Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

sábado, 9 de mayo de 2020

211) Genogramas XXXIII


Genogramas XXXIII.

 

 
Manu Rodríguez. Desde Gaiia (09/05/20).

 

 
                                                                  *****

1.

¡Oh, héroes! Estableced la distancia.
Mostrad lo que se puede.
La excelencia. La fortuna.
La misma natura.

2.

La transparencia y el día.
Éter y Hémera.
Esto trae la palabra
a los del interior.

3.

Escandiendo nubes,
nevando sobre la amada,
relampagueando airado.

4.

La atmósfera que se respira.
El mundo en el que se vive –no hay otro.
Es la tierra de la eterna juventud.

5.

La sierra, la cordillera, los bosques.
La venerable, la alta, la elevada planicie.
Más allá del camino oscilante,
de la misma escritura. Silencio.

Habla la dama de los bosques,
la señora de las aguas manantiales.
Señora de las criaturas, de aves,
de osos, de árboles frutales,
de colmenas, del hidromiel…

6.

El oso de pie junto al árbol.
El ave sobre la grupa del toro,
ciervos, gamos, caballos, leones…
La urna de plata. El recipiente
de Maykop. El oso a la izquierda
de la cordillera o sierra. A izquierda
y derecha de la cordillera
descienden dos ríos que van a dar
a un lago alrededor del cual dan
vueltas los animales. El oso
se destaca arriba, a la izquierda.
De pie, encaramado a un árbol,
buscando miel, o madroños.
Los osos, los solitarios,
los comedores de miel,
los conocedores del bosque.

Son lugares simbólicos.
Lugares comunes.
De árboles, de bosques,
de cadenas montañosas;
de osos, de aves;
de ríos y de lagos…

7.

La inflación, el resoplido
de la llama. El canto
elogioso, coral…
vehemente y sincero.

8.

Palabras que son como micro-cristales,
sales cristalinas que cubren, protegen,
ornan, rodean por completo ramas secas,
esquemas simples, escuetos.

Vértices y aristas cristalinas.
Los mismos signos aparecen
en configuraciones diversas,
sirven aquí y allá.

9.

Es la región más encendida. La más
elevada. En la región del fuego.
Donde las criaturas de los aguas
manantiales y de los bosques.
En estos tiempos primordiales.

El árbol, el caballo, el ave…
los osos  solitarios. Los solitarios
del bosque.  Seres de los orígenes.
En lo más alto de las más altas
montañas. Cerca del sol, de la luna
y de las estrellas; cerca de la luz,
del calor, del fuego.

10.

Lo inconmensurable, lo ilimitado.
El vasto cielo. El vasto cosmos.
El ilimitado espacio.
Matriz. Semillero celeste.
 
11.

El sincero entusiasmo espiritual.
La espiritualidad genuina, veraz.

No es tanto la invención como
el entusiasmo, la vivencia espiritual
explicitada. Es el fervor, la sinceridad.
Es la palabra encendida, levantada,
alzada, erguida, en pie. El alto recitativo.

Las tiradas resplandecen, relampaguean.
Son como rayos. Las secuencias,
las expresiones. Expresiones tan directas
y sencillas como difíciles de imitar o de fingir.

Los poetas no ceden la cumbre jamás.
Los  bardos. Los comedores de miel.
Hay plenitud, hay gratitud. Hay alegría.

El canto directo, el aforismo, el rayo.
Súbito y fugaz. Es la rapidez, el vértigo.

12.

El nuevo mundo que vivimos. Hemos dejado
atrás el período de tinieblas. No vivimos
en una noche tenebrosa y oscura, sino
en una mañana, en las primeras luces del día.
Rodeado de creadores. Nuestros padres,
nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos…
Los últimos doscientos años. Lamarck, Darwin…
Son los padres fundadores del nuevo período.
Nosotros mismos, que continuamos su labor.
Estamos en los inicios.

La síntesis está servida. El nuevo mundo.
La nueva tierra y el nuevo cielo.
Los nuevos espacios.

13.

Un instinto de limpieza, de veracidad,
de forma, de medida, de excelencia,
de distancia, de dignidad, de decencia,
de decoro. No de gazmoñería.

14.

El celo sacerdotal acaba con la luz.
La sombría luz sacerdotal sepulta
la luz del creador, del poeta…
De la aurea semilla.
De los óptimos, en verdad.

15.

La hoja de papel, la tablilla.
Cuando se escribe, o se compone.
El norte de la hoja es el norte polar.
El eje de la hoja. De arriba abajo.

La hoja es el altar. Las runas se vierten
sobre el rectángulo sagrado. Son el fuego
del altar. Zumo clarificado, purificado.
Cromogramas, genogramas.

La escritura como un acto sagrado.
La composición, la expresión.
Lo hecho. La acción, el acto mismo.
Es la responsabilidad que se tiene
con el resto de las acciones, de los hechos,
de las actividades. Como acto de cultura.
Esto es, de vínculo con un mundo,
de compromiso con un mundo, de acto
simbólico. La fe, la confianza,
el compromiso con unas prácticas
simbólicas, colectivas. Sagradas. Corales.
Se celebra un acto simbólico, sagrado.

No es el horror al vacío,
sino la responsabilidad
que se tiene a la hora
de añadir, de hacer, de crear.
La hora de ponerse ante la hoja,
ante el rectángulo sagrado;
de sacrificar. De elaborar
síntesis, metabolitos
culturales, simbólicos.
Savia elaborada.

Ésta es la actitud, la disposición
con respecto a la praxis de la lengua,
de la cultura, de la palabra, de la escritura.
La deuda, el deber que, con el legado
y con el colectivo, tienen los veraces,
los portadores, los cultores, los creadores.

El cuido del legado. La labor de los poetas,
de los escribas; su orden, su mandato, su deber.

Es lo que se espera, porque los escribas
son, desde antiguo, los garantes de la verdad;
los cultores del orden, del modo y manera.

 
*****

Hasta la próxima,

Manu

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