Genogramas
XI.
Manu
Rodríguez. Desde Gaiia (20/06/19).
*****
1.
La
multitud de signos que emitimos
y
recibimos. Y todo este ‘diálogo’,
se
produce en centésimas o milésimas
de
segundo. El sujeto de toda esta actividad
decodificadora
y emisora es el genouma,
la
sustancia viviente única. El sujeto único.
genouménico.
Desde la capa más profunda
del
sujeto, la menos tocada por la cultura.
Un
lenguaje expresado en los fenotipos.
Fenogramas,
fenotextos. Símbolos cromáticos,
sonoros,
visuales (gestuales), químicos…
Emitidos
y recibidos desde el genouma.
Decodificadas
en el genouma, por el genouma.
El
amor y la cópula son,
para
la sustancia genética,
pasaportes
a la eternidad.
son
contingentes, efímeros,
pero
la sustancia genética
es
virtualmente eterna,
imperecedera.
3.
entre
sí mediante signos sensibles;
y
se reconocen.
El
cuerpo es su libro, su texto,
su
expresión más genuina.
El
soma es el genouma transportado,
metaforizado.
4.
No
podemos guiarnos
sino
por lo que aparece,
lo
que tenemos a la vista
y
al oído. Todo lo que acertamos
a
percibir. El cuerpo, el soma,
es
el libro, el texto.
5.
Es
la sustancia viviente única
la
responsable de los diversos somas.
Y
es con estos somas que tiene
que
sobrevivir y prolongarse.
Los
dos factores:
la
alimentación y la reproducción.
Apto
para lo uno y para lo otro.
Fortaleza,
flexibilidad, rapidez, valor…
y
atractivo, encanto sobre el otro sexo.
Y
no sobre cualquier miembro
del
otro sexo, sino sobre aquellos
miembros
elegidos, preferidos.
6.
Uno/a
para varias/os. Polisemia.
Varios/as
para uno/a. Sinonimia.
Apareamiento
selectivo.
Cuando
elijo o prefiero
tiendo
a un tipo determinado.
Cuando
soy preferido
estoy
entre un tipo determinado.
7.
La
elocuencia del cuerpo,
de
los gestos, de la mirada.
El
cuerpo es un mensaje-mensajero.
El
remite es, en todo momento,
el
alma, la sustancia viviente única,
Xenus
–Genousse y Genoussin.
8.
El
varón es el sujeto que envía,
la
hembra es la sujeto que recibe.
Recibe,
acoge, provee (suministra).
9.
Es
la hembra la que elige o prefiere.
Los
machos no discriminan
y
copulan con cualquier hembra
que
se les pone a tiro.
El
amor es una rareza en el varón.
Los
varones son, en su mayoría,
meras
máquinas copuladoras.
Indiferentes
a la sujeto que recibe.
No
cuidan de preámbulos o preludios
amorosos.
La amorosa charla,
tan
demandada por la mujer.
Los
coloquios, las caricias,
los
besos prolongados,
los
abrazos interminables.
El
anhelo de eternidad en el encuentro.
La
alegría del hallazgo, en la mujer.
Es
posible que sea también escasa
tal
pasión en la mujer. Quién sabe.
Tal
vez el amor no sea tan corriente,
que
sea un bien escaso,
que
sea incluso excepcional.
10.
La
noche, el espacio infinito, es la natural mortaja;
un
sudario estrellado para este planeta murmurante
y
activo. Un sudario, una mortaja el cosmos infinito,
oscuro
y frío. En el planeta todo se duele, todo efímero
y
huidizo; centellas un instante y al otro disipados,
consumidos;
como devorados por la sombra,
por
la tierra oscura engullidos. El planeta es como
un
sepulcral paritorio. Fúnebre. Tenebroso.
En
un rincón la cuna y en el otro la sepultura.
Tumbas,
túmulos, piras funerarias, cadáveres
a
cielo abierto. No vivimos, morimos. Contemplamos
en
nuestro cotidiano morir la mortaja, el sudario
ya
tejido. Un paso has dado y el otro es la muerte
y
el olvido. Estamos ya muertos, sentenciados.
No
hay remedio, no hay cura para este planeta
moribundo
y vivo. Agonizando vivimos.
