cultural, y económica del país impidiendo así que estos pudieran seguir medrando a costa de los nacionales. El identitarismo, políticamente hablando, impide que cualquier extraño, venido de donde fuera, pueda influir en el curso de la vida de los nacionales. Esto es todo. Un pueblo-Estado-nación étnica y culturalmente homogéneo es el proyecto. Aristóteles no encontró una ‘política’ mejor.
La exclusión de los extranjeros de los ámbitos de la cultura y del poder era lo más anti-sistema y anti-globalización que se pueda imaginar (pues iba en verdad contra el incipiente ‘sistema de poder’ (la nueva oligarquía) trans-nacional que se estaba instaurando en el mundo). Y por esto los ‘aliados’ le hicieron la guerra y destruyeron aquel proyecto de nación identitaria, y por esto mismo lo siguen atacando hoy en nuestros medios de comunicación, en nuestra literatura, en nuestra filosofía, en nuestro cine… en nuestra cultura de masas toda. Porque el identitarismo es el mayor peligro y la mayor amenaza para el globalismo (el imperialismo), sea el capitalista, el comunista, el cristiano, o el islamista. El identitarismo se opone a cualquier ‘universalismo’. La derrota del nazismo supuso a la larga la derrota de los pueblos del planeta. El identitarismo nazi era el modelo, la muestra, la vanguardia… la esperanza de futuro de los pueblos. No olvidemos la prosperidad alcanzada por el Estado nacionalsocialista     (comparándolo con los Estados capitalistas y comunistas de la época) durante el sexenio de paz (del 33 al 39). Claramente, no se podían tolerar aquellos éxitos –que arruinaban el prestigio y los mismos fundamentos ideológicos de unos y de otros.
Esta es la enseñanza del identitarismo nazi al respecto: “que cada pueblo tome las riendas de su propio destino” –si quiere seguir siendo (añadiría Heidegger).
Hoy, se diga lo que se diga, los pueblos han perdido soberanía, autonomía, independencia, libertad… El poder está hoy en los órganos internacionales del ‘sistema’ (ONU, OTAN, FMI…). ¿Quién manda en estas instituciones?
El ‘sistema de poder’ actual es el más interesado en el desarraigo cultural y étnico de los pueblos, y en la proletarización de las masas resultantes. La destrucción de los pueblos que estamos padeciendo –tenemos centenares de pueblos en vías de extinción, lo que supone pérdidas de lenguas y culturas, pero también de información genética (esencial) acerca de la evolución de los subtipos de la especie humana– tiene todas las trazas de estar planificada. Efectivamente, los pueblos o naciones étnica y culturalmente diferenciados (las ‘diferencias’) son un estorbo para los ‘globalizadores’ (homogeneizadores) de todas las épocas y de todas las latitudes.
Los que niegan, en la teoría y en la práctica, la existencia de razas (de subtipos del cariotipo específico humano) son los únicos genocidas en este planeta.
El ecologismo o el biocentrismo deberían ocuparse más de los pueblos, porque estos son también ramas del árbol de la vida. El desastre etnológico (la pérdida de pueblos y culturas) de los tiempos presentes no tiene precedentes en nuestra historia. Es un signo más del ‘progreso’ aniquilador de la oligarquía dominante –su actitud anti-vida (en todos los sentidos); su ‘éthos’ violento, mixtificador, codicioso... destructivo. No son sólo enemigos de los pueblos, son también enemigos de la vida. O quizás sean lo uno por ser lo otro. El ‘sistema de poder’ actual es el más poderoso y el más destructivo de los ‘sistemas de poder’ que este planeta viviente haya padecido jamás.
Como habrás observado ahora escribo desde el genocentrismo (desde Gaiia), desde la sustancia viviente única. La lucha es más amplia de lo que a primera vista pudiera parecer. Hay fuerzas pro-vida, y hay fuerzas anti-vida entre nosotros, los miembros del cariotipo humano. Ésta es la verdadera batalla que se libra. Se trata de estar del lado de las fuerzas pro-vida (sean éstas identitarias o no). Porque hay algo que es más grande que los individuos, los grupos, los pueblos, o incluso las especies, y es la misma vida. Y esto es lo que peligra hoy. El enemigo de los pueblos lo es por ser, antes que nada, el enemigo de la vida. Es preciso formar un frente amplio con las fuerzas pro-vida, sin exclusiones –ni étnicas ni culturales. Contra los destructores, los explotadores, los aniquiladores… contra las fuerzas anti-vida.
Hoy es la vida contra la muerte.
*
Saludos,
Manu

No hay comentarios:

Publicar un comentario