Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

jueves, 6 de junio de 2019

187) Genogramas IX


Genogramas IX.

 

Manu Rodríguez. Desde Gaiia (06/06/19).

 

                                                                  *****

1.
 
Cuerpos desechables. Instrumentos,
medios. Material fungible, desechable.
Los fenotipos.

Es, sin embargo, en los fenotipos
donde encontramos las marcas,
las señales de reconocimiento.
La belleza y la bondad de la amada.
De esa criatura efímera y por ello mismo
sublime. El aura sublime de la amada.
Su atracción irresistible, fatal. Todo
lo que forma parte del mandato,
del encargo, del logos.

No nos cumple sino obedecer.
Obedeciendo, cumpliendo, amamos.

2.

El acto de amor, la cópula, efímera
a su vez. La orden, que retorna una
y otra vez. ¿No hay mutua piedad
en la cópula? Es el amor sublime.

Es la exaltación de la función
primordial, de nuestro nacer
y vivir. Desear, amar, morir.

3.

Los genotipos como unidades
de reproducción sexuadas,
sometidos al dimorfismo sexual,
y orientados al encuentro,
a la cópula.

4.

Señal-estímulo desencadenante.
Imágenes de amor, de deseo.
Comportamiento de búsqueda,
de apetencia. Actividad exploratoria.

Actividad orientada. Sobre-determinada,
personalizada, particularizada.
Imagen-señal-estímulo desencadenante
del comportamiento amoroso.
Siempre retornando, renovando
la antigua, la primitiva pasión.

La finalidad es, sin duda, la cópula,
la conjunción de los cuerpos.

Ciegos, inconscientes, convulsos.
El encuentro (el buen encuentro);
la activación, la compulsión,
como autómatas. La repetición.

Prendidos, extrañados, alienados
en la figura del deseo; en la imagen deseada.
El enamorado es un loco, un alienado.
Vive más donde ama que donde anima.
Está fuera de sí. Poseído. Tomado.

5.

Que las criaturas subordinadas
al dimorfismo sexual se desean,
se buscan, se apetecen
desesperadamente.

Que este deseo es inmortal,
indesmayable. Fuerza
constante que impulsa.

6.

La distinción entre plasma somático
y plasma germinal. Éste ha sido
el verdadero descentramiento.
El único, diría yo.
El paso del fenocentrismo
al genocentrismo.

7.

El largo camino hacia el dimorfismo
sexual. La tragedia de las criaturas
sometidas al sexo y a la muerte.
Vida, amor, y muerte.

8.

Los signos como heridas,
estímulos hirientes,
dardos directos.

La figura, el aroma,
la mirada, la voz.

Gestos bellos, seductores;
que conmocionan,
que perturban,
que polarizan,
que orientan,
que dirigen…
que duelen.

9.

Reconocimiento y receptores.
Signos visuales, aromáticos, sonoros.
Semiótica de la selección sexual.

Es en o desde el genouma
que se pondera el medio;
se selecciona, se elige.

El sujeto no es otro
que el genouma.

La optimidad, la excelencia
del/de la partenaire.
El criterio de selección.
Los signos exteriores,
los que aparecen,
los somáticos o fenotípicos,
los que guían la selección.

10.

El genouma se proporciona
foto-receptores,
quimiorreceptores…
Quiere ver, palpar,
saborear su ‘obra’.

11.

La parada nupcial. El ritual de cortejo.
El despliegue de los ‘encantos’.
La seducción.

La atracción mutua, el mutuo deseo.
El anhelo, la vehemencia, la locura de amor.
La nube de amor. La ilusión amorosa.
El extrañamiento, la mutua alienación.

El desconsuelo. La tristeza, el desasosiego,
la pena de amor. La melancolía amorosa.
La piedad.

12.

Los partenaires como trastornados,
alucinados por la otra parte.

Parte extra parte que mutuamente
se ‘reconocen’ . Mutua estimulación.
Mutuo desencadenamiento.

Marcas cruzadas:
“Yo para ti, tú para mí”.
“Ni vos sin mí, ni mí sin vos”.

13.

Las unidades  de reproducción
van como marcadas por el entorno
familiar, social, cultural… La unidad
queda como un conjunto de marcas,
de signos, de rasgos, de señales
desencadenantes.

Marcas de reconocimiento.
En el amor y en la amistad.

14.

El comportamiento de apetencia,
la actividad exploratoria.
La búsqueda. El encuentro.
La parada. Celo y parada.

Permanentemente en celo,
en guardia. En espera.
Como un  amante que vela.
Siempre preparado,
siempre despierto.

Permanente cortejo.
Permanente parada nupcial.  
Nuestras calles.
Nuestros encuentros.
La mutua palpación.
Memoria de fondo que sondea,
que se busca fuera.

14.

Rasgos, gestos, signos. Colores.
Algo para la memoria de fondo.
Signos visuales y sonoros.
La mirada. La boca, la palabra;
la sonrisa, el cuello. La voz.

El cuello es como la siringa de las aves.
El timbre. Las vibraciones. El registro
de la voz. El fraseo peculiar de esa voz.
La amplitud del fraseo. Distancia.
El fraseo continuado. La conversación.
El intercambio de frases, de palabras.
El fraseo para el otro. Para el amigo,
para la amada.

15.

Cada instante llevamos
la ola de la vida arriba.

Cada instante suena,
brama, cruje, palpita.

Cada instante luce, brilla,
deslumbra, resplandece.

 
*****

Saludos,

Manu

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