Un
breve tiempo y ya fallecidos. Un compás,
una
mínima cadencia, una breve melodía,
y
un final tan hosco como brusco. Impávida
mortaja.
Insensible sudario. Planeta agonizante,
¿para
qué me has traído? Estallidos de luz que
se
hunden en lo oscuro; un instante luz y al otro
sombra,
nada. Disipado, disperso, desaparecido.
Pero,
muramos cada día. Acabemos de una vez
el
hoyo. A plena sombra, a plena efímera luz
aguardemos
del adiós el día. Ya, mañana mismo
no
podré contemplar la transparente mortaja
que
me cubre; el sudario como un párpado
infinito
se cerrará, como una losa oscura y fría.
No
vida sino muerte inagotable. Una tumba
el
cosmos para los fugaces vivos,
para
los vivientes efímeros.
entre
el aparecer y el desaparecer;
sosteniéndonos
apenas en este aire
que
hace imposible el vuelo; entre
el
elevarnos y el caer inexorable.
En
este breve tiempo encontrar
la
contra-parte, el contramor.
Esto
nos queda.
Y
ello tan sólo para que los mortales
continúen
recibiendo la herida de la vida,
de
la luz, del anhelo eterno. Haber sido.
Habrás
sido. Un futuro perfecto. Camina
como
sombra entre sombras. No te engañes.
Tente
por cadáver eterno, por siempre muerto.
Por
no sido. Por un trozo de nada fugazmente
activa.
Prodígate por amor. Enlázate, únete,
fúndete
con tus hermanos, con las cifras efímeras.
Multiplica
el dolor, las dolientes criaturas.
No
le ocultes el hogar. Una tumba excavada
en
el vacío, en la tenebrosa nada; un hueco de muerte.
No
mueve el amor sino a los mortales,
por
eso aman, porque murieron ayer,
mueren
hoy, y morirán mañana.
Por
eso te amo como te amo, con tanta fuerza,
con
tanta avidez y vehemencia. Este amor será
tan
duradero como mi vida, como mi luz.
No
por mí acaba este amor que te tengo,
sino
porque mi deseo, aunque inquebrantable,
tiene
los días contados. Mi amor por ti tiene
los
días de mi luz, y mi luz ya mismo acaba.
Pero
en tanto dure mi luz, tienes todo mi amor.
Estarás
presente en mi espíritu hasta mi disolución.
Hasta
mi último suspiro te daré vida. Estarás viva
más
allá de ti, serás parte de mí. No te olvidaré
mientras
viva. En tanto viva yo, tú vivirás en mí,
como
parte de mí. El amor que te tengo viene
de
lejos, y hoy por hoy, me habita. Estés donde estés,
no
lo olvides, vives en mí. Tienes vida añadida en mí.
No
lo dudes, aunque tú a ti misma te ignores
o
de ti misma te olvides, aunque cansada duermas,
o
yazcas sin saber de ti, ten por seguro que vives en mí.
Perdurará
tu figura, tu semblante, tu aroma, tu voz…
toda
tú, en tanto yo viva. Ésta es mi promesa.
De
esta manera, tú en mí, y yo en ti,
seremos
tan duraderos como nuestra luz.
Es
nada, o tanto como nada, pero es una nada
plena
de amor. Centellas enamoradas en este
cosmos
tenebroso y frio. Tiempo hay para
el
olvido. Toda la eternidad para el olvido.
En
tanto para el amor no queda sino el más
pequeño
rincón y el instante más fugitivo.
Ni
yo sin ti, ni tú sin mí. Ésta es la promesa.
Tenernos
en cuenta y darnos mutuamente
la
vida. Sólo el amor rivaliza con la muerte.
El
amor reúne nupcias y funerales.
El
himeneo y la endecha se enlazan
en
una suerte de triste epitalamio.
Lecho,
tálamo de amor y de muerte;
de
recuerdo inquebrantable
y
de inexorable olvido.
Esto
te escribo, amada, para que no te sean ocultos
mis
pensamientos. Amada conocida o por conocer,
abrazada
o por abrazar, pasada o por venir.
Siempre
con el mismo amor te recibo,
te
saludo, te abrazo, y me despido.
*****
Hasta
la próxima,
Manu
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